Moda

De funcionario con Fraga a modelo a los 93 años: “Fumo, bebo y tomo el sol. Hago todo lo que no hay que hacer”

Andrés García-Carro, 'The Spanish King'. instagram @thespanishking_
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A sus 93 años, el gallego Andrés García-Carro se ha convertido en todo un fenómeno en el mundo de la moda, la publicidad y las redes sociales, trabaja para firmas tan importantes como Zara o Adidas y es conocido en Instagram como 'The Spanish King'. Lo curioso es que de joven no tuvo nada que ver con este campo, sino que dio un giro radical a su vida cuando ya estaba bien avanzada, gracias al empuje de su nieta y a su propia curiosidad, convirtiéndose en un símbolo de cómo la madurez puede vivirse con estilo, humor y plenitud.

A decir verdad, su historia no tiene nada de convencional. Estudió Derecho, trabajó como funcionario en el Ministerio de Información y Turismo en los tiempos de Manuel Fraga y llegó a ser agregado cultural en la Embajada de España en Argentina en los años 60. Después se dedicó al sector inmobiliario, abrió negocios, viajó por medio mundo y llevó una vida intensa.

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Tardío salto a la fama

Pero su salto a la fama llegó por casualidad muchas décadas después, a los 88 años. Su nieta Celine Van Heel, que trabajaba para una revista francesa como asistente ejecutiva, le propuso hacer unas fotos "medio en broma, medio en serio". Aquella sesión casera, subida a redes se volvió viral y cambió su vida: campañas internacionales, desfiles para marcas de lujos y participaciones películas y videoclips para artistas como C. Tangana.

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Lo que realmente cautiva de García-Carro no es solo su porte impecable, sino su manera de entender la vida, viviendo siempre el presente, manteniéndose activo y disfrutando. Cuando le preguntan por el secreto de su vitalidad, admite que siempre se ha cuidado mucho. Aunque en una entrevista reciente en 'El País' asegura que "fumo, bebo, tomo el sol... hago todo lo que no hay que hacer", también reconoce que sin salud nada de lo demás importa.

La autenticidad por bandera

El hecho de moverse, trabajar, sentirse activo, es lo que le mantiene. "Monté mucho a caballo, he jugado al tenis y al frontón. Soy muy inquieto. Mi madre me llamaba “el polilla” porque estaba siempre moviéndome", cuenta en la misma entrevista. Sin embargo, se encoge de hombros cuando le preguntan sus trucos de belleza favoritos. "Nada, nada... ni cremas, ni champús, ni geles. Ni loco me meto en un quirófano más que por necesidad".

García-Carro lleva la autenticidad por bandera. No pretende parecer algo que no es, ni sigue modas absurdas solo por encajar. Y tampoco se toma nada demasiado en serio, incluso cuando le critican. "Me lo paso muy bien. Hay personas que consideran que lo que hago ahora es frívolo pero la verdad es que me trae sin cuidado lo que piense la gente", subrayaba en otra entrevista en 'Galiciaé'.

Sobre su estilo, afirma con sencillez que "siempre me gustó vestir bien, avanzado". En su caso, su elegancia no es una pose, sino una forma natural de estar en el mundo. Este gallego nacido en A Coruña demuestra que la edad es solo un número y que nunca es tarde para reinventarse. Mientras haya salud, curiosidad, ganas y carácter, cada nueva década se convierte en una nueva oportunidad de brillar con luz propia.