Correctos frente a incorrectos, aburrimiento contra diversión
Una vez definidos los dos grupos en los que se divide la casa, uno de ellos formado ahora por dos personas solamente, falta explicar lo que representa cada grupo. Que un grupo solo tenga dos personas no es ningún inconveniente. Contaría más bien a su favor si tuviesen el apoyo de la audiencia. Toda la casa en contra de dos no hace sino incrementar las simpatías hacia el débil. Se quiebra esta regla cuando esos dos, o cuando menos uno de ellos, se le atraviesa a la audiencia. Ese sería el caso de Bárbara, que sería un lastre para Adara al impedir una evolución en la que es muy probable que la audiencia terminase de su parte.
Unos y otros parecen criticar de los otros lo mismo que ellos mismos hacen. Y es así realmente. La diferencia es que el grupo mayoritario comete el error habitual. Lo hemos visto en otras ediciones. Situar a estos concursantes en medio de otras situaciones ya vividas es demasiado tentador como para no hacerlo. La comparación parece inevitable. El grupo mayoritario representa la corrección, cierta moralidad y los comportamientos rectos. Y eso lo hacen frente al espíritu gamberro de un grupo que no pretende ser correcto sino más bien todo lo contrario. Esto genera distintas corrientes de simpatía en la audiencia, enfrentando a los que apoyan a los correctos y quienes prefieren a los incorrectos.
Los incorrectos hacen un uso privativo de ese bien común que es la comida y no se aplican demasiado en la prueba, por ejemplo. Han ido allí a jugar, priorizando el propio divertimento antes que el perfecto funcionamiento de las cosas. Esta dicotomía se ve aumentada por la exageración del grupo de los correctos, que en seguida pone todo el énfasis en destacar y subrayar los comportamientos incorrectos, llegando al absurdo de criticar lo que todos hacen o inventar cosas incluso. La obsesión por colgar el sambenito de incorrectos a quienes lo son, pero no tanto, termina volviéndose en contra de quienes en la misma medida que representan valores apreciables están resultando odiosamente aburridos.
El grupo de los correctos, casi toda la casa ahora mismo, como dije antes, está pasando por una fase curiosa en la cual intentan sacudirse la imagen de aburridos. El resultado es ese ambiente de campamento de verano adolescente con el que están impregnando la casa. Con las guerras de almohadas y otras chiquillerías pretenden demostrar que ellos también se divierten al mismo tiempo que ofrecen la imagen de grupo sólido, donde la convivencia es ejemplar. Un mundo de bondad y perfección tan ridículo como inverosímil. El interés de buena parte de la audiencia respecto a este inconcebible grupo es ver cuándo llega el momento que comienzan a lancearse unos a otros. Cada puñalada entre esos seres de absoluta magnanimidad es una careta que se cae, dejando ver la realidad de cada cual.
Insisto en que fractura la opinión en la audiencia que unos simpaticen con los correctos y otros con los incorrectos. Este gato gamberro suele estar con estos últimos. Personalmente, el grupo de los morales me resulta profundamente odioso, incluso sin llegar a simpatizar con sus oponentes. Digamos que Adara y Bárbara me llaman la atención. Cierto que ellas replican perfiles identificables, incluso repiten forzadamente tramas ya vistas. Son copia de copia, por eso roban comida sin tener hambre, fuerzan carpetas increíbles y exageran su lado más gamberro. Es todo forzado y excesivo, por lo que deberían provocarme cierto hastío, y algo de eso pasa en ocasiones.
¿Qué me llama la atención, entonces? Pienso que hay tres cosas que hacen atractivo este disparatado dúo y por las que no deseo su separación todavía. Mantienen sus historias con enorme descaro y sin importarles lo más mínimo haberse convertido en las apestadas del grupo. Adara ha hecho un drama de su historia con Pol porque le conviene, aunque no le faltan razones para ello. Bárbara raramente dice la verdad cuando cuenta algo sucedido que su interlocutor no ha presenciado. Ni siquiera son del todo leales entre ellas, pero todo esto lo hacen con gran insolencia y desvergüenza. Y eso me transmite frescura, frente al acartonamiento del otro grupo.
