Aciertos y errores de Aritz

telecinco.es 04/11/2015 09:48

Aritz me atrapa muchas veces con un discurso que soy capaz de suscribir por entero, mientras que en otros momentos logra sacarme de quicio imponiendo una ley y orden que no le corresponde. Me gustaría reflexionar un poco sobre esto, pero antes quiero comentar alguna cosa de las ocurridas anoche, principalmente después de que Vera dejase de estar nominado. No ha tenido que esperar este concursante al jueves para saber que es el menos votado de los cinco nominados de esta semana. Vivirá más tranquilo las 48 horas previas a la expulsión, al haber sabido anoche que estaba salvado.

Más que la reacción de Vera me interesaba comprobar cómo encajaba Amanda la noticia. El diagnóstico de Marta fue certero cuando el jueves la nominaba por estar muy subida (del verbo "subir"). Anoche Nied, que tiene un sexto sentido muchas veces, se preguntaba después de ver los porcentajes ciegos si no podía ser Amanda la más votada. “Está muy subida, y eso no gusta”, decía la del circo. A Sofía, Marta y Nied las une que probablemente sean quienes mejor están leyendo el concurso. Apostaría mi brazo izquierdo a que Amanda estaba convencida de que era ella la menos votada.

El menos votado empezó la noche con un exiguo 0,5 % y terminó doblando esa cifra. Solamente el 1,0 % había votado para que el expulsado fuera Vera. El otro menos votado casi triplicaba ese número de votos (2,8 %), llegando el siguiente casi al 5 % (4,7 %). Sobre estos tres se destacaban dos de los nominados, con un 38,3 % y el 53,2 % restante. Es decir, que Vera fuera el del 1,0 % quiere decir que Amanda había sido votada anoche por lo menos tres o cinco veces más. Demasiado castigo para su ego. Imagine el lector lo que pasará cuando Amanda descubra que uno de los porcentajes mayores es suyo. Se me vislumbra que el mayor.

Basta con ver la expresión de Amanda cuando se enteró de la noticia. Ni una felicitación a Vera, ni un gesto amable, ni siquiera una forzada sonrisa. Los actores esto lo tienen bien ensayado y cuando uno se lleva el premio (Oscar, Globo de Oro, Goya o similar) los otros saben poner su mejor cara, e incluso hacer como que se alegran por el compañero premiado. Amanda no se lo planteó ni siquiera. Es más, su rictus fue de incredulidad máxima, lo cual es fiel reflejo de lo que con toda seguridad estaba pasando por su mente.

En cierta medida es comprensible que Amanda tuviera cierta seguridad de que era la menos votada, justo al contrario que este humilde gato, para quien ese abultado porcentaje superior a la mitad de los votos es el suyo. Lo vimos en el programa de anoche: casi todos sus compañeros creían que Amanda sería la menos votada. Me relamo al pensar que finalmente pueda ser expulsada mañana, aunque también me vale que el suyo sea ese otro porcentaje cercano al 40 %. Un porcentaje tan alto para la concursante a la que la mayoría de sus compañeros, y ella misma, consideraban favorita hasta ayer mismo es un castigo que puede retorcer aún más el gesto de Amanda.

No hay que perder de vista que esos abultados porcentajes son habiendo cinco nominados, lo cual hace mayor el castigo del que hablo. Presumiblemente son de Amanda y Marina, que habían concentrado anoche más del 90 % de los votos. La expulsión se polariza una vez más en tan solo dos concursantes, con lo que es inevitable que vivan el momento de la expulsión en la soledad de esa fría sala habilitada para ello. La habitual cuenta atrás de media hora será todo un infierno para las dos, pero especialmente para esa Amanda convencida de que se iba a salvar anoche. Vera salió de la sala de expulsiones salvado, mientras que los otros nominados se quedaban para hacer sus alegatos, y ahí llegó el momentazo de la noche.

Raquel corría a los brazos de Vera y lo besaba mientras gritaba fuera de sí: “Te quiero, Vera, te quiero”. Cualquiera diría que el salvado era su mejor amigo en la casa, pero no es así. Tal vez la alegría de Raquel era por haber acertado el caballo ganador. Ya habíamos notado que ella y Suso se han pegado como lapas a Vera y Nied desde el regreso de la repescada. El encuentro del salvado y la repescada rozó el ridículo, aunque no tanto como ese otro encuentro por sorpresa entre Amanda y Raquel en el apartamento durante la gala del pasado jueves. Las dos saltaban como colegialas mientras repetían “tía, tía”. “No me he lavado la cabeza, tía”, “Qué fuerte, tía”, “¿Cómo estás, tía?” se decían una a la otra. Me entretuve en enumerar los “tía” y perdí la cuenta en el número 37.

