Ana Rosa y sus amigos se van de comilona / Belén Esteban dice un taco fuera de cámara

telecinco.es 06/07/2009 19:20

Buenas tardes, amiguitos.

Hoy era un día muy especial y feliz para todos en Telecinco porque El programa de Ana Rosa El programa de Ana Rosacelebraba su comida anual. Yo estaba invitado al convite, pero hube de rechazar tal honor al ver el menú del comedor de hoy, irresistible como una estrella de Hollywood borracha y desnuda:

¡¡Verduras, legumbres y los hijos bastardos de un polvo mal echado entre el embutido de marca blanca y la industria cárnica de segunda como segundo plato!! Va a ir a esa comida de Ana Rosa Rita la cantaora, pensé. Aún así, como aguerrido Pasillero de toda la vida, me pasé por allí para hacer una foto del comedor que se había improvisado en la sala de prensa. Siguiendo con mi buena costumbre de no poder entrar en ningún sitio, hube de hacer una fotografía desde la ventana, como un paria:

Sin embargo, poco más de una hora después, la sala de prensa probablemente presentaría este otro aspecto, lleno de bocadillos de texto flotando en el aire:

Que no os engañen los centros de mesa, las sillas con faldita plisada y la presencia de más de dos cubiertos a cada plato. Este año la crisis también ha trastocado la comida anual de El Programa de Ana Rosa, porque el año pasado se celebró en un sitio mucho más cuquito en La Moraleja. Uno de los posibles gastos extra que Telecinco tiene actualmente y que ha evitado celebrar un evento por todo lo alto en algún restaurante re-chic es el producido por el aire acondicionado. Invito a la gente que vaya a venir de público a algún programa de la casa, o que tenga pensado pasarse por el comedor a tomarse una deliciosa salchicha con curry, que se traiga el forro polar que tenga más a mano.

Cuando volvía de comer y me senté un rato en el pasillo, básicamente porque me apetecía sentarme y como excéntrica personalidad que soy hago siempre lo que me sale del moño, vi que Jorge Javier se acercaba a mí haciendo grandes aspavientos por el pasillo.

"¡Cómo se alegra de verme!", me dije, notando comi mi corazón se ponía blandito blandito. "Si es que en esta cadena las celebridades me adoran".

-¿Qué tal? -preguntó JJ.

-Pues muy bien, aquí descansando -respondí antes de girar la cabeza y comprobar que no me saludaba a mí, sino a unas peluqueras que caminaban un poquito más al fondo del pasillo.

Maxim Huerta también apareció por allí y cuando me preguntó qué tal me aseguré de que esta vez no había alguien más importante detrás de mí. Me dijo que la comidAR -ja, ja, ja- se había desarrollado sin incidentes que pudieran engordar el anecdotario de este blog y que se había enterado de que alargaban dos semanas más la emisión del programa, retrasando por lo tanto sus vacaciones y que menudo rollazo y tal.

Ojo, que no se entienda con esto que Maxim, al igual que el resto del equipo de El programa de Ana Rosa, no está CONTENTÍSIMO por seguir compartiendo las mañanas con los espectadores de Telecinco. ¿Qué digo espectadores? Son ya AMIGOS.

Jorge Javier Vázquez volvió al pasillo y esta vez sí supe que se dirigía a mí.

-Esas Converse huelen a Orgullo -bramó.

Mis Converse están un poco llenas de mierda, sí, pero están así durante el Orgullo Gay y también en Navidad y San Isidro.

El Orgullo Gay es esa celebración en la que los hosteleros se forran y todo el mundo se divierte, por lo que todos ganamos. Paralelamente algunos iluminados establecen una analogía entre este hecho y la completa y satisfactoria liberación homosexual en España, pero eso es porque no han ido a algún pueblito de Aragón, Galicia, Extremadura o Cantabra. En realidad el Orgullo Gay debería celebrarse cada año en un pueblo perdido de la España profunda. Que lo llenen de travestis, jóvenes sin camiseta, lesbianas que se besan y familias heterosexuales felices que acuden a verlo como sano exotismo puntual, a ver qué pasa. También está muy bien que lo hagan en Madrid para que la gente pueda beber felizmente por la calle y ver a Alaska saludando al público y a cinco travestis zancudos por la Gran Vía. Pero la verdad, esas son cosas que en esta ciudad podemos ver cualquier día laborable.

Los invitados al Sálvame Sálvamede hoy iban llegando y, saliendo de vestuario aparecieron Yurena y Rafa García hablando tan felices. Parecía que tenían un montón de cosas que contarse y se llevaban muy bien. Yurena me hacía mucha gracia porque la tele está llena de gente como Sonia Monroy, que resultan divertidas haciendo el bobo un rato en el plató, pero a las que se le nota demasiado la impostura de hacer esto o decir aquello para crear un momento de zapping. Pero Yurena, a.k.a Tamara, a.k.a. Ambar, parecía creerse todo de verdad y sufrir con todas las de la ley ante la injusta manera que tenía la gente de reírse de ella en los programas.

Claro, otra cosa es que ella misma fomentase esa situación y se siguiese prestando a ciertas cosas, pero supongo que le pagaban bastante por eso en su día y a la muchacha le encantaba comprarse cosméticos de alta gama. Por muy mal que cantase, se ponía a hablar en programas de corazón de Martika, Belinda Carlisle y New Kids on the block como sus influencias musicales. Y eso era todo un soplo de aire fresco. Lo que le pasaba a Yurena era que tenía un proyecto vital que estaba muy por encima de lo que permite este país de chichinabo. Yurena planeaba ser una diva white trash a lo anglosajón, pero aquí las divas white trash no van más allá de las ex concursantes de Gran Hermano.

O dicho de otra manera, este país no acepta el white trash. Este país tiene una palabra mucho más repugnante y corrompida que, como sabéis, nunca leeréis en este blog: "friki".

Cuando Karmele Marchante entró en el plató, su mirada y la de Yurena se cruzaron tensamente por un segundo. Y entonces, una vez Karmele se había alejado, Rafa García preguntó algo a Yurena. Y respondió ella:

-No. Me ha tratado fatal toda la vida.

Aparecieron Lydia Lozano, Kiko Hernández -que conspiraba por teléfono preguntando por mensajes de móvil y noches en habitaciones de hotel, como debe ser- y Belén Esteban, completando así el elenco all stars de la tarde de hoy. Entonces Belén Esteban se acercó para dejar su bolso en el lugar donde siempre deja su bolso mientras un técnico se acercaba a colocarle su micrófono.

-Te van a dejar como a la Yola Berrocal -le comentó el de seguridad, mirando muy pícaramente cómo le encajaban el micro en el escote.

Y en ese instante Belén Esteban soltó el bolso, le miró y respondió:

-MIS COJONES.