Carmen Pellicer, escritora y pedagoga: "El profesorado debe estar bien formado y tener recursos"

  • Ha participado en la elaboración de los capítulos dedicados a educación del Informe España 2050

Carmen Pellicer, presidenta de la Fundación Trilema y directora de la publicación educativa Cuadernos de Pedagogía, es sinónimo de Educación. A lo largo de su carrera ha sido profesora en diferentes centros de Secundaria. También ha participado en diferentes programas de formación de profesores y directivos.

Fundadora junto con José Antonio Marina de la Cátedra de Inteligencia Ejecutiva de la Universidad Nebrija, Pellicer mantiene que “el niño no elige la familia en la que nace, pero la escuela sí puede ayudarle a afrontar sus circunstancias de una manera distinta. Al final, el sistema educativo puede ayudar a que los niños que nacen en entornos desfavorecidos, emocionalmente dañados o inseguros, no se hundan”.

Pregunta: Quedan pocos días para que finalice este curso tan atípico. ¿Cuál es su valoración?

Respuesta: La valoración es positiva. En una situación social y sanitaria realmente compleja y grave como la que estamos viviendo, la respuesta de la escuela española, en general, ha sido encomiable. Hemos respondido de forma profesional, con esfuerzo, responsabilidad y compromiso. Con recursos, a veces, insuficientes. Aun así, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) destaca nuestro país entre los que ha mantenido el ritmo presencial durante la pandemia. Este hecho revierte en bien social.

Aunque la valoración es positiva, ha sido un curso difícil. También complejo a nivel emocional, porque ya traíamos la mochila del estricto confinamiento durante el final del curso anterior, una circunstancia que ha hecho necesario el acompañamiento personal de alumnos, de familia y de docentes.

P: ¿Qué impacto ha tenido la pandemia en la educación del alumnado?

R: Se ha hablado mucho de la posible “pérdida” de aprendizaje académico… ¿Cuál ha sido la pérdida de aprendizajes en matemáticas o lengua? La pandemia nos ha procurado la posibilidad de aprender cosas nuevas. El alumnado ha aprendido sobre ellos mismos, se ha enfrentado a situaciones complicadas, ha tenido que poner en práctica autonomía, resiliencia, responsabilidad. Si toda esta experiencia se acompaña en la escuela con eficacia, nuestros alumnos pueden incrementar su madurez.

No creo que sea muy importante el tiempo que pasaron en las casas y el impacto que esto haya podido tener en el aprendizaje académico; creo que estas carencias en el aprendizaje académico no se deben a la pandemia sino a los males endémicos de nuestro sistema educativo, que son previos a la actual situación.

P: ¿Qué papel ha jugado el aprendizaje híbrido en los aprendizajes de los estudiantes?

R: Ha sido fundamental. Hay un hecho claro y es que han estado confinados en casa varios meses. Lo que parecía algo impensable, un cambio radical de nuestro sistema, lo logramos en el confinamiento. Tuvimos que ser ágiles en la respuesta, lo que supuso una aceleración de las competencias digitales y la necesidad de desarrollar la autonomía. Estos dos elementos es necesario ponerlos en paralelo: hemos precisado dotar de recursos digitales, incrementar la competencia digital de alumnos, familias y docentes, pero a la vez nos hemos dado cuenta de que necesitamos alumnos autónomos, capaces de autogestionar su aprendizaje en casa sin tener un vigilante constantemente.

Esto supone un enfoque diferente al que teníamos hasta ahora. Cuando hablamos de hibridación no hablamos de introducir “cacharros”: se trata de conceptualizar el aprendizaje de una manera diferente, combinando docencia directa con aprendizaje autónomo, presencialidad con aprendizaje remoto, digital con analógico… Es una mezcla que tendrá que quedarse en la escuela; no debe acabarse con la pandemia.

P: El pasado 20 de mayo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentó el estudio Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo

R: Ha resultado enriquecedor que personas plurales, con experiencias muy distintas, con filiaciones muy diferentes, hayamos sido capaces de realizar una reflexión profunda y serena. Hace mucha falta. Era necesario, en un año donde el panorama educativo español ha estado tan crispado -con la tramitación de la LOMLOE-, llevar a cabo una reflexión que arrojase luz sobre si las decisiones en las políticas actuales realmente se alinean con los horizontes que nos queremos marcar en materia educativa. Este es el valor más importante que ha tenido el trabajo realizado durante este último año.

P: ¿Cómo valora el resultado final del documento en materia de educación?

R: Considero que es valiente y que propone objetivos necesarios que nos lleven, por ejemplo, a reducir las tasas de repetición, que en este país son totalmente inaceptables. No puede ser que casi un tercio de los estudiantes españoles repita alguna vez en su vida. Hemos sido ambiciosos en plantear una reducción drástica de las tasas de repetición o de abandono escolar, pues seguimos teniendo las tasas más altas de los países desarrollados.

Los objetivos son ambiciosos y equilibrados; superan las batallas cortoplacistas y muy politizadas que afectan al debate educativo en general. Hemos logrado superar esas lógicas tan viciadas que funcionan hoy en los debates educativos y hemos sido capaces de trascender.

P: ¿Treinta años son suficientes para que la educación española incorpore las mejoras necesarias que le ayuden a situarse en la vanguardia educativa?

R: Se ha criticado que 2050 parezca un horizonte muy lejano, pero si uno pone en perspectiva la historia de la educación, 30 años es un periodo relativamente razonable para dar el giro radical que necesitamos. El documento repasa, en sus primeras páginas, los últimos cuarenta años y pone de manifiesto algunos de los logros que se han conseguido frente a la etapa anterior: tasas de analfabetismo, inequidad absoluta en el sistema, escolarización obligatoria solamente hasta los 14 años, niños lanzados al mercado laboral sin cualificación… es decir, hay muchas cosas que hemos superado de una forma espectacular. Por eso, treinta años es un periodo razonable para imaginar que podemos vencer nuestros siguientes desafíos.