Más ridículo fue el modo de retorcer la realidad por parte de Raquel un rato más tarde. Su mitomanía llega hasta el extremo de decir que Vera había corrido para encontrarse con ella antes de con Nied. No se puede mentir tanto en tan pocas palabras. Ni Vera corrió (Raquel sí) ni hizo el mínimo gesto hacia nadie. Solo caminaba por un pasillo esperando reencontrarse con sus compañeros y contarles esos guarismos que acababa de conocer correspondientes a los porcentajes ciegos.

Lo de Raquel es preocupante. Su tendencia a la mentira la equipara con concursantes como Noemí Merino (GH 12+1). Son mentirosas compulsivas, y a menudo modifican la realidad para engrandecer su propia figura en detrimento de los demás. Raquel está a dos telediarios de decir que el ojo de Gran Hermano es el suyo, o que eso de los secretos lo inventó ella. Lleva buen camino para que la manden de intercambio a México y diga allí que en España se baña completamente desnuda en el jacuzzi, o que ha tenido una hora sin cámaras llena de pasión y desenfreno con un chico moderno e intelectual. Tralará.

A todo esto, concentrar el voto para intentar que Amanda salga expulsada, y la deje con los belfos arrastrando por el suelo, tiene sus efectos secundarios o colaterales. Quiero decir que Suso y Sosi, a tiro esta semana, se van a salvar. Si todo es como parece, los dos juntos no suman ni el 8 % de los votos. Igual reaccionan colgándose de un foco del techo, en el más puro estilo gorila. Ricky decía en su alegato que piensa ganar. No descarto que Suso también lo haya pensado, aunque igual se cae de la liana en cuanto se dé cuenta de que Amanda corre peligro. Amarga celebración la suya, especialmente si finalmente es expulsada. Sería todo un mensaje para Suso y, por extensión, para Raquel.

Anoche el mensaje fue para otros. "Has dado un zas en toda la boca a varios", le decía Nied a Vera, en referencia al convencimiento colectivo de que se salvaría Amanda. Con el tiempo estoy entendiendo a Vera. También su buena relación con Nied, aunque la vea incómoda con él tantas veces. Son dos tibios importantes, y eso une mucho. Al contrario de lo que me pasa con Raquel y Suso, me creo el cariño que se tienen Nied y Vera.

Aritz pasa en un suspiro de la lógica aplastante al argumento más inocente e inmaduro. Anoche explotaba de rabia cuando les comunicaban que la prueba no estaba superada porque no habían tenido siempre recogepelotas. “No somos clasistas”, llegaba a decir el del sombrero. Hombre, hasta ahí no. Una cosa es no estar de acuerdo con las decisiones de la autoridad, incluso discutirlas acaloradamente, y otra poner excusas tontas, además de demagógicas. Esa reacción de Aritz resume lo que habitualmente me pasa con este concursante. Muchas veces me gusta y desagrada al mismo tiempo. Es algo muy extraño, que pocas veces me ha pasado.

Casi me arrepiento del “de repente” al momento de escribirlo. Y todavía sigo con la duda. Creo que estoy en plena recaída a favor de Aritz. No voy a negar que lo que estoy es hecho un lío. Digo que la reacción al haber perdido la prueba resume lo que me pasa con este concursante porque de un lado detesto que no sean capaces de darse cuenta de que deben acatar las decisiones. Ya sabemos que esta prueba la podían haber dado por buena o por mala indistintamente. Razones hay siempre para dar por no superada una prueba. En ocasiones he escuchado decir que cuenta como fallo que no hubieran llevado siempre el equipamiento de la prueba. Esto mismo hubiera valido esta semana, en lugar de lo del recogepelotas (recogeplumas, más bien).

No apruebo la reacción de Aritz en contra del programa por no haber superado la prueba. Mucho menos su propuesta de acabar rápido con la despensa para ver lo que hace el programa cuando no tengan nada que comer. Tontería de ese niñato que habita en Aritz, igual que en todos, muy probablemente. El problema es que el vasco no parece que tenga 24 años sino que aparenta unos cuantos más. Las decisiones del programa se acatan y no hay más. Ahora bien, el que Aritz reaccione de forma destemplada me hace verle real. Está viviendo esta experiencia con pasión, sin protegerse muchas veces. Su explosión al saber que la prueba estaba perdida es pura espontaneidad. Me gustan los concursantes que viven esto a calzón quitado, como suelo decir. Este es uno de ellos. Uno de los míos.

