El mundo al revés II

EL METRÓNOMO 16/06/2008 08:20

"No lo habéis tomado en serio"

El director de la academia comienza el pase de micros hablando de ladillas, todos parecen estar de buen humor, algo que ya se había visto dos días antes, en un pre-pase de micros donde Noelia se sentaba entre Manu Guix y Myriam, o Pablo a la diestra de Llàcer. En ambos pases el ambiente parecía especialmente relajado, quizá producto de la confianza que todos han logrado alcanzar con el grupo y también por un cierto nivel de hartazgo, tras tantos días de intenso trabajo dentro de la academia.

Sorprendentemente, tras el pase del domingo, Llàcer cede la palabra a Myriam y esta dice que le ha parecido "lo peor", como si no lo hubiesen tomado en serio y entonces el director aprovecha para estirar el argumento hasta la saciedad, como suele, salpicando su discurso con permanentes "¿entendéis esto?", lo cual siempre me transmite la sensación de que estuviera infravalorando la inteligencia de los demás, sobre todo cuando el argumento es de la sencillez meridiana de este que comento. 1

No sé si los profesores han confundido el buen humor con la desconcentración. Cuando Llàcer habla del peligro de que se relajen probablemente no se da cuenta que ese debió ser (si es que no lo fue) uno de los objetivos que el claustro de profesores se tuvo que haber marcado en un principio. Que los alumnos lleguen a la ideal situación de actuar con relajo, lo cual inevitablemente hará reducir la presión y les mostrará con el plus de naturalidad perseguible por cualquier artista.

Interpretar esa relajación o el buen humor reinante como que no se están tomando en serio su trabajo es tan erróneo como hacer de ese comentario un argumento estirable durante casi un cuarto de hora, algo recibido en silencio por todos menos por un Pablo que no puede resistirse a hacer algún comentario mostrando su discrepancia. El reproche de los profesores es especialmente improcedente si tenemos en cuenta que el propio Llàcer empezó el pase de micros hablando de ladillas e insistiendo durante minutos, incluso durante la prueba de micro de Manu, en que él es una persona muy limpia. Quién le pone una nota de humor a la situación fue él, con lo cual parece aún más extraño que luego se sorprenda y censure que los demás sigan su camino.

Los gases de Manu

También parece que sea hacer las cosas al revés, o cuando menos no hacerlas de la manera más óptima, que siendo Manu el primero que debía actuar, según el guión de los profesores, y habiendo comentado este que tenía gases (que es como él llama a un pequeño acceso de hipo) en lugar de proponerle que posponga su intervención, corriendo el turno a otro u otros compañeros, pasen de él y le dejen salir a cantar para luego comentarle que lo del gas no tiene gracia.

Pero vamos a ver, los gases son algo tan serio como una torcedura de tobillo. Es que parece como si Manu hubiera querido reírse de la situación, sin que se dieran cuenta de que a buen seguro fue el más directo damnificado por un contratiempo que ni controla ni, por supuesto, deseó en ningún momento. No sé a qué viene reprocharle algo como esto y tampoco se entiende que nadie fuera capaz de reaccionar a tiempo para posponer la actuación de este concursante en el pase de micros.

Manzo y los demás

En las valoraciones de los profesores destacó el negativismo de Llàcer (en parte relativizado por Guix), la casi ausencia de comentarios de Myriam (el director llegó a bromear sobre si esta semana también iba a cobrar su sueldo) y la discrepancia de Manzo. El profesor mexicano, experto en un sistema de técnica vocal de indudables resultados, ha sido ninguneado de forma casi sistemática por alumnos y el resto del profesorado, a pesar de lo cual sus clases son posiblemente las que más hayan podido ayudar a los alumnos, algo que estos le agradecerán en un futuro próximo. Además, Manzo está siempre con los pies en el suelo, como pudo demostrar ayer.