P: ¿Es posible llevar a cabo todas estas reformas “sin alcanzar consensos”? En 2016, usted y el filósofo y pedagogo José Antonio Marina presentaron Papeles para un pacto educativo

R: Sin consenso no podremos avanzar. Lamentablemente este documento, como tantas otras iniciativas propuestas por un partido u otro, sale sin voluntad de escucha ni consenso por la otra parte. El consenso es indispensable. Actualmente no soy optimista, porque la situación está muy crispada. El debate de la LOMLOE ha puesto de manifiesto aún más todas las divisiones partidistas y lo politizado que está el debate educativo y eso nos aleja del acuerdo necesario que nos permita tomar decisiones valientes que nos acerquen a esos objetivos. Es triste que no tengamos capacidad como sociedad de ser generosos para sentarnos a buscar caminos de futuro.

P: España cuenta con unas elevadas tasas de repetición y abandono escolar, bajos resultados de aprendizaje, desigualdad educativa y los altos niveles de segregación escolar. ¿Qué medidas serían las primeras que deberían ponerse en marcha para empezar a notar los frutos de cara a los próximos años?

R: En el documento abordamos estos problemas y proponemos una serie de medidas específicas para cada uno de ellos. Si tuviera que elegir, la profesionalización de los docentes es fundamental. Los modelos de selección, de formación permanente al profesorado, la capacitación docente son claves para que en las escuelas se replantee no solo los niveles sino también las metodologías y el tratamiento curricular.

Además, es necesaria una inversión adecuada en recursos. Lo hemos visto durante la pandemia con el contingente “extra” de docentes que han llegado a los centros y que facilitaron la bajada de las ratios. La medida Covid más valorada por los docentes, en general por la comunidad educativa, ha sido la dotación extraordinaria de recursos humanos. Por lo tanto, para mejorar el sistema, la medida más importante es la dotación adecuada de profesorado, bien formado y con recursos apropiados para responder a las necesidades que cada vez son más complejas en el alumnado.

P: ¿Cuáles serían en su opinión los tres elementos imprescindibles que debería incluir la futura Ley de Formación Profesional?

R: La Formación Profesional debe incluir, en primer lugar, agilidad y flexibilidad en el diseño de los currículums y la aprobación de las cualificaciones. Porque, por ejemplo, en FP de Salud las titulaciones de Enfermería todavía se rigen con currículums LOGSE de los años 90. Treinta años después, un auxiliar de enfermería necesita adquirir unas competencias y unos conocimientos muy diferentes a los de entonces, pero el cambio de los currículums, la aprobación de las titulaciones, es muy lento, muy burocratizado.

En segundo lugar, es esencial la complicidad entre el sector público y el privado y también la colaboración de las empresas en la creación de los procesos de formación y de mentorización de los alumnos de Formación Profesional. La FP Dual cada vez es más importante, pero aún es muy minoritaria -en un tejido económico como el español donde las Pymes tienen más peso a diferencia de países como Alemania, donde, por su modelo productivo, la FP Dual es más fuerte-. El modelo Dual requiere una adaptación, donde tanto empresas como centros de formación colaboren y se incremente el tiempo que los alumnos están en las empresas para las que se están formando.

El tercer elemento es que el sistema permita pasarelas de los alumnos entre las distintas opciones y facilitar, por ejemplo, que un adolescente que hoy elige una FP de Grado Medio, a los 15 o 16 años, pueda fácilmente incorporarse a la universidad. Lograr que lo que la Comisión Europea define como aprendizaje para toda la vida sea una realidad, y se facilite. Esta modificación no va a ir en detrimento del sistema si se hace bien; muy al contrario, va a permitir que las personas sigan formándose y siempre tengan puertas abiertas.

P: En unos meses se iniciará un nuevo curso escolar. ¿Cómo se enfrentan los alumnos, docentes y familias al nuevo año académico?

R: Hay una mezcla de inquietud, incertidumbre y de ilusión. Pero antes contestaría cómo se enfrenta la comunidad docente al verano. Creo que necesitamos descansar: llevamos meses sin parar y no tuvimos vacaciones de verano. Este curso empezó el 13 de marzo de 2020. Es importante decirlo, para que podamos volver con ilusión, para que el próximo curso no sea igual que este y que esa nueva normalidad de la que se habla sea una mejor normalidad.

Para eso, necesitamos claridad en las decisiones sanitarias que vamos a tener que implementar en los centros; ya sabemos que se mantendrán las mascarillas, y se reducen las distancias. Esperamos que haya dotaciones para mantener las ratios bajas que nos permitan mantener la seguridad y seguir respondiendo día a día a las necesidades de aprendizaje. Si conseguimos cubrir la seguridad sanitaria podremos abordar un aprendizaje más ambicioso y riguroso.

P: Para finalizar, ¿qué aconsejaría a los docentes que se incorporan por primera vez al aula?

R: Que no hay nada más maravilloso en la vida que ser profesor. El poder que tienes en un aula de dejar una huella en tus alumnos para toda su vida. Aunque se olvidarán de tí, lo que les das les hará ser y elegir la vida que quieren. Creo que es un privilegio y hay que vivirlo como tal. Esto lleva a ser muy responsables para formarse constantemente, prepararse para cada desafío. Mi consejo es que no tiren nunca la toalla con ningún alumno. Siempre se puede hacer algo por cada uno de ellos. Y que busquen ayuda, porque hoy por hoy solos no podemos. Es importante generar equipo docente que sea capaz de ayudar y responder a los retos.