Descubrimos las enfermedades de la piel más comunes y su relación con la genética

  • La mayor parte de las enfermedades dermatológicas no son graves pero sí visibles

  • Entre los problemas cutáneos, el acné es el más común y el más conocido

  • De los distintos cánceres de piel, el melanoma es el más peligroso

La piel, que es el órgano más grande del cuerpo humano, está formada por tres capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis. La piel lleva a cabo varias funciones, entre la que podemos destacar su papel como barrera protectora para defender a nuestro organismo de las agresiones de agentes externos como virus y bacterias. Esta capacidad protectora puede verse alterada si un elemento inflama o irrita la piel.

El origen de las enfermedades cutáneas puede ser muy diverso. Algunas son consecuencia de infecciones fúngicas o víricas, mientras que en otras intervienen factores ambientales y genéticos o incluso pueden estar causadas por problemas inmunológicos. La mayor parte de las enfermedades dermatológicas no son graves. Sin embargo, suelen acarrear síntomas molestos y además pueden influir en el ánimo del paciente, ya que la mayoría de ellas suelen ser visibles.

A continuación, ponemos algunos ejemplos de enfermedades de la piel causadas por diferentes factores, describiendo sus síntomas, tratamientos y forma de prevenirlas.

Vitíligo

El vitíligo se caracteriza por la aparición de manchas blancas de distintos tamaños en diferentes partes del cuerpo, principalmente en las más expuestas al sol, como manos, brazos, cara y pies. Las manchas tienen los bordes bien delimitados y a veces estos presentan una apariencia más oscura o rojiza. Además, el vitíligo suele conllevar la aparición temprana de canas, sobre todo en las zonas de las manchas.

La enfermedad se produce como consecuencia de la destrucción o un funcionamiento incorrecto de los melanocitos, que son las células que producen melanina (pigmento que determina el color del cabello y de la piel). Por eso, aunque afecta a todos los tipos de piel, es más perceptible en las pieles de tono oscuro.

No es una enfermedad contagiosa ni con pronóstico grave, aunque puede provocar quemaduras solares o cáncer de piel entre otras complicaciones. La piel afectada de vitíligo en escasas ocasiones recupera su color. En la mayoría de las ocasiones, la falta de pigmentación se extiende por diversas partes del cuerpo.

Una vez diagnosticado el vitíligo, mediante análisis de sangre o biopsia, se pueden iniciar tratamientos para equilibrar el tono de la piel, como por ejemplo despigmentación de las zonas no afectadas, medicamentos con cremas con corticoides, activación de los melanocitos mediante la exposición a los rayos UVA e incluso cirugía.

La causa de la enfermedad aún es desconocida, aunque muchas investigaciones señalan que el responsable puede ser la combinación del componente genético y el ambiental.

Acné

Entre las enfermedades de la piel, el acné es la más común y la más conocida. Tiene una prevalencia del 80% en personas de entre 11 y 30 años, aunque su pico máximo de incidencia se alcanza en mujeres de entre 14 y 17 años y en hombres de entre 16 y 19. En general, el acné, en cualquiera de sus grados, suele remitir espontáneamente entre los 20-25 años, aunque algunas mujeres lo padecen más allá de los 40.

La enfermedad se caracteriza por la aparición, normalmente en el rostro, de comedones (granos con sebo) que pueden llegar a romperse e infectarse, convirtiéndose en pústulas o incluso formar quistes. El acné se produce porque los folículos pilosos se obstruyen con células muertas de la piel, bacterias o sebo seco que va acumulándose y bloquea el sebo que debería salir a la superficie de la piel por los poros.

En función del daño producido en la piel, y del número de granos presentes, el acné puede ser leve, moderado o grave. Se trata de una enfermedad multifactorial, es decir, es provocada por la intervención de varios factores, que en este caso son genéticos, ambientales e individuales de la piel.

Aunque normalmente desaparece de forma espontánea, un dermatólogo puede recomendar en cada caso tratamientos enfocados a aliviar los signos.

Cáncer de piel

Este tipo de cáncer surge cuando crecen de forma descontrolada células anómalas de la piel, debido a daños en su ADN provocados sobre todo por la radiación ultravioleta.

