No es nada nuevo que los jefes quieran saber lo que hacen sus empleados en el horario laboral. Ahora, las oficinas 2.0 son una realidad.
En los últimos meses un creciente número de empresas está equipando sus oficinas con sensores para rastrear a sus empleados. Están siendo instalados en sistemas de iluminación, en paredes, debajo de las mesas... y en cualquier sitio que permita controlar dónde está el trabajador, cuánto habla y cuánto se mueve de su sitio.
Hace aproximadamente un año los periodistas del periódico británico The Telegraph encontraron pequeñas cajas negras instaladas debajo de sus escritorios. Los dispositivos detectaban si los empleados estaban en sus posiciones de trabajo. No sorprendentemente, los escritores y editores estaban preocupados de que los jefes supervisaran sus movimientos, incluso sus descansos en el baño, según informa Bloomberg.
También New Scientist informó de que una start up llamada Status Today utiliza un software para procesar informaciones como las claves de acceso utilizadas o aplicaciones que la gente utiliza desde sus ordenadores, entre muchas otras. De esta forma, pretenden entender el modo de trabajo de los empleados y de la empresa.
Asimismo, como explican en MIT Technology review, las informaciones recopiladas de esta forma permiten optimizar las empresas y detectar problemas antes de que se produzcan. Y es que con estas iniciativas una empresa podría comprobar qué parte de las mesas no se utilizan para así poder retirarlas y reducir la parte de oficina que alquila o, simplemente, localizar si un trabajador que maneja información sensible puede suponer un riesgo para la empresa.
Las nuevas oficinas de Boston Consulting Group en Mahattan, ciertas zonas del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido y Deloitte han incluido esta vigilancia al estilo Gran Hermano y están rastreando a sus empleados con dispositivos biométricos fabricados por la empresa Humanyze. Así las cosas, muchos deberían estar alerta ya que estas oficinas 2.0 podrían descubrir a más de un holgazán.