Tras su divorcio, Alejandro Sanz y Raquel Perera deben ponerse de acuerdo para repartir sus propiedades. En la fortuna a repartir se incluye la casa de Miami en la que la pareja habría estado conviviendo y tendría un valor de más de diez millones de euros. De la misma forma entran en juego una finca en Cáceres con una casa de casi 900 metros cuadrados y una mansión en Madrid con todos los lujos imaginables.
Uno de los conflictos podría desencadenarse a raíz del reparto de las empresas puesto que Raquel estaría registrada como una de las administradoras principales de una de las productoras que más beneficios aporta a Alejandro Sanz en lo que se refiere a la explotación musical.