Relaciones paterno-filiales

Diez cosas que deberías enseñar a tu hijo antes de los 16: "La confianza es un globo y, como explote, se acabó”

No siempre es fácil ayudar a los adolescentes. (Getty)
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MadridNos gustan, nos encantan, nos vuelven locas las listas. Quizá por eso Adelaida Abruñedo, ‘coach’ familiar, creadora del proyecto 2PositiveKids y experta en crianza respetuosa, decidió estructurar su último libro en forma de enumeración. ’49 cosas que debes enseñar a tus hijos antes de los 16 años’ (Espasa) va más allá del título, porque el aprendizaje no es solo en una dirección: en muchos casos son los padres los que también tienen que ponerse las pilas.

Para Abruñedo, una asignatura paternal pendiente con los hijos adolescentes suele ser la comunicación, a la que le dedica una buena parte del libro antes de meterse en su particular listado. “Pensamos que comunicar es hablar, pero nos falta la pata de escuchar. Está muy bien saber expresarnos, hablar con claridad, con respeto, tener asertividad cuando hablamos, pero no escuchamos realmente”, cuenta la ‘coach’.

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Según Abruñedo, si no se trabaja adecuadamente la comunicación, la consecuencia más grave es que la confianza se resiente. “Es la base de todas las relaciones y hay que tener mucho cuidado porque es un como un globo que, si explota, es muy difícil de recomponer”. También recomienda, como arma secreta para gestionar la relación con adolescentes, la risa: “¿Por qué no podemos educar y ser divertidos al mismo tiempo? Introducir un poco de humor y de diversión no tiene por qué ser malo. Es mucho mejor quitarle hierro a según qué cosas con la risa que decir “ay, Dios mío, por favor, voy a sobrevivir hasta que cumplan 18 años”.

Como introducir aquí esos 49 aprendizajes que Abruñedo desarrolla en el libro no es posible, le hemos pedido a la propia autora que nos destaque 10. Lo que viene a continuación es un decálogo de puntos importantes para que la relación paterno-filial fluya, especialmente en esa montaña rusa a cámara hiperrápida que es la edad adolescente. 

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Fomentar la capacidad crítica: “Es fundamental que nuestros hijos entiendan que no todo lo que ven en televisión, en internet o en redes es cierto. Hay que estimular su capacidad crítica para que ellos puedan diferenciar y tomar los argumentos que más les convenzan y rechazar lo que no, pero siempre desde el respeto, escuchando al que piensa distinto”.

Aprender a discutir: “Los seres humanos tenemos mucho miedo al conflicto, pero discutir no es malo ‘per se’, sino que realmente es una forma de entrenar capacidades de negociación, que son útiles para la vida. Tenemos que hacer entender a nuestros hijos que muchas veces hay que negociar y que quizá tengamos que ceder o llegar a un punto intermedio”.

La vida no siempre es justa. “Los niños y adolescentes aún no tienen nuestra experiencia. Nosotros sabemos que no siempre nos salimos con la nuestra pero nuestros hijos se frustran. Es nuestro trabajo ayudarles a manejar esa frustración y que entiendan que, a veces, no conseguimos lo que nos merecemos”.

Lo habitual no siempre es lo normal. “Aunque todo el mundo haga algo, no tiene por qué estar bien hecho. Este es un mensaje que podemos transmitir a nuestros hijos para que tengan la capacidad de decir que no cuando le pasen un porro por el hecho de que el resto de la gente de su pandilla esté fumando. Si en casa hemos fomentado la capacidad crítica de la que hablábamos antes será más fácil que sean conscientes de que lo habitual y lo normal no siempre coinciden”.

Poner límites. “No debemos poner límites a nuestros hijos únicamente por imposición, sino para que se sientan más ubicados dentro de esa etapa tan compleja que es la adolescencia. Esto les va a ayudar a ellos también a poner límites a los demás para evitar que los traten de cualquier manera. Que tengan claro lo que es innegociable para ellos, que es algo que cambia según cada persona”. 

Reciprocidad. “Es un concepto importante porque se trata de hacer ver a nuestros hijos que la vida es dar y recibir y que a veces no se produce en términos del 50% para cada uno sino que esa proporción puede ser distinto en función de la situación. Por ejemplo, un amigo tiene mucho trabajo en ese momento y no te puede dedicar tanto tiempo. Tienen que entender que es algo temporal y que no pasa nada”.

Pedir perdón. “Esto no tiene que ver con eso que decimos a nuestros hijos de que cuando hacen algo mal, tienen que pedir perdón. No, porque es muy posible que, aunque lo pidan, no lo sientan realmente. Se trata de tomar conciencia de cuál ha sido el daño que hemos hecho, entender que la otra persona se ha sentido mal por nuestro acto o nuestro comentario, y querer reparar el vínculo. La mejor forma de pedir perdón es cambiar nuestro comportamiento”.

Dar las gracias al ayudar: “Es importante poner en perspectiva las cosas que tenemos. Tenemos que transmitir a nuestros hijos que estamos en posición de ayudar en lugar de en la de necesitar ayuda y ser agradecidos por ello. Esto nos ayuda a enfocarnos en lo positivo, como cuando nos centrarnos en las cosas buenas que tienen nuestros hijos en lugar de en las que aún no saben hacer”.

La teoría del coche azul. “Esta teoría explica que, si yo te pregunto si has visto un coche azul en tu camino hasta que hemos quedado me dirás que ‘probablemente’. Sin embargo, si te pago 50 euros por cada coche azul que veas, seguramente prestarás más atención. La teoría del coche azul hace que tus hijos vean como, con la motivación adecuada, pueden encontrar lo que buscan”.

Hacer sentir bien a los demás y no hacerles sentir mal. “No es responsabilidad de nuestros hijos hacer feliz a nadie, pero sí no hacerles infelices. Hoy en día, con tanto acoso, tanto 'bullying', tanto daño, creo que es una enseñanza primordial, porque la gente feliz no hace daño a los demás. La gente que es feliz no chismorrea, no insulta, no se alegra de las desgracias ajenas. La gente feliz quiere que los demás sean felices también. Tiene que ver muchísimo con la empatía”.