Síndrome de las piernas inquietas: los expertos alertan de un aumento de casos durante la pandemia

  • Aunque que se trata de un trastorno que puede aparecer espontáneamente, un 40% de pacientes tienen una historia familiar positiva de piernas inquietas

El aislamiento y la cuarentena que ha provocado la pandemia de coronavirus han dejado importantes complicaciones físicas a algunas personas, según detalla el doctor Leonardo Serra, neurólogo jefe del Centro de Trastornos del Sueño de Clínica Alemana. Y es que, a las preocupaciones del día a día se han sumado el miedo al contagio y las inquietudes económicas.

El especialista comenta que, si bien, era esperable que trastornos como el insomnio aumentaran durante dicho período, existen otras condiciones que han llamado la atención de los expertos. Se trata del síndrome de las piernas inquietas (SPI) y el aumento de peso, que se asocian al mal dormir.

El SPI es un trastorno frecuente y crónico. Consiste en un impulso irrefrenable de mover las piernas asociado a sensaciones desagradables, no dolorosas, a menudo descritas como hormigueo, o pinchazos, por ejemplo. Éstas se exacerban con el reposo, mientras que con el movimiento se produce una sensación de alivio. La etiología de este trastorno es desconocida, si bien se esgrimen como posibles causas la insuficiencia de hierro cerebral y las alteraciones en la neurotransmisión de dopamina.

Según explica la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI), aproximadamente el 80% de las personas con esta patología realizan movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño. Se trata de unas sacudidas que se producen con una frecuencia de 20 a 30 segundos durante la noche y, por lo general, causando continuas interrupciones del sueño.

Una de las mayores quejas de los pacientes de SPI es cómo se ve mermada su calidad de vida, ante la privación crónica del sueño, provocando cansancio, insomnio muchas veces, e incluso una disminución en la capacidad de concentración durante el día, además de afectar a su estado de ánimo. Puede presentarse a cualquier edad, tanto en la infancia como en la edad adulta, aunque predomina a partir de la tercera o cuarta década de la vida y su frecuencia se incrementa conforme aumenta la edad.

Los síntomas pueden desencadenarse por el uso de algunos fármacos como los antidepresivos. Además, durante el embarazo, y muy especialmente durante los últimos meses, hasta un 20% de las mujeres desarrollan el SPI. Después del parto, a menudo los síntomas desaparecen. No obstante, existe una relación clara entre el número de embarazos y las posibilidades de desarrollar SPI crónico.

Aunque que se trata de un trastorno que puede aparecer espontáneamente, un 40% de pacientes tienen una historia familiar positiva de piernas inquietas, es decir, tiene un factor hereditario siendo el patrón de herencia autosómico dominante. El diagnóstico se realiza con una adecuada historia clínica y no se precisan estudios especiales salvo que se sospeche una asociación a otros trastornos del sueño, como los movimientos periódicos de piernas.

Sobre el tratamiento, la doctora Pilar Rubio, experta del equipo de Neurofisiología Clínica del Hospital La Fe de Valencia, apunta que es sintomático y personalizado. "Actualmente se dispone de una amplia gama de fármacos desde hierro asociado a vitamina C, fármacos dopaminérgicos, gabapentina, benzodiacepinas, entre otros que mejoran la sintomatología", asegura.

Consejos para hacer más llevadero el SPI

Aparte del tratamiento faramacológico, desde la AESPI dan una serie de recomendaciones para sobrellevar la enfermedad:

1- Mantener horarios regulares de sueño, acostándose y levantándose a la misma hora, y a poder ser tener un entorno de sueño tranquilo y cómodo.

2- Evitar el consumo de sustancias excitantes, tipo cafeína, y alcohol, y sobre todo por la tarde-noche.

3- Realizar ejercicio suave, no extenuante, por la tarde como estiramientos, o relajación, por ejemplo, así como masajes suaves en las piernas asociado a baños calientes- fríos.

4- Evitar ciertos fármacos que pueden empeorar los síntomas (antihistamínicos, algunos sedantes que bloquean la dopamina, y ciertos antidepresivos).

5- Hablar abiertamente sobre el SPI con los familiares y amigos.

6- No luchar contra el cuadro. Si se intenta suprimir la necesidad de moverse puede que los síntomas empeoren aún más. Un buen programa de ejercicios puede ayudar al organismo a enfrentarse mejor con la enfermedad. El ejercicio regular puede mantener la flexibilidad, propiciar una buena postura, conservar los músculos fuertes y las articulaciones ágiles.

7- Escribir un diario del sueño. Tener un registro de los medicamentos y estrategias que ayudan o alivian en la batalla contra el SPI y compartirla con el médico.

8- Póngase más alto. Puede encontrarse más cómodo si eleva el escritorio o las estanterías a una altura que le permita estar de pie mientras trabaja o lee.

9- Ocupe la mente. Si la mantiene activa puede que los síntomas del SPI disminuyan.

10- Comience y acabe el día con estiramientos. Las terapias complementarias pueden ayudar física y emocionalmente con el SPI. Tales como el yoga, el tai chi, la musicoterapia...