Aunque es más frecuente en áreas del cuerpo expuestas al sol como cara, cuello, pecho, brazos y piernas, también puede ocurrir en las zonas que normalmente no se ven expuestas como las palmas de las manos o debajo de las uñas.

Entre los tipos de cáncer de piel que existen, el melanoma es el más peligroso, puesto que es su fase avanzada se puede extender a órganos internos y por tanto poner en riesgo la vida de la persona.

Detectado a tiempo, suele tener cura, por ello hay que prestar mucha atención a sus primeras manifestaciones, entre las que se incluyen: manchas grandes de tono marrón con motas oscuras más pequeñas, lunares que cambian de tamaño, color o presenten sangrado, pequeñas lesiones con borde irregular y partes en color rojizo, blanco o azulado, lesiones acompañadas de picor o ardor y lesiones oscuras en las palmas de las manos, las plantas de los pies o en las mucosas de la boca, la nariz, vagina o ano.

El tratamiento principal de este tipo de cáncer de piel es la cirugía para retirar el crecimiento maligno. Si el cáncer está avanzado, se procede a un tratamiento mediante quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia para ralentizar el avance de la enfermedad. En el desarrollo de esta enfermedad intervienen factores ambientales y genéticos. En aproximadamente el 10% de los casos, el melanoma se da en varios miembros de una misma familia.

Pie de atleta

Esta enfermedad de la piel es una infección causada por un hongo, y suele comenzar entre los dedos de los pies. La enfermedad se caracteriza por erupciones que pueden estar acompañadas de picor y ardor y que pueden causar descamación.

El pie de aleta es muy contagioso, ya que se puede propagar fácilmente a otras partes del cuerpo del propio afectado o a otras personas al tener contacto con la parte infectada o compartir, por ejemplo, una toalla. El hongo que provoca el pie de atleta es el mismo que causa la tiña. Se trata de un microorganismo cuyo crecimiento se ve favorecido en entornos húmedos y cálidos.

El pie de aleta se trata con cremas antimicóticas, que destruyen el hongo.

Verrugas

Las verrugas son unas prominencias epidérmicas benignas que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, aunque son más frecuentes en dedos y manos.

Normalmente son asintomáticas, aunque en ocasiones pueden causar un dolor leve, y a pesar de que suelen desaparecer por sí solas al cabo de un par de años, también pueden eliminarse antes mediante tratamientos como la aplicación de fármacos con ácido salicílico o la crioterapia, que consiste en aplicar nitrógeno líquido a la verruga, entre otros.

Las verrugas están causadas por algunos tipos de virus del papiloma humano, del que existen al menos 150 variantes. Debido a que se trata de una infección, el sistema inmune de cada persona responde de manera diferente.

Psoriasis

La psoriasis está causada por una aceleración del ciclo de vida de las células cutáneas, que provoca que estas se acumulen en la superficie de la piel dando lugar a escamas y manchas rojizas que provocan picor e incluso dolor.

Los síntomas varían en cada persona, pero los más comunes son manchas rojas en la piel cubiertas con escamas, piel seca y agrietada que incluso puede sangrar, picor, ardor y dolor, uñas más gruesas de lo normal y agrietadas y articulaciones inflamadas.

La psoriasis se manifiesta en brotes, que pueden durar semanas o meses y luego disminuir, aunque vuelven a aparecer al cabo de un tiempo ya que se trata de una enfermedad crónica que no tiene cura. Por eso, el control de los síntomas es el principal objetivo de los tratamientos, que pueden ser de tres tipos:

  • Tópicos: cremas, normalmente con corticosteroides que se aplican en casos leves de psoriasis.
  • Fototerapia: se basa en la radiación con luz ultravioleta, bien natural o bien artificial.
  • Medicamentos sistémicos, como por ejemplo los retinoides: se usan en casos más acusados de psoriasis o cuando esta es resistente a otros tratamientos.

La psoriasis es multifactorial, ya que intervienen tanto factores genéticos como ambientales. Se ha demostrado que tener padres con psoriasis aumenta el riesgo de contraer esta misma enfermedad. Entre los factores ambientales que aumentan las probabilidades de padecer psoriasis encontramos un sistema inmune debilitado, niveles altos de estrés, la obesidad o el tabaquismo.