Los exsalvajes han llegado a su nuevo paraíso y no han dejado de flipar desde que han bajado de la barca, para ellos su nuevo hogar es “el paraíso” y están pletóricos de felicidad. Todo lo contrario que a los nuevos salvajes, que se han quedado sin habla cuando han visto el lugar en el que van a vivir, como mínimo, una semana. “¡Pero qué cutre!”, decía Sofía. El resto sufría como ella un bajón máximo, todos menos Hugo, al que todo le parecía genial.