Reecuentro nostálgico

EL METRÓNOMO 23/05/2008 08:51

David Bustamante en la academia

Los alumnos le miraban como a una aparición. Tenían delante a ese chico de San Vicente de la Barquera que logró hacer famoso su pueblo, al albañil que protagonizó la historia idílica de grabar un disco tras bajarse del andamio, el más llorón y sensible de los concursantes de la edición en la que comenzó a andar esta academia. Por otro lado, los profesores se reencontraban con aquel chico cuya cultura musical no pasaba de Sergio Dalma (precisamente el invitado que tuvimos hace siete días), pero que poseía una bella voz y todas las ganas del mundo.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero a nadie le resulta indiferente aquella edición a estas alturas, una edición en la que todo estaba por inventar. Nombres como Bustamante, Bisbal, Rosa, Chenoa, Gisela o Natalia, tienen buena parte de la culpa de que otros muchos hayan querido emularles, presentándose a duras pruebas de acceso, pasando la aún más dura prueba académica y en estos últimos años incluso aguantando la impertinencia de algún miembro del jurado. Pero todo lo dan por bueno pensando que algún día podrán estar donde aquellos alumnos de la edición primera. 1

Especialmente emotivo fue ver a Bustamante abrazado al actual director de la academia, Àngel Llàcer, quien ya estaba en aquella primera edición, donde nos empezó a sorprender con sus originales clases. También Manu Guix o Capdevila llevan desde el primer año, incluso han estado edición tras edición, sin faltar ninguna, no siendo este el caso de Llàcer, que no ha pertenecido siempre al claustro de profesores.

Trabajo, trabajo, trabajo

Los jueves son días de febril actividad, con todos comenzando a machacar sus temas, pasando de un profesor a otro y planteándose a un tiempo la interpretación, los arreglos vocales y hasta la coreografía, en caso de haberla. El objetivo es mejorar cada semana y para eso no hay otro camino que el trabajo. Los boxes siempre llenos, alguien en cada sala, todos ensayando, comenzando a fijar sus temas y trabajando. Sobre todo trabajando.

Los profesores se evitan trabajo con Pablo, como hemos comentado alguna vez. Esta semana ha vuelto a proponer casi todos los arreglos de la versión del tema de los Beatles que cantará el martes que viene con su amigo Iván. Un trabajo tan duro como agradecido, que Guix deja hacer a este alumno al haber demostrado ser un gran músico de reconocido gusto para hacer tal labor. 2

Más inseguro se ve a Reke, convencido como está de que será el próximo expulsado. Además, la elección del tema de Luis Miguel no le beneficia mucho, y aún no tiene claro la intención que le debe dar a la interpretación. Es lógico que piense en esta canción como la última que podrá interpretar en una gala, ya que a nadie se le escapa que Virginia ha sido favorita varias semanas y él ninguna, un indicativo bastante definitivo teniendo en cuenta que la decisión está en las manos del mismo público votante. Reke ha asumido todo esto, a pesar de lo cual dice estar más tranquilo que la semana en que compareció en el banquillo de los nominados junto a Ros, el primero de los expulsados.

Si no eran suficientes alicientes, ahora tienen uno más para querer seguir en la academia, una vez que les han comunicado que al menos ocho de ellos harán la gira OT 2008. Una gira que cuenta con dos hitos de altura, el concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona y el del Palacio de Deportes de Madrid. Es un planteamiento trampa, como el de esos precios que llevan el encabezado: "desde...", algo parecido a lo que pasa al plantearles que por lo menos van a participar ocho alumnos, sin decir hasta cuántos podrán hacerlo finalmente. Llàcer decía el miércoles que otros años han sido diez, y parece vislumbrarse que ese será el número de concursantes que llegarán a la gira, si bien utilizan este reclamo como un acicate para los alumnos.

En la misma mesa

Pablo propone que "la otra mesa" se pase a la mayoritaria. Las bajas se han producido en ambas mesas del comedor, ya que Ros y Esther eran de la mesa en la que se sientan desde el primer día Pablo, Sandra, Iván, Anabel, Mimi, Noelia y Reke. En la otra mesa están o han estado las dos Tanias, Virginia, Manu, Chipper, Rubén y algún otro, ya que hubo dos concursantes que apenas duraron unos días, como fue el caso de Patty y la que fue sustituta de esta, Paula.

En la mesa de Iván quedan espacios libres, y aunque aún no podrán todos estar siempre en una sola mesa aún, hay momentos en que esto si es posible, en cuanto falte alguno de ellos a una comida. Era curioso ver a bastantes de los alumnos sentándose a cenar con albornoz, algo que estaba provocado porque momentos antes habían estado desmadrándose un poco en el jacuzzi. Curioso que mientras algunos se divertían, otros mirasen y disfrutasen de la diversión ajena. Es algo que pasa en todos los grupos, y en este caso protagonizaban Virginia y Manu. Sé que no estaban riéndose de ellos, sino que sanamente les hacía gracia ver a Iván haciendo la sirena, pero parece ciertamente significativa esta división entre los que participan y aquellos que prefieren adoptar el papel de espectadores, mirando desde fuera aquello en lo que están igualmente implicados.

El difícil papel de Llàcer

Muy cuestionado está siendo el director de la academia de esta edición. Muchos no le perdonan su excesivo colegueo, la omnipresencia de la que tanto hemos hablado, que se preocupe por todos los detalles, se implique, se comprometa, sea activo, divertido, delicado, rompedor, alocado. Demasiados adjetivos para no caer en vano, pero todo esto y mucho más es Llàcer. También es algo hortera, y se autocalifica de hippie cuando lleva unas gafas de Armani que valen un congo. Este dilecto director, como le hemos llamado aquí, puede tener muchos defectos, y está claro que se equivoca en ocasiones, pero no hay duda de que solo se equivocan los que actúan, mientras que hay otros que solo se dedican a frotarse las manos esperando el fallo de los demás.

No lo tiene fácil Llàcer, especialmente cuando aparte de tratar con futuros artistas y sus intentos por llegar a serlo, tiene que bregar en otros terrenos más pantanosos, como son los de las relaciones personales. Aún así él lo intenta con denuedo, enfrentándose a veces a una cruda e inevitable realidad. Virginia no soporta a Iván ni a Sandra, de igual forma que estos dos no la soportan a ella. Es algo que se palpa en el ambiente, pero que sobre todo se nota en las miradas. La fuerza, el poder gélido e imperturbable de una mirada, no es fácil encontrarlo en casi nada más. Ningún otro gesto humano es capaz de igualar el poderío de una mirada, y ahí es donde quedan delatados y retratado que estos individuos no se tragan. Están a la mesa y de repente llega Virginia hablando desde fuera del plano, vemos entonces la mirada de Iván y Sandra y no hace falta nada más. Tenemos toda la información que necesitábamos. Sus miradas nos dicen que es la voz de Virginia, a la que miran de un modo especial, igual que sucede recíprocamente. ¡Que fuerte!