El contraste sería el segundo de los motivos. Con todo, me parecen mucho más reales ellas dos cada vez que me fijo en los de enfrente. Al otro lado me encuentro con el comportamiento ridículo e impostado de aquellos que parecen haberse metido en la máquina del tiempo para convertirse en adolescentes boys scouts, disciplinados con el orden y el deber, pero díscolos a la hora de divertirse como si fueran los más felices del lugar. Y, por último, Adara y Bárbara han conseguido concentrar máxima atención entre los espectadores y absolutamente toda dentro de la casa. Se vigilan mutuamente, eso es verdad. Pero la tensión la ponen ellas, porque son quienes están manejando todos los hilos. Si faltan Adara y Bárbara se recompondrá la situación y surgirán nuevas tramas, pero ahora mismo son vitales. No se entenderían estas tres primeras semanas sin ellas, y me atrevería a decir que especialmente sin Adara.
No deja de chirriar el drama de Adara, que ayer lloraba dolida por la actitud de Pol. Sobre todo, porque ninguno de los dos se ha creído nunca esa relación surgida con evidente precipitación, forzada por las circunstancias. Pero si esto no fuera así, tengo completa seguridad de que Pol merecería igualmente un mar de reproches por parte de Adara. Su deslealtad, la forma como la ha vendido delante de sus enemigos en el juego, me parece lo más reprobable. También que no se haya planteado en ningún momento usar el poder que le confiere El Club en beneficio de Adara.
Sobre el juego de caricias y mimos que se lleva Pol con Miguel cada uno lo ve según su nivel de tolerancia o sensibilidad. Pero tampoco veo que Pol sea trigo limpio en ese doble juego de carpetas cruzadas. Él piensa que le beneficia mantener ese juego a dos bandas y no duda en forzarlo. Lo mismo que alimenta la provocación de algunos integrantes del otro grupo, buscando que Adara salte y muestre su lado más censurable. Anoche mismo, Fer comentaba la relación de Adara y Pol con este último, justo cuando a ella le tocaba hacer un turno en la prueba. Cuchicheaban en voz baja, aunque claramente audible, a escasos tres metros de Adara. No tengo duda de que buscaban su reacción.
Pol es tan desleal que no solamente ha evitado favorecer a Adara, sino que no duda en echar tierra en su contra cuando puede. Contaba ayer que había dicho en el confe: “Ha hecho solo cuatro turnos en la prueba y ha fallado los cuatro”. Tuvo que corregirle el propio Fer, porque ni ha hecho tan pocos turnos ni ha fallado siempre. Tengo contabilizados errores de todos (menos los miembros de El Club, que no hacen la prueba), y no me parece que sea Adara quien más haya fallado. La diferencia está en la forma de recibir los fallos por parte del grupo de los legales, fiscalizadores de errores ajenos y no tanto de los propios.
En la mañana de ayer fallaba Noelia y todo eran palabras de consuelo y comprensión. Curiosa reacción que contrasta con la dura censura cuando el error era cometido por Adara, o también Candelas y Meri antes de su descarado transfuguismo al grupo dominante. Cuando la cosa queda entre ellos todo son risas y buen rollo. Anoche Clara descubría que alguien había estado comiendo crema de cacao con galletas en su cama. Su reacción era tan enérgica como nos tiene acostumbrados, pero adoptaba tono de humor en cuanto pensó que era obra de alguien de su grupo. Hubiera bastado con sospechar de Adara o Bárbara para que se hubieran escuchado sus gritos en las provincias colindantes.
Adara se aleja de Pol por su relación con Bárbara del mismo modo que Pol se aleja de Adara por su relación con Miguel. En esto no pueden reprocharse nada, aunque para Adara la situación parece ser más inconveniente que para Pol, quien no parece muy afectado por la ruptura entre ambos. Una ruptura que ayer volvió a escenificarse. Hasta cuatro veces fue Pol a hablar con Adara, hasta que en la última ella censuraba su actitud con Miguel. La respuesta de Pol recuerda el tradicional saludo del periodista deportivo José María García en su programa radiofónico: “Saludos cordiales”. Miguel y Bárbara son obstáculos en esa relación, pero no en la misma medida.
No veo inconveniente alguno en que se muestren cariño Pol y Miguel, incluso me ofende que pueda haber trazas de homofobia en los reparos que pone Adara. Anula ese temor que esta concursante preguntase ayer: “¿Y si yo hiciera eso con un amigo?”. En caso de estar contrariada porque Miguel sea un tío habría preguntado si ella hiciera algo parecido con otra chica. No se trata de eso. Ahora bien, debe desmotivar un poco ver al luchador de wrestling hablando de cremitas con Miguel. Un poco de decoro, por el ADN más perfecto entre los perfectos.
