Conectar con tu yo adolescente para ayudar a tu hijo: “Hay que ser 'palmera', mantener la flexibilidad sin perder firmeza"
Carmina Benamunt nos da las clave para saber tratar a tu hijo adolescente en el libro 'Ponte en mi lugar' (Bruguera)
'Adolescencia' o la importancia de entender bien lo que tu hijo vive en el instituto: “A pesar de sus negativas, nos necesitan mucho”
Para educar a un adolescente, primero hay que reencontrarse con el que uno fue. Esa es la premisa que recorre ‘Ponte en mi lugar’ (Bruguera, 2025), el nuevo libro de Carmina Benamunt, mentora familiar y coach especializada en adolescencia. Su propuesta, tan emocional como desafiante, no ofrece recetas milagrosas, sino un espejo: el que cada madre o padre necesita para recordar la intensidad, las heridas y también la energía de aquel adolescente interior que sigue vivo y que, con frecuencia, duerme olvidado.
Porque no se puede acompañar desde la desconexión. “En muchos adultos, ese adolescente interior está dormido, enterrado bajo la rutina, la comodidad o el miedo. Pero es precisamente esa parte la que tiene el coraje, la creatividad y la autenticidad necesarias para conectar con los hijos”, defiende Benamunt.
El puente de la empatía
Uno de los grandes aciertos del libro es desmontar, sin dramatismo, la narrativa del “monstruo adolescente”. Benamunt no niega que la etapa sea intensa, pero insiste en que puede vivirse con serenidad y complicidad si se construye lo que llama “el gran puente”: la empatía. “Muchos padres critican, juzgan o culpan sin darse cuenta, y eso rompe el vínculo. La clave está en reformular el lenguaje, en nutrir la comunicación”, explica en la entrevista.
En ese contexto, las crisis no desaparecen, pero se transforman. Un portazo deja de ser una ofensa personal para convertirse en un síntoma que se puede interpretar desde la calma. El reto, entonces, es doble: por un lado, aceptar que el adolescente está construyendo su identidad; por otro, revisar qué patrones emocionales arrastramos desde nuestra propia adolescencia.
Esa mirada también permite detectar señales de sufrimiento. No todos los adolescentes gritan su dolor. Algunos lo esconden bajo el sarcasmo o el aislamiento. “Lo que no es normal,” advierte Benamunt, “es la agresividad sostenida, las autoagresiones, la ansiedad crónica o una distancia emocional insalvable. Ahí es donde hay que intervenir, sin etiquetar, pero con consciencia”.
Liderar sin controlar
Uno de los conceptos más inspiradores del libro es el de “ser palmera: mantener la flexibilidad sin perder la firmeza". Un padre o madre que se adapta, pero que también sabe poner límites claros. “La vida cambia, y hay que dejar que nuestros hijos también cambien. Pero eso no implica dejarlos solos. Significa acompañarlos sin invadir y marcar límites sin herir”.
En esa línea, ‘Ponte en mi lugar’ no se queda en lo teórico. Propone ejercicios prácticos, esquemas sencillos y, sobre todo, muchas historias reales. Desde madres que descubrían que su exceso de ayuda anulaba la autonomía de sus hijos hasta familias que transformaron su convivencia con una simple consigna: “actúa como si vivieras en un hotel de cinco estrellas”. El objetivo no es la perfección, sino una convivencia consciente, basada en el respeto mutuo.
Uno de los errores más comunes, tal y como señala Benamunt, es intentar ayudar sin preguntar primero si esa ayuda es bienvenida. “A veces ayudamos por miedo, por culpa o por hábito, y acabamos invalidando al adolescente sin quererlo. Es mucho más eficaz devolverle la responsabilidad y permitirle equivocarse”.
La adolescencia como oportunidad
Ponte en mi lugar no es solo un manual para mejorar la relación con los hijos. Es también, y quizá sobre todo, una invitación a sanar la propia historia emocional. “Acompañar a un adolescente es inevitablemente revivir tu propia adolescencia. Las heridas, los abandonos, los miedos. Y es ahí donde está la gran oportunidad: si haces el trabajo de reconectar contigo, todo cambia” explica Benamunt.
Benamunt comparte su propia experiencia personal con una honestidad conmovedora. Se habla a sí misma como si hablara a la adolescente que fue: “Gracias por no rendirte. No volveré a dejarte sola. Vamos a cumplir aquellos sueños”. Esa declaración, lejos de ser cursi, se convierte en una brújula para cualquier padre o madre que no sepa por dónde empezar.
Porque, como afirma Benamunt, “La adolescencia no es una guerra que hay que sobrevivir. Es una etapa crucial para transformar la relación con tus hijos y también contigo mismo. No esperes a que pasen los años. Conecta. Escucha. Acompaña. Porque lo que no se atiende hoy, se resiente mañana”.
