En esta línea, ha recordado que la mayor parte de los países en desarrollo "tienen en las monoculturas, en los recursos forestales, en la explotación de los recursos marítimos o en las actividades de acuicultura, una referencia esencial -a menudo por desgracia única- para su economía y para su disponibilidad alimentaria".
Además, monseñor Travaglino ha reiterado su aprecio a la actividad de la FAO dirigida a favorecer el desarrollo y a garantizar la seguridad alimentaria, así como ha reafirmado su disponibilidad para sostener esta tarea que concierne un aspecto fundamental de la vida de los individuos y las comunidades.
Asimismo, el arzobispo ha recordado que en este momento de particular dificultad para la economía mundial "la Delegación de la Santa Sede alienta a todas las partes interesadas en promover los programas de ese organismo en los diversos sectores de la agricultura, de los bosques y la pesca, sobre todo con el objetivo de la seguridad alimentaria, que se ha convertido en algo imprescindible".
Monseñor Travaglino ha destacado también que "todavía hay que pasar de las palabras a los hechos, poniendo a disposición de la FAO los recursos necesarios" y ha apuntado que "la sostenibilidad de los sistemas alimentarios no puede limitarse a las técnicas de elaboración, a la conservación de los recursos o al intercambio de informaciones".
Por último, el Observador Permanente de la Santa Sede ante los Organismos de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, FIDA y PAM) considera que "enfocar la sostenibilidad unida a la persona humana" puede contribuir a "dar significado a la responsabilidad" con las futuras generaciones.