Tampoco debe estar tan loca Adara cuando ayer Fer advertía a Pol de que el rollo que se trae con Miguel se puede malinterpretar fuera de la casa. Aunque solo valga como un mero dato, el caso es que alguien más parece verlo. El argumento de Pol para posicionarse en contra de Bárbara es mucho más peregrino que las pegas de Adara a lo que este tiene con Miguel. Lo decía ayer por la mañana: “Si 13 personas estamos de acuerdo será por algo. Si fueran 6 personas contra la opinión de otras 5… entonces puedes decir ‘yo decido’. Pero somos 13 opinando lo mismo sobre ella”.
Tenía que llegar el momento que alguien recurriese al argumento ad populum. Este argumento falaz concluye que una proposición debe ser verdadera porque muchas personas lo creen así. Es decir, se trata del “si muchos lo creen así, entonces será así” que utiliza Pol en este caso. Su uso está promovido por idéntico motivo al del cambio de grupo obrado por Candelas y Meri, que comentábamos ayer: subirse al carro ganador. En realidad, algo es cierto o falso independientemente del número de personas que lo piensan. Es un argumento utilizado típicamente en el mundo de la publicidad, de donde procede una formulación que niega el argumento ridiculizándolo. Se trata del famoso: “Coma mierda, tres mil millones de moscas no pueden estar equivocadas”.
Bárbara será como cada uno quiera apreciarla y valorarla. No importa si todos están en contra o a favor. Este es un argumento muy utilizado en Gran Hermano. “Por algo será”, se dice repetidamente, considerando que la audiencia no tiene criterio propio. Aceptando el argumento por unos instantes, sería algo más válido si se tratase de una opinión realmente numerosa. Concursantes que en la casa todos, o casi todos, denostaron tuvieron el apoyo de la audiencia y se convirtieron en ganadores. Es el caso de Iván Madrazo, por ejemplo. El pequeño universo de esa casa se ve agrandado desde la óptica de sus habitantes. Lo que vendría a ser aquello de “todo se magnifica”, evitable lugar común asociado inevitablemente a este programa.
Por no dejar un cabo suelto en esta teórica de las falacias, que tanto me interesa, ni siquiera cuando la muestra es muy amplia deja de ser falaz el argumento ad populum. Sería el caso de la democracia, donde no se puede hablar de que la decisión de la mayoría nos permita catalogar nada como “verdadero” o “falso”. Tan solo es lo que el mayor número de personas quiere, y eso en democracia debe ser suficiente.
Moleskine del gato
Evito al esforzado lector comentarios sobre las broncas de ayer, especialmente los gritos habidos entre Bea y Adara. Vamos a un promedio de una bronca cada 45 minutos, más o menos. Y ese ritmo cansa a cualquiera. De todas formas, disfrutemos de toda esta actividad mientras podamos. Esta edición no da tregua. Me cuesta recordar otra anterior en la que el directo concentrase tanto la atención de tantos. Y tiene otra virtud enorme. A pesar de lo dicho, es decir, que un grupo me aburre mucho más que el otro, no tener favorito tras casi tres semanas de concurso hace que se viva la experiencia con especial tranquilidad. Soy feliz por ello.
Anoche me llamó la atención ver a Pol zampando un bocadillo justo antes de entrar a cenar en El Club. Sin terminar de masticar el último bocado eran llamados por ‘el súper’. A pesar del comentario en contra de Miguel, me parece sorprendente que no haya un clamor en la casa protestando por una actitud tan egoísta como esta.
La posibilidad de que Bárbara llevase a plató, si es finalmente expulsada, la caja que tiene una vida extra se duplicaría si Adara le cede la suya. No hago apuestas, pero permanezco expectante ante ello. De momento, sus posibilidades parece que son del 20 %, según los cálculos que vi hacer a unos amigos ayer en Twitter. Quedan 10 cajas, después de que Laura abriera 2, Cris otras 4 y el domingo se hiciese lo propio con la de Álvaro. Es un 2 contra 8. Si no sale la cosa bien Adara se va a quedar muy sola. Ojalá la suerte sonría a Bárbara y Adara.