Blume o Eckmann

telecinco.es 13/04/2017 10:00

Hoy es la gran final. Solo queda conocer el nombre de la ganadora de esta edición. Será, una vez más, una mujer. Cinco ediciones de GHVIP y siempre ha ganado una mujer. Esta edición apuntaba desde el principio a un final entre mujeres. Entre las 7 primeras expulsiones solamente hubo una mujer, la inefable Aída Nízar. Así hasta llegar a las 5 finalistas, todas ellas mujeres. La peculiaridad de las dos finalistas no es solo estar, sino que se enfrentan dos viejas conocidas. Trabajaron juntas durante tres años y medio en la radio. Dos mujeres de radio, atractivas, con personalidad y que se han mostrado como son. Todo esto explica mi satisfacción.

A muchos les ha parecido que me he mojado poco en esta edición, pero no se trata de eso. Estoy satisfecho con esta final y me alegro por las dos. Son dignas finalistas, con algunas cosas en común, pero diferentes en otras muchas. Es muy distinto de lo que ocurrió la pasada edición VIP, con un Carlos Lozano que se había revelado como uno de los mejores concursantes de la pequeña historia de este programa. Frente a él una Laura Matamoros ganadora por haber sabido meterse en el bolsillo a una parte de la audiencia de forma tan inteligente como tramposa. Entonces mi preferencia por Lozano era clara, mientras que ahora me hace igualmente feliz que se lleve el maletín una u otra.

No hubiera dicho que pasaría esto que cuento en las primeras semanas. Fueron expulsados entonces los concursantes que me parecían más interesantes. Aparte de la dolorosa doble expulsión de Aída, desfilaron hacia la puerta de salida Toño, Alonso y Alejandro. Todo ello en el plazo de seis semanas, justo lo que tardaba Aída en volver repescada. Aída volvió a salvar esta edición y cumplió sobradamente con su labor. No será posible recordar Gran Hermano VIP 5 sin pensar en Aída. Su relación con Alejandro Abad ha sido la más bonita de toda la edición.

La audiencia castigó de forma implacable a los integrantes del pacto de los chinos. Después hemos sabido algunas de las razones de la tirria que determinados concursantes demostraron hacia Toño. El pasado lunes contaba el representante en el programa de radio MorninGlory que hace un tiempo se presentó en su oficina Irma Soriano para pedirle trabajo. Igual lo confundió con un conseguidor. Toño escenificaba la situación, con Irma sobreactuada (no nos puede sorprender), arrodillada y sollozante. Tuvo que salir de su despacho y pedir ayuda a su equipo. Tenía una mujer en esa pose, más propia de un penitente en procesión de Jueves Santo que de una presentadora de televisión con dilatada experiencia en los medios. Siempre pensé que había equivocado su profesión y mejor le habría ido como actriz.

De las finalistas poco puedo decir a estas alturas. Tengo la sensación de que cualquier cosa que diga será utilizado en mi contra. Se escudriñará si pretendo beneficiar o perjudicar a Aly o Daniela. La noche que entraron de visita Elettra y Marco eché de menos durante un largo rato a Daniela. Estaba en el ‘confe’. Pregunté cuánto tiempo llevaba allí con interés y curiosidad, no como una crítica. Algunos me insultaron en las redes sociales. Todo por una simple pregunta. Como para comentar lo sucedido durante las horas que permanecieron en la casa las visitas o que las finalistas se llevan ahora a partir un piñón. La locura de las recargas, esa absurda almoneda a la que se debería poner freno, es solo la punta del iceberg de lo mucho que mueve una final de Gran Hermano.

Y es que la frase de Machado podría reformularse hoy en día por esta otra: españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos hinchadas de la final de Gran Hermano ha de helarte el corazón. Soy consciente de que exagero, pero entienda el lector mi hartazgo ante tanta intolerancia. La defensa a un favorito no debería nunca basarse en el descrédito del contrario. Así no. Pero bueno, si por algo cuadra tanto la final en plena Semana Santa es porque mientras se conmemoran los días de la pasión de Cristo llega a su fin el programa que más pasiones mueve. De pasión se trata.

