Morante de la Puebla corta dos orejas y Ortega Cano muestra su calidad

INFORMATIVOS TELECINCO 22/03/2009 11:33

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Albarreal, el sexto como sobrero del mismo hierro que estuvieron mal presentados y resultaron inválidos en líneas generales. El mejor, el noble primero. También de desplazó por el pitón derecho el sobrero que salió en sexto lugar.

José Ortega Cano: una oreja, silencio y silencio.

Morante de la Puebla: ovación, silencio y dos orejas.

La plaza se llenó en tarde en la que molestó el viento.

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DOS ARTISTAS

La faena firmada por Morante de la Puebla al sexto de la tarde y la acrisolada calidad de Ortega Cano ante el primero fue a la postre lo más relevante de un festejo que se empañó en parte por la flojedad del encierro de Albarreal.

El diestro de la Puebla había recibido a ese toro con capotazos entregados antes de emplearse en una faena compacta y maciza que basó sobre la mano derecha.

El inicio del trasteo, con bellos muletazos cambiados, y el remate por ayudados pusieron principio y fin a una obra en la que brilló el toreo preciosista de Morante, que esta vez sí tuvo colaborador.

Sus otros dos toros apenas le dieron opciones. Con el segundo sólo pudo brillar con el capote en un quite por chicuelinas de sabor antiguo.

El cuarto, flojo y distraído, no le permitió ni esbozar la faena.

Ortega sorteó en primer lugar un burraquito de preciosas hechuras, muy terciado y bien maquillado también, que le permitió sacar su mejor alma de artista, un toreo natural sin excesos ni afectación.

Ya había dejado algún apunte con el capote, especialmente en los remates pero lo mejor llegó en el último tercio.

Inició la faena con dos o tres chispazos geniales y se empleó en un trasteo que, cuando llegó el definitivo convencimiento del cartagenero estuvo presidida por un trazo limpio, siempre bien dibujado, que alcanzó su mejor nota en los remates de pecho, en el toreo al natural y en alguna trincherilla arrastrada en la que hubo cante grande.

No pudo ser con sus otros dos toros. Uno se inutilizó en el último tercio y el otro, sin fuerzas, le dio un buen susto cuando quería pasarlo por chicuelinas.