Moda

Botones dorados, hombreras y actitud: la chaqueta militar vuelve a conquistar la moda

Cate Blanchett con una chaqueta de inspiración militar. Getty Images
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No es una novedad, es un regreso con honores. Las chaquetas militares, con sus botones dorados, hombreras y cortes impecables, vuelven a desfilar por las pasarelas, alfombras rojas y calles de todo el mundo. Lo hacen con una mezcla de nostalgia y poder, recordando que hubo un tiempo en que vestir un uniforme no era símbolo de disciplina, sino de rebeldía pop.

Su historia en la moda moderna arranca con los Beatles, que en 1967 firmaron una de las portadas más influyentes de todos los tiempos: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. En ella portaban aquellos inolvidables trajes de colores imposibles, galones y charreteras que se convirtieron en todo un himno visual. El National Army Museum británico documenta que los trajes estaban “adornados con insignias de rango, parches y medallas” del Ejército, reinterpretados como estética de libertad creativa, no de autoridad. Esa fue la primera revolución del uniforme, el pasar del cuartel al escenario.

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Después llegó Michael Jackson, que convirtió la chaqueta militar en parte de su ADN escénico. El Smithsonian Institution conserva su icónica prenda negra y dorada de la gira Victory, obra del diseñador Bill Whitten. Con ella, el cantante consolidó un mensaje de elegancia y control con las señas características de esta prenda: hombros marcados, botones dorados, cintas cruzadas… Cada uno de sus detalles multiplicaba el magnetismo del artista… Que ya de por sí era exagerado cuando se subía al escenario.

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Décadas más tarde, Kate Moss tradujo ese mismo lenguaje a la calle. Fue ella quien logró que la chaqueta napoleónica dejara de ser una reliquia vintage para convertirse en un básico con actitud. Moss recuperó la estética militar en su versión británica más rock chic, una silueta que combina la formalidad del uniforme con la irreverencia del afterparty.

Hoy, la tendencia resurge con un aire más sobrio y sofisticado. Cate Blanchett fue una de las primeras en revivirla esta temporada: en Milán, su blazer negro con ribetes dorados y hombreras estructuradas recordó que la autoridad también puede vestirse de elegancia. Se hablaba entonces de un “guiño de inspiración militar” que conjugaba teatralidad y equilibrio al mismo tiempo. 

No tuvo que pasar mucho tiempo antes de que Juliette Binoche, desde el Festival de San Sebastián, completara el relevo generacional con una versión más clásica: Vogue España la señaló como una de las actrices que “tiene la chaqueta más deseada del otoño 2025”, demostrando que el corte marcial sigue funcionando a cualquier edad.

¿Qué tiene esta prenda para resistir el paso del tiempo? 

Lo primero que la caracteriza es su estructura. Este tipo de chaquetas dibuja los hombros, marca la cintura y eleva cualquier look sin apenas esfuerzo. Además, como segundo punto a su favor, destaca como ornamento propiamente dicho, ya que sustituye cualquier tipo de logotipo por el brillo metálico de los botones y la precisión del pespunte. Pero sobre todo, marca por su actitud. La chaqueta militar no busca gustar, sino afirmar. Es una prenda que impone sin decir una palabra.

Las pasarelas de otoño-invierno 2025/26 ya las han adoptado de nuevo. Las versiones actuales apuestan por tejidos nobles, bordados discretos y una reinterpretación “más urbana que napoleónica”, con diseñadores de firmas tan prestigiosas como Balmain o Isabel Marant que han vuelto a girar la vista hacia los cuarteles para redefinir el poder femenino con hombreras, galones y una línea más seca.

El mensaje es claro: la chaqueta militar no es una tendencia, sino un símbolo. Representa autoridad sin agresividad, orden con carisma, poder con ironía. En un mundo que revaloriza la confianza y la presencia, no sorprende que vuelva a imponerse: viste la idea de tomar las riendas. Como diría cualquier estilista, el secreto no está solo en los botones dorados, sino en la actitud con la que los llevas.

El uniforme como metáfora de control y madurez

Más allá de la moda, la vuelta de la chaqueta militar tiene un trasfondo psicológico y generacional. En tiempos de incertidumbre económica, política y emocional, las prendas con estructura se convierten en un ancla visual. Los diseñadores lo saben: una silueta con hombreras y botonadura firme comunica autoafirmación en un contexto líquido. Es una forma de “vestirse de control”, una respuesta estética al desorden.

Por eso, no es casual que sean figuras maduras, como Cate Blanchett, o Juliette Binoche, quienes lideren este retorno. En ellas, el uniforme no suena a obediencia sino a autoridad interior. La chaqueta militar se ha transformado en símbolo de experiencia y autoconfianza: una prenda que no busca esconder la edad, sino subrayar el aplomo con el que se habita.

Vestirla hoy es casi una declaración de principios: el poder ya no necesita imponerse, basta con sugerirlo. Y esos botones dorados, alineados con precisión milimétrica, son la forma más elegante de recordarlo.