Esperando lo que habrá de suceder esta noche, quiero aprovechar este escrito para recoger algunas de las sugerencias y peticiones hechas sobre la nueva generación de Gran Hermano. Propuse a seguidores y simpatizantes que se expresasen al respecto con el hashtag #GeneraciónGH y han sido muchos los comentarios y las reflexiones en torno a esa propuesta. Preconizo una nueva generación de este nuestro programa amado. Más que tratarse de una necesidad es pura consecuencia de la propia evolución que siempre ha experimentado el programa. Un programa que sigue vivo y está enormemente lejos de esa decadencia que algunos preconizan. Son los mismos que llevan matando el formato desde hace años. Pero este muerto, amigos míos, está muy vivo todavía.

Si Gran Hermano no hubiera ido adaptándose a los tiempos, evolucionando sin descanso, es posible que hubiera visto apagarse su buena fortuna hace tiempo. Posiblemente no habría pasado de las 10 primeras ediciones, y estamos ya esperando la 18. Ante esa edición en la que el formato alcanzará la mayoría de edad veo oportuno plantear lo que queremos para su futuro. Una nueva generación se acerca irremisiblemente, y conviene que nos pille preparados.

Muchas de las cosas señaladas sobre #GeneraciónGH se han ido repitiendo de forma insistente. Algunas son tan generales como abstractas, y no ayudan a concretar. Hablar de recuperar la esencia de Gran Hermano es un ideal que sin más explicación resulta imposible de materializar, entre otras cosas porque no a todos nos inspira lo mismo. Cada uno tiene su propia esencia asociada a este formato. Es como los perfumes, que huelen distinto en la piel de personas diferentes. Esa esencia de la que tanto se habla no es la misma para todos. Por fortuna, he de decir.

O concretamos algo más o no será posible ponernos de acuerdo sobre lo que queremos para esa nueva generación que está viniendo. Suerte que en otras cosas estamos siendo más concretos. Por ejemplo, se pide que sea recuperada la condición de aislamiento de los concursantes de forma tan estricta como lo era antes. Las visitas de famosos para participar de algún modo en la elección de quien ha de disfrutar de un privilegio en las nominaciones quiebra ese aislamiento, aun sin que introduzcan información alguna.

Poco a poco se ha ido venciendo el rechazo inicial a que en ocasiones algunos concursantes puedan ver imágenes de situaciones ocurridas en la casa. Esta es una de las novedades que se han ido introduciendo, posiblemente aceptada ya por una mayoría. Lo que sí despierta un rechazo importante es que entre esas imágenes haya confesionarios. Condiciona al concursante saber que sus compañeros pueden conocer antes de salir de la casa lo dicho confiando en el secreto de confesión. Lo mismo para lo escrito en los blogs. Aunque se me ocurre que si bien la existencia de la sala de confesiones es incuestionable al tratarse de una pieza vertebral del formato, a lo de escribir en blogs personales bien podría dársele una vuelta. ¿Por qué no videoblogs? El concursante va al ‘confe’ a hablar con el ‘súper’ sin saber a ciencia cierta si la audiencia verá su confesión. Sin embargo, el mensaje a cámara en un videoblog sería siempre accesible, igual que lo son esos escritos a los que algunos son tan reacios. Un ‘videomatón’ en la casa sería una oportuna actualización de los blogs para la nueva generación de Gran Hermano.

No pasaría nada si se planteasen más juegos sociales entre los concursantes. En la historia del programa hemos podido comprobar lo bien que han funcionado cosas como la habitación del pánico, una aplicación práctica del dilema del prisionero. En teoría de juegos hay una buena cantidad de ideas para futuras pruebas semanales. Esas pruebas deberían tener otros objetivos aparte de tenerles ocupados y que se estén jugando la compra para la siguiente semana. Es necesario dar una vuelta de tuerca a las pruebas con el fin de hacerlas interesantes para el espectador y posibles generadoras de tramas y conflictos. También podrían existir más pruebas con una recompensa individual, como la del pedaleo de este VIP. Esto garantiza el conflicto y muestra el lado más competitivo del concursante.

