Las personas obesas no sienten el sabor real de los alimentos

Informativos Telecinco 28/03/2018 14:23

Un estudio elaborado por dos investigadores de la Universidad de Cornell, en Nueva York, ha demostrado que la obesidad reduce el sentido del gusto. Andrew Kaufman y Robin Dando se propusieron comprobar por qué algunas personas entran en un ciclo permanente de aumento de peso con la premisa de que el culpable era el apetito.

En los análisis realizados en ratones, los investigadores descubrieron que, ocho semanas después de convertirse en obesos, los roedores perdieron el 25% de sus papilas gustativas. "Hay muchos factores diferentes que contribuyen a nuestro estado de obesidad: creemos que un cambio en el gusto es uno de esos, y uno que las personas no tienden a considerar", explicó el científico de alimentos Robin Dando en The Guardian. Gracias a estos hallazgos, los científicos han refutado la suposición de que las personas se vuelven obesas porque aman la comida por encima del promedio.

Centrados en la respuesta cerebral, Dando y Kaufman han descubierto que las personas con mayor masa corporal no encuentran tan satisfactorios los sabores, por lo que necesitan comer más para obtener los niveles de dopamina que ofrecen los alimentos. Es por ello por lo que las personas obesas se sienten más atraídas por las comidas dulces y grasas, ya que tienen una mayor concentración de esta sustancia.

De acuerdo con los resultados del estudio, la comida grasa contiene una gran cantidad de productos químicos inflamatorios que disminuyen rápidamente el número de papilas gustativas.

El estudio se realizó con dos grupos de ratones: a un grupo se les daba comida normal y, al otro, alimentos ricos en grasa. Estos últimos aumentaron un tercio de su peso, algo que Nicola Pirastu, un genetista de la Universidad de Edimburgo, vio especialmente preocupante: “Si tuviéramos que traducir esto a los seres humanos, que pueden elegir su comida, esto podría empujar a la gente a buscar aún más alimentos ricos en calorías. Esto podría crear un circuito de retroalimentación en el que las papilas gustativas más bajas aumentarían la obesidad, lo que reduciría el número de papilas gustativas, aumentando así la obesidad aún más”, expresó.