"Leslie Nielsen me ofreció galletitas"

telecinco.es 04/12/2009 12:51

...se leerá en mi epitafio.

Ayer una rueda de prensa ofrecida para la película Spanish Movie me permitió pisar la misma moquetita que uno de mis ídolos. Spanish Movie es una de esas películas que, si os fijáis, llevan el logo de Telecinco en el cartel. Estas son películas que ni os podéis bajar ni nada, sino que debéis ir a ver al cine varias veces y dejar así vuestro dinero en la cadena. Pensad que luego parte de ese dinero me lo puedo llevar yo mismo y, creedme, siempre lo gastaré en cosas bonitas y prácticas (nada de periféricos de ordenador ni chorradas así).

La cita era en Kinépolis, esos cines que están en el quinto pino madrileño. Las salas son enormes y ver una película allí es una cosa muy impresionante, pero no entiendo que nadie vaya al cine a un polígono industrial en las afueras. ¿Dónde te tomas a la salida una caña y unas bravas? A decir verdad han puesto justo a la salida un Cañas y tapas, esa franquicia con el naming más estúpido y práctico de la historia (es como llamar a una cadena de talleres Chapa y pintura), pero sigue siendo un polígono industrial. ¿Dónde hay una plaza mayor por la que pasear comentando la película? Eso por ahora no lo han puesto y yo, por tanto, no pienso ir hasta que lo hagan. Mi proyecto es que pongan los Kinépolis en el centro, vaya, y se carguen el ayuntamiento o algo así.

En cualquier caso, allí había una estrella internacional y yo, si la rueda de prensa fuese en Groenlandia, hubiera ido también. Un día, no sé cuando, decía que están las estrellas y luego están las estrellas que han sido tus ídolos infantiles, las cuales viven en un rinconcito mucho más especial de tu cerebro por todo lo que tiene de asociación a un mundo más fácil, colorido, hermoso y con olor a colonia Denenes y Vicks Vaporups (y también con muchas más babas y fiebre, sí). Pero luego, encima, están las estrellas infantiles que te han hecho reír un montón, y ahí ya no hay nada que hacerle, las ves y te quieres desmayar.

El momento en Aterriza como puedas en el que Leslie Nielsen es enviado desde la cabina del avión a tranquilizar a los pasajeros para decirles que no hay ningún riesgo en el vuelo y comienza a crecerle la nariz está ahí en mi corazoncito, en un altar mucho más vistoso que el día de mi primera comunión (porque yo fui un niñito muy católico) y casi casi a la altura de la mañana de domingo que me levanté pronto para ver Zipi y Zape: la película.

Pues ayer tomaba yo un café y un cruasán por allí esperando y entonces pasó él.

JARL.

Tiene 83 años y a decir verdad está ajadito ajadito, pero también a decir verdad yo a Leslie Nielsen lo recuerdo viejo desde siempre, por lo tanto es alguien no envejece y alguien que no envejece es eternamente joven. Espero que el día en que se muera los periódicos no lo digan y la población mundial no se entere. Si desde el poder son listos se guardarán esta información al igual que la NASA clasifica un montón de informes que indican que recibimos miles de visitas extraterrestres al año. Hay ciertas cosas de las que la población no tiene por qué enterarse.

Cuando llegó el momento de la entrevista, Leslie Nielsen me ofreció galletitas con su mano temblorosa. Y yo no lloré porque soy muy hombre, pero podría. Era la mismísima mano de Planeta prohibido, la de la incomprendida Vaya un fugitivo (donde Leslie imitaba la escena de Titanic junto a una moza en la que vuelan por el mar en la proa del barco y justo en ese momento se golpea con una viga en la cabeza*) y también la de Prom Night (una de tantas películas de asesinos de los ochenta pero es deliciosamente diferente porque termina como una auténtica tragedia griega, con el asesino muriendo en brazos de Jamie Lee Curtis, que le quita la máscara para descubrir con horror que era su propio hermano, a todo esto mientras el personaje de Leslie Nielsen había desaparecido media hora antes de la trama sin más explicación mientras hacía una llamada telefónica).

Vaya un fugitivoEn Vaya un fugitivo hay otra escena genial en la que un personaje femenino se presenta ante Leslie y para eso le dice su nombre:

-Cass Lake.

Y le responde Leslie:

-No, soy Ryan Harrison. Debe de haberme confundido con una mujer.

"¿Y eso es lo único que ha pasado, imbécil, que te ofreció galletitas?", pensarán los lectores más crueles. Pues la verdad es que sí, pero incluso aunque le hubiese visto de lejos, a un kilómetro, también hubiese puesto eso en mi epitafio: "aquí yace Pasillero Gómez. Tuvo una vida corta pero vio a Leslie Nielsen a un kilómetro". Y sería la envidia de todos los zombies del cementerio.