¡¡¡Resulta que SÍ existen otras cadenas!!!

telecinco.es 27/11/2008 19:12

Querido y extremadamente pequeño círculo de lectores, o, ¿qué digo lectores? ¡Amigos!

Hoy mis labores extrapasilleriles me llevaron lejos, lejos de Telecinco. Porque si ya nadie me lee, ¿de qué voy a vivir? Por ahora no he probado las mieles de la prostitución de lujo, ojo, simplemente he aceptado algunos trabajitos aquí y allí que me ofrecen un horario flexible y me permiten llevar la ropa puesta. Pues hete aquí que hoy estaba en uno de ellos y de repente me encontré con este curioso símbolo:

-Mire, mire qué gracioso -le dije a un señor de por allí-. El logo de esa nave industrial se asemeja a los gajos de una naranja.

-¿Qué gajo ni qué niño muerto? Es el logo de Antena 3.

-Entiendo que estamos hablando de una empresa de transistores, por lo de "antena" -repliqué.

-¿Transistores? No, es la cadena de televisión.

-No, no -le corregí-. En la cadena de televisión, Telecinco, trabajo yo, y el logo es como azul y más achatado.

-Esa es OTRA cadena de televisión.

Palidecí.

-No entiendo lo de "otra" -le aclaré-. Es LA cadena de televisión. Lo que sale cuando tocamos cualquier botón del mando.

-Huy, qué va -me respondió, chulesco-. Ahora cadenas hay como longanizas.

Tragué aire.

-Creo que no le entiendo, ¿longanizas? -recordé las sabrosas longanizas que muy pocas veces sirven en el comedor de la única cadena que existe, Telecinco.

-Vamos a ver, ¿tú trabajas en Telecinco?

-Soy el Pasillero, sí.

-¿Pasillero? Tú que estás, ¿en algún programa de integración?

-Pues eso nunca lo he pensado.

-¿Te vales por ti mismo y todo eso?

-Bueno, en Telecinco me dan de comer y cenar y me suelen regular la calefacción del cuartito donde duermo. ¡¡Hala!! Mire eso.

Le señalé hacia una pared a la que luego saqué la siguiente foto:

-Qué graciosos monigotes amarillos, seguro que son obra de un incomprendido grafitero -comenté.

-¿No sabes quiénes son? -me preguntó, mirándome con pasmo.

-No son nadie, son una serie de aleatorios y cómicos personajillos que vivirán en la imaginación de algún vecino de por aquí. El de la cerveza en la mano tiene cara de buena persona. Me da la sensación que como explotación comercial tampoco tendrían mucho futuro, eso sí. Son demasiado raros.

-Pero si es la serie de televisión más famosa del mundo.

Me puse a pensar.

-¿Sin tetas? Yo aquí no veo al Duque.

-¿Seguro que no eres retrasado mental? -insistió.

-Yo ya le dije que no podía asegurarle al cien por cien que lo fuese o no, pero me asusta usted.

-Yo me lo miraría.

Guardamos silencio un rato.

-Entonces no sabes qué es Antena 3 -continuó el señor.

-Ya le dije que si me apuntasen a la cabeza diría que muy probablemente se trata de una empresa de transistores, aunque puede fabricar cualquier otro tipo de cacharro. ¿Plástico?

-¿Entonces nunca has visto el programa de Ana Rosa, por ejemplo?

-Por supuesto, desde que Ana Rosa debutó como presentadora en las mañanas de Telecinco en lo que fue su primera aventura televisiva, no lo he perdido -aclaré.

-¿No te suena Sabor a ti?

-Estupendo bolero. "Pero allá tal como aquí" -me arranqué a canturrear-, "en la boca llevarás... saboooor a mííííí".

Cuando abrí los ojos tras alcanzar el tono de barítono, el hombre había desaparecido. ¡Qué chalado! Por no decir borde.