Tras la infinidad de objeciones que había ido poniendo a cada una de las actuaciones, exigiendo una interpretación que no solo puede ser contraria a la que el alumno pretende sino que además puede llegar a resultar innecesaria, llegó el momento de valorar a Virginia y todo fueron parabienes. Lo de menos es que el director quiera que un tema como el que ha de defender esta semana Iván sea acompañado de una interpretación que transmita algún tipo de intencionalidad, porque sencillamente se trata de un tema 'pop' intrascendente, que este alumno hace bien en afrontar de la forma que vimos ayer, con una pose divina, gusto exquisito a la hora de moverse y derrochando estilazo a raudales. Lo peor no es eso, sino que el contraste entre la interpretación de Iván y la de Virginia es tan escandaloso a favor del primero que casi duele al oído escuchar las críticas que le dedicaron el dúo Llàcer-Guix en contraposición a los elogios dedicados a Virginia. 2

No quisiera entrar en valoraciones personales sobre las aptitudes de los profesores, que aquí solamente se han de exponer al juicio público por su labor docente, lo cual ya es bastante. Pero dado que Guix reclamó su cuota parte de auto-promoción haciendo aquel pequeño concierto delante de sus alumnos, me parece lícito enjuiciarle también en su vertiente de autor y cantante, y de acuerdo a lo que pudimos escuchar entonces he de decir que ya le gustaría al director musical de esta academia cantar algún día con la sensibilidad y personalidad con que lo hace Iván. Su obsesión por los gallitos de este parece excesiva y fuera de lugar. Eso es parte de su estilo y se han cansado de repetir que ellos no quieren cambiar el estilo de nadie. ¿Con qué nos quedamos entonces? Con los profesores que respetan la personalidad de sus alumnos o con la machacona insistencia en que Iván no haga ni un solo gallo cantando el tema de esta semana, idéntico objetivo que el de semanas anteriores. 3

Luego llega Virginia, interpreta su tema como quiere, canta el 'por qué te vas' como si fuera un '¿por qué te vas?' y, sobre todo, vuelve a notarse la inseguridad de su voz o el temblor injustificado que no aparece en sus ensayos en un 'box' pero sí cuando tiene que someterse a evaluación alguna, ya sea del jurado o hasta de sus propios profesores. Sigue demostrando, por tanto, su escasa solvencia como cantante, pese a lo cual solamente Manzo parece estar con los pies en la tierra cuando, tras los elogios de los otros tres profesores, dice: "Yo lo he visto muy flojo". Y entonces el Metrónomo se levantó a aplaudir. No todo está perdido, aún alguien es capaz de mantenerse de pie en medio de este mundo al revés.

Y el la confianza medida en un experimento

Interesantísimo me pareció el experimento que les propuso Llàcer, que no todo van a ser críticas a este director trabajador y creativo, que se equivoca como todo hijo de vecino, quizá más porque el error es con frecuencia directamente proporcional al trabajo, y además él nunca rehuye el riesgo. Terminado el pase de micros, y después de haber pedido a Pablo que no tuviera miedo y se lanzase a la piscina liberándose de eso a lo que a veces parece atrapado, que no le deja darlo todo de si mismo, Llàcer les propone a todos un pequeño experimento.

El primero en probarlo es Pablo y después va el resto, Manzo y el propio director incluidos. Consiste en algo tan simple como poner un antifaz que tape los ojos e impida la visión de quien se está sometiendo al experimento y pedirle que arranque a correr sin parar. Al otro extremo se sitúan todos los demás para pararle e impedir que se rompa la nariz en el espejo de la pared. Interesante ver que solo Iván y Chipper corren sin miedos ni ataduras. Casi ninguno de los demás llega hasta el final, parándose temerosos tras correr dos terceras partes de ese breve trayecto. Significativo y revelador experimento, que nos permite conocer el nivel de confianza y naturalidad con el que se desenvuelve cada uno.