Rusia y Turquía han acordado este jueves un alto el fuego para rebajar la peligrosa escalada en la región siria de Idlib, donde las fuerzas turcas se enfrentan a las rusas por el control de la zona. El presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayip Erdogan, se han reunido en Moscú y, pasada la medianoche, tras una larga negociación, se hacía efectivo el alto el fuego en Siria.
Estas hostilidades en el noroeste del país han derivado en una grave crisis humanitaria, con miles de refugiados que tratan de llegar a suelo europeo desde territorio turco y cerca de un millón hacinándose en el lado sirio de la frontera con Turquía.
Las conversaciones entre ambos líderes no suelen llegar a buen puerto. Lo reconocía el propio Putin, que tildaba el acuerdo como un buen punto de partida para el cese de los ataques. Para calmar la tensión, se ha acordado establecer un pasillo de seguridad y desplazar a la zona patrullas conjuntas de fuerzas rusas y turcas. Estos destacamentos de guardias comunes empezarán a funcionar a partir del 15 de marzo desde el asentamiento de Trumb hasta el asentamiento de Ain al-Jabr.
Mientras, los enfrentamientos en el suelo y en el aire han provocado docenas de muertos tanto en las filas turcas como en las fuerzas rusas. Los combates han empujado a casi un millón de civiles sirios hacia Turquía, que respondió abriendo las fronteras hacia Europa para presionar a Occidente a que le apoye, según el Presidente de Siria.
El memorándum firmado en Moscú que busca aligerar la tensión en Idlib llega la misma semana que una investigación de la ONU sobre Siria acusase a Rusia de involucrarse directamente en crímenes de guerra con bombardeos indiscriminados de áreas civiles.
El alto el fuego, de momento, sigue en pie. Sin embargo, en los últimos bombardeos habrían muerto más de 20 sirios. La pregunta es si se han producido antes o después de hacer efectivo el cese de los ataques.