Patio, Salmorejo y... José Tomás

telecinco.es 30/05/2008 21:16

Tuve la inmensa fortuna de encontrarme frente a frente con la leyenda. Me disponía a callejear y tomar el aperitivo con mi buen amigo Antonio Escamilla, cuando llegaba José Tomás de dar un paseo al Hotel AC Córdoba Palacio. Suele hacerlo siempre antes de almorzar y descansar un rato en la intimidad de su habitación.

Hacía algunos años que no nos veíamos físicamente, pero sólo físicamente, porque para mi asombro me confesó que seguía los informativos de Telecinco y se felicitaba por el tratamiento que estamos dando a la fiesta. Nervioso y torpemente, impresiona de verdad estar delante de un mito viviente, le dije que seguía muy de cerca su épico regreso a los ruedos.

Sumergido en el agrado del fortuito encuentro, me dediqué a recorrer la judería cordobesa, uno de los placeres más gratos que uno puede permitirse y mucho más en primavera. Estaba nublado, con lo que no rezumaba ese brillo inmaculadamente blanco de los días de sol que irradia la cal de fachadas y balconadas.

Pero Córdoba estaba realmente hermosa. En un precioso patio de “El Churrasco”, uno de los templos gastronómicos de la ciudad, no pude resistirme a degustar el clásico salmorejo, con esa espesura tan lograda, culminada con esas puntas de buen jamón de bellota y el huevo de corral trinchado. Como el gazpacho, pocos entrantes hay tan deliciosos como éste bastión de la gastronomía andaluza, ideal para esos días de calor infernal.

El fino cordobés y un Pedro Ximenez de postre acompañaban el adornado almuerzo, lo mismo que las sutiles y sugerentes imágenes que colgaban de las paredes de un patio fresco, suntuoso y espiritual.

Suntuosa y espiritual fue también la faena de José Tomás, a su primero de la tarde. Hacia siete años que no pisaba el albero del coso de “Los Califas”, así se llama la plaza cordobesa.

Como es habitual en él, lidió al noble toro de Vegahermosa, con un exquisito temple, con ese ritmo pausado que hace eternamente bello cada lance, sea con el capote o la muleta. Sobrecogen los sitios en los que se coloca. Impresiona su quietud, su verticalidad.

Gracias a él me aficioné a los toros o lo que es lo mismo a la verdad taurina más absoluta. Su toreo es de una sinceridad y de una entrega ilimitada al respetable. José Tomás es uno de los toreros más importantes de la historia y uno siente que construye lo mejor de su propia historia personal cuando tiene la fortuna de verle.