Jugar con la competitividad de los concursantes es interesante, igual que lo es poner en peligro sus ingresos. Diferentes tipos de sanciones podrían ir recortando la dotación del importe del maletín para cada concursante. Nada les motivaría más que la posibilidad de que algo pueda ir esquilmando el premio final. No esforzarse lo suficiente en las pruebas o incumplir reglas básicas de la convivencia pueden determinar que el premio sea menor. También podría recuperarse lo perdido, e incluso incrementar el premio, con esas recompensas individuales de las que hablo. O podría dejarse en manos de los concursantes la decisión de poner en juego una parte de esa bolsa de dinero a modo de apuesta, o jugando al doble o nada. Las posibilidades son inmensas.

Puedo imaginar perfectamente la nueva generación de Gran Hermano sin familiares y amigos de los concursantes en plató, o con su participación mucho más limitada. En algunas ediciones apenas han tenido protagonismo y no ha pasado nada. Al menos nada malo. Merecen mucha más atención los concursantes ya expulsados, que han convivido y conocen bien a sus compañeros. Su opinión es mucho más interesante al no limitarse a la defensa ciega del familiar o amigo, como pasa con aquellos que los propios concursantes designan para estar en plató. Una madre siempre verá bien todo lo que hace su hijo, y si no es así será casi imposible que lo diga. Lo mismo pasa con un buen amigo. Son opiniones previsibles, que poco o nada nos aportan.

En una nueva generación de Gran Hermano convivirá la votación por llamada o mensaje corto de móvil con los votos gratuitos a través de una red social como Twitter. Un sistema que garantiza un buen funcionamiento, acceso masivo y el voto único por persona. Pero, sobre todo, nos asegura que vuelven a decidirse las expulsiones por una buena cantidad de votos. Los continuos sorpassos, que algunos relacionan con absurdas trampas o impensables manipulaciones, no pueden tener otro origen que la escasa afluencia de votos. Habiendo pocos votos, con casi nada es posible dar la vuelta al resultado. Esto explica también los bandazos que a veces muestran los resultados, lo cual no pasaba antes. ¿Por qué? Porque se votaba mucho más. Ahora el SMS está en desuso y la audiencia reclama poder votar sin coste.

No voy a entrar en minucias como que antes las actuaciones musicales en la casa eran siempre en directo y esta temporada hemos visto a grandes estrellas, pero encajando un playback. Lo menciono solo como ejemplo de que no todo lo que ha de traernos una nueva generación de Gran Hermano son novedades. A veces basta con hurgar en el pasado. Observar con suficiente distancia aquello que ha funcionado. Cualquier tiempo pasado fue anterior, no mejor, pero sería inteligente recuperar aquello que perdimos y tanto brillo dio a este programa. Los buenos conservadores son aquellos capaces de seguir utilizando viejos puentes romanos, más fiables que muchos construidos el siglo pasado. Conservar aquello que merece la pena es casi una obligación, y si ya fue perdido lo que se debe hacer es recuperarlo, siempre que sea posible. ¡Cuántos firmaríamos por recuperar algunas cosas que están en la mente de todos! Cuantísimos lo deseamos.

Moleskine del gato

Es noche tenemos una fiesta. La gran fiesta final de otra edición de Gran Hermano VIP. Seguiremos hablando en el futuro de la #GeneraciónGH, pero ahora toca prestar atención a Daniela y Aly. Una de las dos excompañeras de trabajo se llevará el maletín e inscribirá esta noche su nombre en el palmarés de ganadoras. Jordi González nos llevará de la mano una final más, y eso está muy bien. Ahí estaremos fieles y felices, como penitentes que no podemos saltarnos una final. Y llevaremos a hombros a la ganadora, sea esta quien sea. Que gane la mejor. Amén.