Leonardo Sbaraglia: "He escrito cartas de amor, he hecho cosas románticas; siempre voy a intentar arder"
El actor argentino estrena hoy 'Los días perfectos', obra de teatro en base a un texto de Jacobo Bergareche, en el Teatro La Latina
La propuesta, dirigida por Daniel Veronese con producción de Julieta Novarro y Mónica Regueiro, podrá verse hasta el 26 de octubre
Leonardo Sbaraglia está tan metido en el personaje de la obra que estrena esta noche en el Teatro La Latina, 'Los días perfectos', que recurre a los parlamentos de ese rol para responder a las preguntas de los periodistas. Como si su personaje tuviera más claridad que él mismo para hablar de este tema. El tema universal. El amor. Más precisamente, el amor en una pareja que lleva 17 años de matrimonio, hijos, y ya en los últimos tiempos, tedio.
Llegó a España desde Buenos Aires una vez más, luego de varias idas y vueltas este año que viene intenso en su agenda. Estuvo en Francia, por una película de Guillaume Canet, en la que actúa con Marion Cotillard, luego ensayando y rodando aquí la nueva película de Pedro Almodóvar, 'Amarga Navidad', que coprotagoniza con Bárbara Lennie, Patrick Criado, entre otros, mientras se ocupaba de la promoción en Argentina de lo que él mismo ha definido como el papel más importante de su carrera: encarnó a Carlos Saúl Menem, el expresidente argentino, en la serie sobre su vida. También estuvo en México rodando la nueva temporada de 'Las Azules' y de promoción de otra serie, 'Las Maldiciones'. Ahora, se quedará en el país al menos hasta el 26 de octubre, día en que bajará el telón de la obra de teatro que marca su debut en las tablas madrileñas, un monólogo en base al libro de nombre homónimo de Jacobo Bergareche.
¿Cómo se hace todo eso? "Llegamos con la lengua afuera, pero llegamos", dijo a Uppers con una sonrisa desde la azotea del teatro. Dijo que empezó a estudiar el texto el año pasado y lo repitió en cada rincón que pudo hasta sabérselo a la perfección. Tanto, que lo introdujo en una conversación con el mismísimo autor, Bergareche, durante una cena en su casa, y por un momento le hizo creer que era parte de la charla. "Mi mujer pensaba que era algo que me estaba contando, pero no, era el texto de la obra", nos contó el escritor.
A nosotros nos hizo lo mismo. Cuando le preguntamos por Luis, su personaje, y su nostalgia de tiempos mejores, empezó a responder con un análisis verdadero sobre lo que piensa de él, e inmediatamente entrelazó su opinión con el texto: "Creo que el personaje de Luis tiene algo pujante. No mira al pasado con nostalgia sino que trata de recuperar esos días perfectos que tuvieron con su mujer para volver a incluirlos en el presente". Hasta ahí es la respuesta de Leonardo. Luego, empezó a hablar como Luis: "Nosotros tuvimos muy buenos momentos, no me resigno a tener que olvidarlos. Días a los que les trajimos su melodía para poder usarla de base, de plantilla, tocar juntos en pareja, improvisar en otro momento, un repertorio que es a prueba de óxido, que no admite desgaste". Pausa. Vuelve a ser Leonardo: "Hay una especie de pedido de Luis". A continuación, ya no solo recita sino que lo actúa, se emociona: "No me resigno a tener que olvidar esos momentos. Ese juego en familia, ese ritual de las guerras de cosquillas que tengo con mi hija en algún momento se va a terminar. Ella se va a hacer más grande, yo me voy a hacer más viejo, y todo va a pasar a ser un recuerdo feliz de su infancia. Me duele, lo acepto. Pero nuestros momentos de felicidad ya vividos, no me resigno a tener que olvidarlos".
No hace falta explicar mucho más. El texto está compuesto por dos cartas dirigidas a la mujer y a la amante de Luis, en las que plantea la necesidad de recuperar la alegría. Hay nostalgia pero también hay pulsión vital. Y sobre todo, hay empatía. Todo el que haya vivido una historia de amor sabe lo que es lamentarse por los eufóricos tiempos de los primeros años de enamoramiento, de entrega, de ilusión. Todo el que haya transitado una relación larga, de convivencia y cotidianidad, conoce las consecuencias del tedio, el aburrimiento, la repetición.
