La ola de calor sólo alimenta incendios, la causa es otra aunque también humana: "Es un drama absoluto"

  • Según el MITECO, los rayos suponen el 4% de los incendios. El ser humano está detrás del 95%, en su mayoría "intencionados" o por negligencias

  • Greenpeace apunta a la mala gestión forestal y a la quema de rastrojos incontrolada: "En esta era del cambio climático, quemar como se quemaba antes ya no es posible"

  • “Si vives en el medio natural, tienes que saber que tienes riesgo de incendio: de sufrirlo y de generarlo. Y hay cero cultura en ese sentido”

El incendio declarado este fin de semana en el Valle del Jerte "ha sido claramente provocado". Comenzó “a las once de la noche, con dos focos, cuando todos los medios están centrados en los incendios de Las Hurdes y Casas de Miravete", denunciaba el domingo el director general de Política Forestal de la Junta de Extremadura, Pedro Muñoz. “Provocado” el incendio del Jerte (Cáceres), petardos en el de Mendiola (Álava), una colilla mal apagada en el de Cebreros (Ávila), se apunta a un pirómano en el de la comarca del Bages (Barcelona)... No es sólo la ola de calor extremo lo que está detrás de los incendios que estos días azotan la península: más de 30 activos este lunes, 20 de ellos todavía sin controlar.

La ola de calor es el escenario perfecto, sí. Pero la llama prende por un descuido, incivismo, inconsciencia o, incluso, intención de hacer daño. Es decir, una cosa es la causa del incendio y otra la causa que agrava su propagación. "Por un lado está el riesgo de ignición, es decir, la probabilidad de que se inicie un fuego. Y por otra, las causas que agravan la propagación de los incendios, y ahí hablamos de olas de calor, cambio climático, abandono del medio rural…”, explica Mónica Parrilla, ingeniera forestal y portavoz de incendios de Greenpeace

Y explica que entre las causas de los incendios, las naturales (como los rayos) apenas suponen el 4%. El ser humano está detrás del 95%, ya sea por negligencia, intencionado, o por reproducción del propio incendio, según datos del MITECO.

El informe del ministerio que analiza los incendios registrados entre 2006 y 2015 constata que "los incendios intencionados son los más numerosos, representando más de la mitad del total (52,70%) y casi el 60% de la superficie afectada". Hay que tener en cuenta que al decir "intencionado" no estamos hablando de pirómanos, que "apenas hay", sino que "incluye las quemas con fines agrícolas, eliminación de matorral o regeneración de pastos que se dejan arder de forma incontrolada, afectando a terreno forestal", según el MITECO.

En ese mismo período de tiempo, "las negligencias y accidentes son responsables del 28,07% de los siniestros y del 28,11% de la superficie afectada" por incendios. El rayo, "que es la única causa que de forma natural existe en nuestro territorio, está detrás de tan sólo el 4,92% del total de siniestros que han tenido lugar".

Cambio climático, pero no sólo

“El cambio climático mata”, decía este lunes el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al visitar la zona arrasada por las llamas en Extremadura. “Todas estas olas de incendios tienen detrás olas de calor provocadas por la emergencia climática que está viviendo el planeta".

Y sí, “las olas de calor, el aumento de las temperaturas, el cambio climático, son los que hacen que nuestras masas forestales se sequen y ardan mejor, cuando se desata un incendio”, explica Parrilla. Pero el fuego se desata, recuerda, por esa colilla mal apagada, por esa chispa de una radial o cualquier otra maquinaria agrícola, por esa quema de rastrojos descontrolada.. “Una cosa es la causa y otra que el terreno sea más propicio para arder, el mejor escenario”, advierte.

“La colilla va a ocasionar ese incendio. Y si, además, tenemos buen alimento para ese fuego, aumenta la propagación”. ¿Qué buen alimento? “Cultivos abandonados, o falta de pastoreo. Que no haya nada que lo pare”, advierte. “Tenemos un amplio territorio de masas forestales inflamables que no se interrumpe. No hay cultivos, están abandonados. Hemos perdido ese paisaje mosaico que hacía de cortafuegos natural”, lamenta la ecologista.

