Más de 200 enfermedades afectan al cerebro y los gobiernos solo gastan 2,2 euros per cápita en tratarlas

Informativos Telecinco 26/02/2019 19:34

Las enfermedades que afectan al cerebro son muy numerosas y diversas. Se han diagnosticado más de 200 y mientras algunas son genéticas y otras están causadas por virus o toxinas, una parte de ellas son de origen desconocido.

Con el envejecimiento generalizado de la población, estas afecciones se están haciendo cada vez más notables, experimentando un aumento. Es por ello por lo que los expertos alertan que es necesario seguir apostando por la prevención y la investigación en este campo como herramientas fundamentales para luchar contra estas enfermedades. “Combatirlas mejor es el reto científico más importante que afronta la medicina del siglo XXI”, sostiene José Luis Lanciego, neurocientífico e investigador del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra, en su libro 'Los trastornos cerebrales: La lucha contra las enfermedades neurodegenerativas’.

Según asegura, "los avances en investigación nos han colocado en una posición privilegiada, pues conocemos mejor que nunca los procesos biológicos, moleculares y genéticos que están relacionados con los trastornos cerebrales", lo que ha permitido “diseñar tratamientos muy innovadores, como diferentes vacunas, terapias de reemplazo celular y reprogramación genética con vectores virales”. Es por todo ello por lo que señala que "el estado actual de este campo de investigación y las perspectivas para las próximas décadas invitan a encarar con optimismo un futuro en el que el cerebro humano no solo continuará siendo, como a menudo suele citarse, el objeto más complejo del universo, sino que tal vez la ciencia lo convierta también en el más blindado contra la enfermedad".

Invertir en salud es también bueno para la economía

Sin embargo, y pese a todo optimismo, para que todo ello sea así es necesario que las distintas administraciones empleen sus recursos en materia de sanidad sin descuidar su trascendental importancia, invirtiendo dinero en el tratamiento de trastornos y enfermedades que cada año suponen una pérdida no solo a efectos de la salud del paciente, sino también en términos generales en lo que se refiere a participación y productividad laboral, y su impacto en el producto interior bruto (PIB). Invertir en salud compensa también en términos económicos para la riqueza de un país. Eso es lo que defiende el estudio publicado en 2016 por Lancet Psychiatry, –que pone el foco principalmente en la ansiedad y la depresión–, del que se hizo eco la propia Organización Mundial de la Salud. Según éste, –que sostiene que cerca del 10% de la población mundial padece depresión o ansiedad, afectando todo ello al 30% de la carga económica mundial–, por cada dólar que se invierte en el tratamiento estos trastornos se consigue un beneficio 4 veces superior al gasto que conllevan, en lo que se refiere a beneficios relacionados con la salud y la mejora de la citada participación y productividad laboral.

Atendiendo al último Atlas de Salud Mental publicado por la Organización Mundial de la Salud, con fecha de 2017, los gobiernos gastan una media de 2,5 dólares (2,2 euros) per cápita en salud mental, existiendo una diferencia muy grande entre los países con bajos ingresos y los que tienen una economía holgada, con valores que oscilan respectivamente entre menos de un dólar y hasta 80.

En este sentido, este informe también denuncia una falta de inversión en los servicios sanitarios destinados a personas afectadas por problemas mentales, señalando las múltiples consecuencias negativas que ese déficit de atención psiquiátrica provoca a todos los niveles.

Una población envejecida

En este contexto, de lo que avisa el doctor Lanciego es de que además, se está produciendo un envejecimiento generalizado en la población mundial. Actualmente hay en el mundo unos 600 millones de personas mayores de 60 años, una cifra que en medio siglo ascenderá hasta 2.000 millones, el 21% de la población mundial.

“Estas previsiones permiten anticipar que a lo largo de este siglo también crecerá considerablemente la prevalencia del párkinson y el párkinsonalzhéimer, las dos enfermedades neurodegenerativas con mayor incidencia en la sociedad moderna", subraya, explicando que por ello, "urge intensificar la investigación en estas enfermedades para profundizar en el conocimiento de sus mecanismos y poder desarrollar nuevas estrategias terapéuticas".

Más allá, el especialista advierte de que existen cientos de enfermedades neurodegenerativas no tan frecuentes. La demencia con cuerpos de Lewy, la atrofia multisistémica o la enfermedad de Huntington son tres ejemplos de estos numerosos trastornos.

En otros casos se trata de enfermedades desmielinizantes, afecciones en las que se daña el recubrimiento protector (vaina de mielina) que rodea las fibras nerviosas y que provoca la disminución o anulación de los impulsos nerviosos. Así sucede en la esclerosis múltiple, donde una reacción autoinmune contra la vaina de mielina provoca daños en las fibras nerviosas y en las neuronas. Un caso singular es la esclerosis lateral amiotrófica, caracterizada por la muerte de las neuronas que controlan el movimiento voluntario de los músculos.

No obstante, y pese a todo, sin olvidar que trabajar por un sistema sanitario eficiente ha de ser una tarea continua, según Lanciego "el avance en el conocimiento de los trastornos neurodegenerativos y el progreso de la tecnología biomédica están aportando nuevas estrategias para mejorar los tratamientos disponibles”, y es por ello por lo que defiende que “los logros recientes y los que se prevén a corto y medio plazo permiten vislumbrar un panorama mucho más esperanzador que el existente pocos años atrás".

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