La mujer, de 26 años de edad, se declaró culpable de asesinato en primer grado durante el juicio que tuvo lugar en Gainesville, Florida. Fuentes policiales han explicado que en el momento del suceso en diciembre de 2014, Ruby viajaba junto a su marido Roy Stephens, de 51 años de edad, desde el medio oeste al condado de Polk, en el estado de Sunshine, para pasar la Navidad junto a su familia.
Tras comer en un hotel de Golden Corral, en Lakeland, notaron que la niña, Betsey Kee, de solo 22 días, tenía los pies fríos, tras los que la taparon antes de darse cuenta de que había muerto. Tres horas y media después de su fallecimiento, Ruby y Roy Stephens notificaron el suceso a la Policía, según publica el diario británico Daily Mail.
La autopsia reveló que efectivamente la pequeña había muerto de hambre ya que llevaba entre seis y siete horas sin comer. Según los informes, la niña pesaba menos de dos kilos cuando la hallaron muerta, uno menos que cuando nació.
La niña era fruto de una infidelidad por lo que la mujer declaró que su marido no le prestaba demasiada atención. Este, que fue sentenciado un mes antes a la misma pena que su mujer y testificó que aceptaba a Betsey como si fuese su propia hija, simplemente no sabía que Ruby no la estaba alimentando.
El fiscal estatal, Brain Hass, ha dicho sentirse satisfecho de la sentencia. “La vida en prisión, sin posibilidad de libertad condicional, es una sentencia apropiada para ella. Nos negamos a aceptar menos”, ha declarado.