Una colilla en masas forestales altamente inflamables

Parrilla pone el foco en la mala gestión del monte. “Hay que poner el foco la necesidad de gestionar nuestras masas forestales. Porque en estos incendios tan gravísimos como los que vemos estos días, las masas forestales tienen un altísimo grado de inflamabilidad, independientemente de la causa”.

Pero no es sólo eso. Cuando hablamos de las causas, la ecologista no da crédito a que, a estas alturas, haya quien deje una colilla mal apagada en el monte, con estas temperaturas. “Si vives en el medio natural, tienes que saber que tienes riesgo de incendio: de sufrirlo y de generarlo. Y hay cero cultura en ese sentido”, denuncia.

“Lo que estamos viendo son desastres que además se llevan la vida de personas, no sé qué más hace falta para concienciarse con algo como lo de tirar una colilla, qué más tiene que pasar”, se pregunta Parrilla. “Me resulta desesperante”.

Uso tradicional del fuego y cambio climático

Cuando hablamos de las causas de los incendios, Parrilla anima a consultar las estadísticas del MITECO. Datos que reflejan que, en general, no hablamos de pirómanos, o de la caída de rayos, sino de negligencias como la de la colilla, o de un mal uso del fuego. ¿Cuál?

“En todas las memorias de la fiscalía se ve que, en la mayoría de los incendios, la causa inicial del fuego es los usos tradicionales del propio fuego”, asegura Parrilla. Entendiendo por “usos tradicionales” las quemas de rastrojo, por ejemplo, ya sea para ampliar pasto, para ampliar los cotos de caza… “Se usa el fuego para gestionar el terreno, pero en esta era del cambio climático, quemar como se quemaba antes ya no es posible”, advierte la portavoz de Greenpeace.

Y cree que es un problema “muy importante que habría que abordar”, sobre todo en la región noroeste, donde “hay una cultura muy arraigada al uso del fuego”. Hablamos de “personas que trabajan la tierra y utilizan el fuego como herramienta de gestión. Pero ahora, estas prácticas tienen más riesgo que antes. No podemos seguir quemando la tierra como se quemaba antes”.

Y advierte: “Cada vez hay menos días en que se puede autorizar a los ganaderos para hacer esas quemas”. Lo cual supone un problema. Para ellos y para el monte. Parrilla explica que, si se hace una quema de rastrojos sin autorización y de forma descontrolada, si se genera un incendio, es delito. Si se hace lo mismo, pero hay autorización, sería negligencia.

En España, explica, sólo se identifica al 17% de los causantes del incendio forestal. “Queda mucho por hacer, tanto en la causa como en la propagación”, lamenta. Y pide que se apliquen las penas previstas en el Código Penal para el delito de incendio forestal, que prevé hasta 20 años de cárcel.

Los incendios del Jerte se consideran “provocados”, sobre todo, porque empezaron con dos focos. Pero Parrilla no descarta que sean quemas de rastrojos que se hayan descontrolado. “Se utiliza mucho el fuego, no somos conscientes de ello”, advierte. “En España hay una media de 20.000 incendios al año. No es un problema del verano, es de todo el año”.

Grecia fue un aviso: puede ocurrir en España

En julio de 2018, Grecia sufrió el peor incendio de su historia. En la región de Ática, que rodea Atenas, el fuego se extendió rápidamente a zonas habitadas. Murieron 102 personas. Mónica Parrilla advierte: “Es algo que puede pasar en España. Es el mismo paisaje mediterráneo que tenemos aquí. Nos puede pasar, y si seguimos así, pasará”.

Motivos no faltan, según la ecologista. “Tenemos polvorines como masas forestales, no hay una buena gestión, y tenemos cada vez más olas de calor. En un país con tres cuartas partes del territorio en riesgo de desertificación. Es un drama absoluto”. Pide más concienciación, tanto a la sociedad como a las autoridades. Y zanja: “Los incendios forestales en España son un problema ambiental de seguridad nacional”.