Windsor, el pueblo que alberga el castillo donde se ha realizado la boda real entre Harry y Meghan lleva más de una semana alentando la seguridad extrema para la boda más esperada del año. Como indica una de las españolas afincadas en la zona se encuentra todo vallado y cerra, sin poder sacar el coche y con cotroles a la entrada y salida del pueblo. Para llevar a cabo este nivel de seguridad se han necesitado 4.200 agentes y 34 millones. Los registros personales, los arcos de detección de armas y el reconocimiento facial son algunas de las medidas tomada para velar por las cientos de personas que han llegado a ver el recorrido de la pareja real.