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Algunas personas pueden presentar miedo irracional a comer o a ahogarse con algún alimento. Esto les puede provocar consecuencias severas en la salud, como desnutrición, aislamiento social o depresión, entre otras. Es lo que se conoce como fagofobia, y en España también se registran casos, como el de Carles Daban, un joven de 20 años que ha relatado en Informativos Telecinco su experiencia con esta condición. No puede comer nada sólido desde hace más de ocho meses.
Todo comenzó en su casa, cuando estaba comiendo con sus padres. "Me ahogaba, si no fuera por mis padres, ya no estaría aquí", cuenta Carles. Aquel episodio inicialmente no le afectó, siguió comiendo normal, como si no hubiera pasado nada. Sin embargo, poco después, "estaba un día solo en casa comiendo" y le "entró un ataque de ansiedad" pensando que le volvía a pasar. Estaba él solo y le regresó el miedo: "Desde ese día fue como una desconexión total de lo que es la comida".
El pasado 6 de julio fue la última vez que Carles comió algo sólido, "algo así como un plato de macarrones". Los primeros días le daba miedo hasta beber agua y las primeras semanas perdió 15 kilos. "Estuve en el hospital por deshidratación", precisa el joven, que dice que tener fagofobia "es como quien tiene fobia a ir en moto porque tuvo un accidente". "Es más o menos lo mismo", apunta.
Su alimentación ahora mismo se basa en "puré de patata, crema de calabacín y lo que son los típicos potajes, así como fabada, entre otros". Todo pasado por la turbina. "Tiene que ser líquido o espeso, no puedo comer nada que sea masticado", explica Carles. En su caso, cuando comenzó a presentar los síntomas del trastorno psicológico ("no poder ni intentarlo"), hacía mucho deporte (fútbol, ciclismo, salir a correr...) y lo tuvo que ir dejando: "Llega el momento que no tienes las fuerzas ni te ves con ellas de poder hacer todo eso".
Carles destaca que con el agua también le puede ocurrir, que piense que se le olvida tragar: "Es con todo y en cualquier momento". El joven asegura que la fobia "va muy por idas y venidas", ya que hay momentos en los que uno se siente con más confianza de afrontarlo y otros en los que está más inseguro. Además de tener consecuencias para la salud, la condición también afecta al entorno: "La vida social ahora mismo es cero, ya sea para ir a comer o ir a un cumpleaños. Al principio si que iba con mis amigos, pero llega un punto que te ves súper limitado y dices 'esto no es lo mío'".
La familia de Carles le apoya en este difícil momento. "Para los padres es muy complicado. Yo vivo con los míos y están destrozados de ver que su hijo, por un miedo, no come normal y no pueden hacer nada. Ellos me miraron y me hicieron hasta pruebas, en el sentido de que llegaron a pensar 'oye no será que se le haya desarrollado algo en la tráquea, en la zona respiratoria, y por eso tenga estos problemas'. Pero no era nada de eso", detalla el joven, que baraja la posibilidad de "acudir a un psiquiatra para tomar medicación" y que esté "más tranquilo" a la hora de alimentarse. "Lo hemos valorado", agrega.
La fagofobia tiene cura, tal y como recoge la evidencia científica, pero Carles asegura que no es nada fácil enfrentarse a ello: "El hecho de ponerme algo en la boca y masticarlo, me entra todo. Se me oprimen las vías respiratorias, el cuerpo desconecta. Realmente es lo que dicen los médicos, que está en mi cabeza. Es decir, me pongo con ello y lo voy a superar, pero claro, es complicado".
Carles quiere dar visibilidad a la condición. "Sé que hay mucha gente que tiene el problema o personas que a lo mejor no se atreven a decirlo por lo que puedan pensar de ellos. Eso también me hace decir 'es algo súper importante de saber'. No es malo decir que vas al psicólogo o al psiquiatra por este problema". Él por ahora no conoce a otras personas con fagofobia, pero está totalmente disponible de compartir su experiencia. A través de su cuenta de TikTok ha publicado vídeos hablando de ello, acumulando más de 20.000 visualizaciones en algunos de ellos.