¿Que gane el mejor?

telecinco.es 14/12/2017 08:46

Si no fuera porque esta noche es la gran final hubiera titulado esto ‘Rubén y Gabaldón, mentiras a mogollón’, siguiendo la genial ocurrencia de @farandulario_. Ayer fue el día de la vuelta de tuerca final a la realidad paralela inventada por Rubén. Su mayor ocurrencia fue decir que “antes de hablar con Maico se lo dije a Hugo”. Como son solo cuatro se lo dijo varias veces a Gabaldón y, no contento con eso, fue incluso a soltárselo a Yangyang. ¡A Yangyang! Que aparte de soplársela mucho todo igual no te entiende como hace que no te entiende. Y si no te devuelve las burlas con otra más grande, porque ella tiene el mayor espíritu burlón que ha pasado por esa casa.

Si no fuera porque hoy acaba todo contaría con detalle lo que la imaginación calenturienta, absurda y mitómana de Rubén le hace decir. Es que es un caso para estudiar, y lo digo completamente en serio. “Yo le senté y le dije pasa esto”, cuenta Rubén sin despeinar su tupé. Dice, además: “Ahora no me importa decirlo en directo o en diferido”. Claro, directo, diferido o por burofax, pero sin que esté delante Hugo. Por la sarta de tonterías que soltó ayer este sujeto merecería salir el primero esta noche y reventar viendo que hasta Yangyang queda por encima.

Si no fuera porque estoy triste porque hoy acaba esto y alegre porque no se ha dado nada mal la cosa, relataría el momento que hasta Gabaldón, cómplice perfecto de esta realidad fabricada por Rubén, le tuvo ayer que pedir árnica. “No me hables más de eso porque es algo que no he vivido”, le dijo después de que le estuviera dando la vara toda la mañana. ¿La reacción de Rubén? Dejó inmediatamente de criticar a Hugo para, sin solución de continuidad, pasar a criticar a Yangyang. Tan triste es su concurso que siempre ha dependido de otro. Su última semana se resume en el odio vertido hacia Hugo y Yangyang, de forma equitativamente repartida.

Si no fuera por el malestar que me genera tener que dedicar estas líneas de hoy para algo más que el tradicional “hoy es el día” seguiría contando el triste día que protagonizaron dos de los finalistas ayer. No hace falta decir a quiénes me refiero. Pero hay tradiciones que no deben ser abandonadas nunca. Algunos no han entendido que la suerte está echada. Alea jacta est. “Como mañana quede yo cuarto arde el plató”, dijo ayer Rubén. ¡Pues que arda! El fuego purifica. Si hace falta le llevo yo las cerillas. Es para reír lo suyo. El puesto se lo disputa con Gabaldón, que prefiere ser cuarto a segundo. Ojalá se cumplan las peores expectativas de estos dos concursantes que han protagonizado una de las últimas semanas más lamentables que recuerdo.

Han logrado hasta que quiera ver segunda a Yangyang. Ayer traspasaron todas las barreras hablando de sus hijos como lo hizo Gabaldón en su día de la hija de Hugo. Es lo que pasa cuando no hay límites. Mientras tanto en otro lugar de la casa andaba Hugo a lo suyo, bromeando con Yangyang o haciendo sus tablas de fitness. Sin hablar mal de nadie, esperando plácidamente a que llegue el momento esperado de esta noche. El día y la noche, oiga. Pero ya he dicho que no voy a hablar de estas cosas hoy porque no toca.

Es un día para disfrutar de una gala final en la que espero escuchar a Antonio Orozco, también me vale Ramón Melendi. En las inmediaciones de los estudios de Mediaset me dicen que va a estar cantando Juanes. Tampoco está nada mal. Ayer el ‘súper’ les despertó con Melendi en uno de esos momentos que son difíciles de olvidar. Si echo la vista atrás a lo sucedido en estos últimos tres meses creo que no faltan momentos de esos.

Me quedará mucho mejor recuerdo del que muchos se piensan de esta singular edición que tanto servirá de base para construir un nuevo futuro a este programa, sea cuando sea. Será, tal vez, esa ansiada nueva generación que no ha tenido todavía su momento. Son muchas las enseñanzas y, como dije hace unos días, no es el momento todavía de desentrañarlas. Probablemente tampoco es este el lugar. E incluso dudo de que sea yo la persona más adecuada. Mi opinión es inconvenientemente subjetiva porque este programa me sigue apasionando demasiado.

Si no fuera porque la cosa no es para tanto diría que Gran Hermano renacerá de sus cenizas. Algo así habrá de pasar, pero ni este programa es un mito, ni habrá que esperar 500 años para ver su mágica transformación, como la del fénix. En realidad, no habrá más magia que la asociada siempre a la televisión. El cambio surgirá más bien del trabajo. Y el trabajo de entonces será tan elogiable como el de ahora. Por eso no quiero ni debo dejar pasar la oportunidad para felicitar al equipo de este programa, que ha trabajado un año más con entrega e ilusión. Gracias a todos ellos.

Moleskine del gato

Tengo anotado en mi moleskine… bueno, es el momento de hacer una pequeña confesión sin mucha importancia. El moleskine no existe. Apenas tomo notas. Prefiero confiar más en el filtro de mi memoria. Alguna cosa anoto, pero es en una aplicación llamada Google Keep sin la que no podría vivir, que me permite compartir lo anotado en el móvil con el ordenador en que escribo cada mañana estas líneas. Digamos que es una agenda virtual que no se llena nunca, y si fuera física tardaría en hacerlo. Por tanto, después de esta confesión debo decir mejor: hoy tengo anotada en mi memoria hacer un comentario a las comunidades de seguidores de Gran Hermano.

Algo he tenido que ver en el desarrollo de la comunidad de seguidores del programa durante estos años, aunque hoy me quiero referir a todas las comunidades. Aquellos que se han congregado durante todos estos años en torno al blog de Pericoloco, el foro de Portalmix, el de granermano sin hache y en muchos otros lugares. También en las redes sociales, donde últimamente se ha extendido, abierto y universalizado la conversación. Vosotros habéis hecho grande Gran Hermano, un programa que es hijo de una webcam y fue pionero en el planteamiento de la televisión en 360 grados y la narrativa transmedia.

Dice @AjarePink (gracias por la cita, @ MarisaVidilla_) en Twitter: “España es un señor dando de comer a los patos, apoyado en un cartel de prohibido dar de comer a los patos, quejándose de lo gordos que están”. La frase es ingeniosa y tiene mucho de verdad. En las comunidades de seguidores de Gran Hermano pasa algo así también. Siempre me ha llamado la atención lo contradictorios que somos porque a veces es complicado complacernos y otras nos contentamos con cualquier cosa. En todo caso, habéis sido imprescindibles. Sin concursantes nada sería posible, pero tampoco sin vosotros. Esto es así.

Esta noche tenemos una fiesta. Será la fiesta final, por ahora. Jorge Javier nos llevará de la mano una vez más. Y yo también le doy a él las gracias por su entrega e ilusión, como cabeza visible de ese fantástico equipo del que antes hablaba. Vivámoslo con alegría, como siempre. Me gustaría decir eso tan deportivo de “que gane el mejor”, pero ¡qué diablos! el mejor tiene un nombre que significa “hombre con inteligencia y perspicacia”. Le viene que ni pintado el nombre a Hugo.