Del campo al maletero: los agricultores sevillanos se rebelan contra los precios en el mercado

Agricultores sevillanos vendes sus productos de forma directa al consumidor. Redacción
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SevillaEn la campiña del Bajo Guadalquivir, donde la tierra lleva generaciones cultivando todo lo esencial para vivir, un grupo cada vez mayor de agricultores ha dicho basta. Cansados de vender sus productos a "precios irrisorios", por debajo casi del coste de producción, están optando por una vía mucho más directa, abrir sus fincas al consumidor y vender desde el mismo campo, sin intermediarios, sin cadenas de distribución y sin márgenes abusivos.

La mayoría de estos productores se concentran en municipios como Lebrija (Sevilla), epicentro de una agricultura que dicen que agoniza bajo el peso de los mercados. Allí, semanas atrás, dos agricultores decidieron regalar literalmente toneladas de patatas para denunciar la situación. Hoy, otros han tomado nota, y cada vez son más los que apuestan por vender patatas, tomates, sandías o melones directamente al público. Algunos, incluso, han montado pequeñas zonas de venta improvisadas con básculas, carpas y carteles a mano.

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"Muchos de los que viajan hacia las playas de Cádiz estos días ya saben que se pueden desplazar solo un poco para poder llenar el maletero de fruta y verdura de excelente calidad a un precio muy por debajo del mercado", dice Diego Bellido, agricultor.

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Una salida legal ante el colapso

La Junta de Andalucía contempla en su normativa la posibilidad de vender directamente desde la finca una cantidad limitada de producto, aunque la cifra exacta puede variar según el tipo de cultivo, lo que permite a estos agricultores acogerse legalmente a este canal directo, sin incurrir en irregularidades: "se pueden vender miles de kilos de forma directa, que es lo que estamos haciendo", aseguran.

Lo hacen por necesidad, pero también por dignidad. “El agricultor y el consumidor son los eslabones más frágiles de la cadena”, lamenta Bellido, que es a su vez portavoz de COAG en Sevilla, por lo que conoce de buena mano la situación de todos sus compañeros trabajadores de la tierra.

Detrás de cada puesto improvisado hay historias de pérdidas, de facturas impagadas, de cosechas enteras desperdiciadas por no cubrir ni siquiera el coste de la producción, aseguran. Sequías, inundaciones y un mercado que aprieta les está haciendo el camino cuesta arriba, pero al menos así han encontrado una solución tanto para ellos como para el consumidor.