Pero Leonardo Sbaraglia, a todas luces una persona entusiasta y contenta con su presente, reivindica el disfrute de las pequeñas cosas y del hoy. Así, al menos, lo hizo en esta charla: "Intento no ser nostálgico. La nostalgia no sé qué significa, pero tenemos una idea de lo que es. Una idea de quedarse agarrado a cuestiones del pasado o que algo del pasado ha sido mejor. Me parece interesante de este personaje que está intentando recuperar la alegría".
El libro de Bergareche ensaya algunas reflexiones sobre las ideas del tiempo. Contrapone el tiempo cuantitativo con el cualitativo y se inspira en el concepto griego de kairós, ese período indeterminado, imposible de cuantificar, cuyo valor está en lo que sucede, en algo importante y trascendental que califica a ese período. Por eso habla de "días perfectos", de momentos trascendentales. Para Sbaraglia, los días perfectos transcurren "en un campito" que tiene en Buenos Aires. "El mate, una tortilla de patatas, un encuentro amoroso, sexual, colgarse bajo la sombra de un árbol, ver el amanecer, el atardecer, una buena charla, eso es un día perfecto".
-¿Has escrito cartas de amor?
-He escrito cartas de amor, he hecho mucho esas cosas románticas
-¿Crees que las tecnologías nos alejan o nos acercan en los vínculos?
-Las tecnologías nos ponen a veces en lugares muy resultadistas. Hay una ansiedad, hay tantas cosas que están pasando. Uno lo ve en los jóvenes, que no han tenido la posibilidad de aburrirse analógicamente, que siempre han tenido la posibilidad de tener un teléfono en las manos. Al final creo que eso depende de cómo es usado y en manos de quién está.
-¿Y el teatro? ¿Ayuda a combatir esa alienación?
-El teatro, la literatura, todo acto poético creativo es revolucionario en este momento.
-¿Somos adictos al enamoramiento?
-Creo que uno siempre intenta recuperar algo ardiente. A veces uno no quiere, prefiere quedarse en la nada en vez de sentir la pena. Pero creo que yo, como propuesta profesional y personal, siempre voy a intentar arder. Uno siempre va a buscar en las relaciones el camino de lo eléctrico, de lo vital. Se dice que en la puerta del deseo también está la puerta del miedo. Y yo creo que siempre es bueno abrir esas puertas.
"El mundo de la cultura está siendo atacado de manera falaz"
Desde su primer papel en el cine, en 'La noche de los lápices' (1986), que retrata un caso emblemático de represión y tortura a un grupo de estudiantes por parte de la dictadura militar argentina, Leonardo Sbaraglia ha sido un actor comprometido con las defensa de los derechos humanos y de la cultura. Cuando el gobierno de Javier Milei en la Argentina inició su política de ajuste y reducción del Estado -mundialmente conocida con la metáfora de "la motosierra"- que afectó fuertemente al cine y al teatro por los recortes y el desmantelamiento de instituciones públicas destinadas a apoyar el arte, Sbaraglia, junto con una gran cantidad de artistas reconocidos, alzó la voz en contra de estas medidas. No es tan extraño en este contexto que el proyecto de 'Los días perfectos', que nació como una idea de la productora argentina Julieta Novarro y del director Daniel Veronese, también argentino, se estrene en Madrid antes que en el país de los tres principales motores de esta obra.
"Producir en Argentina es caro", explicó Novarro en esta charla. La actriz y empresaria se asoció entonces con su colega española Mónica Regueiro, con quien Veronese ya había trabajado en España, para organizar el estreno en Madrid. Todos ellos denunciaron el desfinanciamiento que vive la cultura en Argentina y cómo eso afecta a la oferta que puede encontrarse en Buenos Aires, una ciudad conocida en el mundo entero por la calidad de sus propuestas teatrales.
"En el teatro comercial hay producción. Pero es un grupo muy limitado de gente el que puede pagar una entrada cara", comentó Veronese, director de larga trayectoria. "El país es un país creativo y la gente está respondiendo. Pero es una canallada lo que están haciendo", lamentó.
"Hoy por hoy el teatro es el lugar donde el actor puede mostrarse porque no hay ficción, tenemos que pensar que la única ficción que hay es a través de las plataformas de streaming, si es que producen en Argentina, pero es caro", dijo Novarro.
Para Sbaraglia, "el mundo de la cultura está siendo atacado de manera falaz". "Se habla como si fuera un gasto, y el teatro en Argentina siempre ha sido auto sustentado. Se ha construido un relato que parecería que eso es una amenaza a la economía de todos los argentinos, así como si la educación, la ciencia y los jubilados fuesen una amenaza para el crecimiento económico del país y desde mi punto de vista eso es una falacia".
