La hazaña de una profesora que ha conseguido multiplicar por cinco los alumnos de Griego: "He logrado engancharles"

  • Lydia Martín ha conseguido que en su instituto se haya pasado de tres a 15 alumnos en Griego en primero de Bachillerato de un año para otro

  • Docente en un instituto público de secundaria de Sevilla, da clases de Latín en cuarto de la ESO y Griego, y Latín, en primero y segundo de Bachillerato

  • Salvemos el Latín y el Griego, por Jesús de la Villa

Cuando Gabriel, mejor nota de Selectividad en la Comunidad de Madrid el pasado junio, con un 10 en todos los exámenes, confesó que quería estudiar Filología Clásica, las redes sociales se le echaron encima. “¿Cómo Filología Clásica, si esa carrera no tiene salidas?”, “con semejante nota, debería estudiar algo más provechoso”, le increpaban.

Algo así le pasó en su día a Lydia Martín (Sevilla, 1985) en su entorno más reducido. También ella había sacado matrícula de honor en Bachillerato y, como a Gabriel, le animaron a que estudiara otra carrera como Medicina o Derecho. “Pero yo me empeñé en hacer Filología Clásica. Y al terminar, conseguí una beca en la Universidad y, de hecho, tuve que renunciar a ella porque me saqué las oposiciones para profesor”.

13 años después Lydia Martín es docente en un instituto público de secundaria de Sevilla y da clases de Latín en cuarto de la ESO y Griego y Latín, en primero y segundo de Bachillerato. Hace unos días, escribió en Twitter su última hazaña. Algo tan simple, pero tan poco habitual, como esto: “15 alumnos matriculados en Griego de 1° de Bachillerato”. La frase ha conseguido más casi 7.700 me gustas y más de 400 comentarios.

De los 34 alumnos que estudian la rama de Humanidades y Ciencias Sociales en primero de Bachillerato, 15 han escogido Latín y Griego. “Es todo un récord porque el año pasado, mi primer año en el instituto que estoy actualmente, me encontré solo con tres estudiantes en clase. De hecho, los iban a mandar a otro instituto, porque no querían que se mantuvieran las Humanidades en el centro, pero los padres pidieron que se quedaran y llamaron a la inspección, que, finalmente, les dio la razón, ya que estaba yo de profesora”, explica.

Lydia se dio cuenta entonces que tenía una tarea por delante. No podía volver a repetirse esa situación. Tenía que conseguir que más alumnos optasen por Latín y Griego en primero de Bachillerato. Para ello necesitaba "enganchar" en cuarto de la ESO a los que estudiaban Latín para que en primero de Bachillerato continuasen y eligiesen también Griego. Y lo consiguió: de 25 logró que se quedasen 15.

“Sabía que tenía que transmitirles que el latín no era una cosa que no sirviera para nada. Además, comencé a enseñarles un poco de etimología griega, aunque en ese curso no entraba en la asignatura. El griego nos deja muchísimas palabras: geo viene de tierra o bio de vida. Itis significa inflamación y aporo, pobreza”, asegura.

Marcas como Nike o Kappa

A Lydia se le ocurrió también trabajar sobre las marcas que han tomado nombres del latín y el griego para que los alumnos decoraran el instituto con ellas. “Nike (que significa victoria), Nivea (nieve), Kappa (de la letra griega kappa).... Eso a los alumnos les llamaba la atención”, señala. “Como cuando hicieron un trabajo en los que se disfrazaron de dioses grecolatinos”, cuenta.

Entusiasmar a los alumnos en el latín y griego no es, desde luego, fácil. Tampoco ayuda que los equipos de orientación les recomienden que no se metan en la rama de Humanidades porque no van a encontrar salida. “No entiendo por qué alumnos que van a estudiar Derecho tienen que ir a la rama de Sociales cuando a algunos se les da muy bien el latín y, seguramente, vas a sacar una nota mucho más alta en Selectividad si se te da bien el latín”, apunta. “Estudiar latín no solo sirve a aquellos que van a estudiar Filología”.

Lydia insiste en que tanto el latín como el griego son las raíces de nuestra cultura. “Hay quien opina que tenemos que ser puros robots y estudiar únicamente lo que nos va a servir, pero conocer la base de nuestra cultura y el gran vocabulario que nos da es fundamental”, señala. “El vocabulario que han adquirido mis alumnos este curso es enorme. Comparado con los de Ciencias, es mucho más rico. Además, del amor por la lectura”.  

Lydia está convencida que el éxito está en estudiar lo que a uno le guste porque nunca se sabe. “A mí me dijeron que optase por otra carrera para que no me muriese de hambre, pero amigas que estudiaron Arquitectura no encontraron trabajo por ninguna parte y yo, en cambio, acabé la carrera y encontré trabajo. Y desde entonces no he parado”.