Luego escucho sus análisis y me identifico completamente. Opina Aritz que Suso y Sosi se pasan mucho tiempo hablando de los músculos y las pesas. “Es todo el día lo mismo: mi físico y yo”, dice. Es verdad que he visto a Aritz haciendo pesas, pero no parece obsesionado. Escuchar a Suso decir que para él lo más importante en una mujer es que tenga conversación es sencillamente tronchante. ¡Pero si es él quien no la tiene! “Cuando empiezan haciéndose los machos cabríos unos y las otras parecen hembras en celo, no me gusta un pelo”, sigue diciendo Aritz. Difícil no estar de acuerdo. Y continúa afirmando: “Luego el resto del tiempo hablan de cosas de sexo y en eso a mí no me gusta participar porque yo las cosas que haga en mi casa se quedan, el sexo es para hacerlo no para hablar de ello”. En esto para gustos los colores, aunque yo soy como Aritz.

“Se quieren en exceso, les dan un móvil y se vuelven locos. Se pasan la noche entera con el móvil de mano en mano y todos esperando que lo suelte uno para cogerlo y sacarse fotos”, reflexiona Aritz. Y entonces yo me acuerdo de cuando pusieron la twittcam y los comentarios que inundaron la red sobre lo pesados que se habían puesto haciéndose fotos como si no hubiera un mañana. No veo diferencia entre el análisis que hace Aritz y el que he leído decenas de veces. ¿Qué es lo que cambia? Pues que lo dice Aritz. Si para algunos es poco más o menos como la voz del altísimo, para otros basta con que lo diga este concursante para descalificarlo sin más. ¡Ni calvo ni con tres pelucas!

Suscribo por entero el discurso de Aritz. Me representa completamente. Y vuelvo a sentir que aparece repentinamente el Aritz que me gusta cuando llama gorilas a Suso y Sosi o dice que no va a la sala de juegos porque aquello parece Atapuerca, y resulta que en ese momento están allí solos los dos gorilas. No participo de la crítica por sistema a todo lo que diga Aritz. Creo que el rol de don perfecto y la figura de San Aritz la hemos inventado nosotros, no es cosa suya. Nunca ha ido de perfecto, más bien todo lo contrario. Es consciente de sus defectos, de su carácter quejica y desabrido en muchas ocasiones. De igual forma que es capaz de dar mucho cariño, como debería atestiguar Han.

Haga lo que haga con Han le vamos a criticar. Esto es como el cuento aquel del hombre, sus hijos y el asno. Si llevaba a los niños andando le criticaban por someterlos a ese esfuerzo mientras el asno iba libre de carga. Si les subía al asno le criticaban por ponerle demasiada carga. Daba igual lo que hiciera, a su paso por el siguiente pueblo le volverían a criticar. Si Aritz no da distancia a Han resulta que le está utilizando. Sin embargo, si decide apartarse entonces es un falso insensible al que no le importa hacer daño al pobre chino. ¿En qué quedamos?

No hay tregua para Aritz, y eso me contraría. Considero injusto el reproche a Aritz. Le ha dejado a Han las cosas claras, le guste más o menos. A partir de ahí, ambos viven su relación como les parece. No entiendo cuál es el problema. Otra cosa es que resulte poco convencional o cueste entender que de repente Aritz le pregunte a Han si le pellizca un huevo, ya que lo tiene localizado. Pues, hombre, chocante es. Pero eso es cosa de ellos. No hace falta entenderlo todo. Mucho menos lo que sucede bajo las sábanas de los demás.

Moleskine del gato

Decía anoche Carlos: “Yo creo que lo de la caja lo dicen cuando el que les interesa está cerca. O sea, Amanda, Han, Aritz o Suso”. Ya dije que esto se prestaba a la duda razonable. Personalmente estoy seguro de que no es así, pero la mujer del césar además de honesta debe parecerlo. Por otra parte, como broma ha estado bien. Por primera vez en nuestro Gran Hermano, y probablemente en todo el mundo, un juego que combina azar y habilidad puede servir para que un concursante se convierta en finalista. Ha estado bien, pero es un buen momento para despedir la caja, volver a llevar a Jorge Blass a la casa para enseñarles cómo iba, o simplemente mostrarles la caja abierta y sin papelito dentro.

Conste que no lo digo por el riesgo evidente de que al final la termine abriendo Suso y nos lo tengamos que tragar en la final queramos o no. Me parecería igual de mal si fuera cualquier otro concursante quien lograse abrirla. Ya sabemos que Suso no la abrió, aunque diga eso. Solo ha logrado tres movimientos, que no cunda el pánico. No pienso que deba mantenerse esa oportunidad por tiempo ilimitado. Es demasiada ventaja, especialmente para quienes más veces han podido acceder a probarlo. Y ahí está el problema. Si hubieran dado a todos las mismas opciones parecería menos injusto. Que pueda probar el que más corra pone en clara desventaja a algunos concursantes menos dotados. No todos pueden competir con atletas medallistas como Amanda.