La fábrica de transistores está en un sitio muy alejado de la ciudad donde todas las calles tienen nombres de isla canaria. Lanzarote, Fuerteventura... mientras caminaba por ellas buscando mi destino no pude dejar de pensar en Julito, Gisela, Amor, Dani Sanz y demás concursantes de realities canarios célebres. ¡Qué felices serían ellos viviendo en este polígono industrial! Me imaginé a Julito emocionándose a la vuelta de cada esquina, encontrando placas que le recordasen a su tierra natal, territorio del plátano grande y poderoso, del mensaje sms masivo, de la depilación, de los cuerpos vuelta y vuelta tostados al sol...

Pero bueno, que por si no había tenido suficiente con ese horrible encuentro que ya me había dejado algo transtornado, terminé mi camino en el set de una serie que no me sonaba de nada y en unos estudios que NO eran de Telecinco.

-¿Y esta serie de qué va? -pregunté a un responsable con cascos que andaba por allí.

Me explicó de qué iba.

-¿Y qué día empieza su emisión en Telecinco?

-¿En Telecinco? No, no.

-OH POR FAVOR YA ESTAMOS OTRA VEZ CON TONTERÍAS -empezaba a cabrearme, de ahí las mayúsculas.

El hombre de los cascos me explicó que esa serie se iba a emitir en un canal que no era ni Telecinco ni la susodicha fábrica de transistores, sino en uno que se encontraba entre uno y otro.

-Lo siento pero no le creo.

-Pero vamos a ver, chiquito -me dijo como con pena-. ¿Nunca has pensado porqué Telecinco se llama así, Telecinco? Sería porque ya había algunos números cogidos.

-No. Telecinco escogió ese número por su perfección. Para los griegos el cinco era el número de oro -expliqué-. Los seres humanos tenemos cinco miembros, en las manos tenemos cinco dedos... aunque Marilyn Monroe tenía seis dedos en un pie, tal vez por eso algunos lectores de mi blog no dejan de insistir en un canal llamado "La Sexta"... Ay dios...

Me eché a temblar.

-¿Necesitas agüita? Justo estábamos en un descanso.

El hombre de los cascos me condujo a una habitación donde repartían todo tipo de cosas. Cuando entré me quedé petrificado. Había cruasanes calientes, inacabables variedades de bocadillos... Y un hombre entró y gritó:

-Han llegado los paninis.

-¡¡¡PANINIS!!! -chillé.

En la cadena que se encuentra entre Telecinco y la fábrica de transistores tienen P-A-N-I-N-I-S. Y el agua es Bezoya, mucho mejor para la línea que Montepinos, ¡y los envases son de 50 cl y no de 33!

¿Era posible que fuese mejor que Telecinco?

Cuando salí, me fijé en la puerta.

"Por favor, cierra la puerta despacio y sujetándola con la mano". Qué cuidado ponían en esa supuesta cadena. Qué silencio y qué paz para el trabajador. ¿Sería cierto? ¿Existía todo aquello? Corrí a un quiosco y me compré el primer ejemplar de El Mundo que encontré. Lo abrí por la última página. "Programación televisiva", pude leer.

Había seis columnas. SEIS. El símbolo de la fábrica de transistores estaba allí.

Lo siguiente que recuerdo de mi viaje es despertarme en una habitación del Hospital del Norte.

-¿Mumú? -balbuceé mientras daba forma a las sombras borrosas que aparecían ante mis ojos, que pronto se convirtieron en mis queridos compañeros de redacción de telecinco.es-. Ah, no. Que a Mumú me lo inventé.

-Hasta el coño estoy de Mumú -protestó una chica que se solía sentar a mi lado.

-Pasi -me dijo mi jefa-. Te encontraron temblando entre unos gladiolos justo al lado de Antena 3.

-¿La fábrica de transistores? -pregunté.

-Se ha quedado tonto, como cuando vio a Nieves Herrero -comentó un becario.

-No, Pasi -repitió mi jefa-. LA CADENA DE TELEVISIÓN.

-¡¡¡Entonces era cierto!!! -grité.

Un pitido se hizo intensamente agudo en una máquina conectada a mi muñeca y un doctor vino a reanimarme dándome algunos calambrazos que me molestaron bastante.

-No se lo va a creer, doctor -le susurré entre bote de calambrazo y bote de calambrazo-. Hay cosas... fuera de Telecinco.