Por qué los perros son los nuevos compañeros del alma a partir de los 50

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David Beckham, enamorado de sus perros a los 50. @victoriabeckham
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A partir de los 50 la vida empieza a cambiar para muchas personas. Los hijos abandonan el hogar y la casa está más silenciosa, las cargas familiares son más ligeras y la estabilidad financiera -cuando la hay- permite abrir la puerta a una etapa de mayor libertad y nuevas oportunidades. Y para ese viaje, contar con un perro como compañero de vida es una de las experiencias más gratificantes que puede haber.

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Cada vez son más los adultos maduros que buscan compañía en estos animales domésticos. Lo vemos en celebrities como Antonio Banderas, que compartía en sus redes un vídeo de un divertido dueto musical con su chihuahua Gypsy; David Beckham y sus tres cocker spaniels y un goldendoodle miniatura que le siguen a todas partes; o Elvira Lindo, que se despedía hace unos meses con mucho pesar de Lolita, su querida yorkshirer terrier. No son simples mascotas, son miembros de la familia con los que se comparten alegrías y tristezas.

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Los perros son una fuente de compañía, alegría y amor incondicional, sobre todo para afrontar la soledad que muchas veces llega con la independencia de los vástagos, un divorcio o la soltería prolongada. El 87% de los dueños de perros consideran que tener una mascota tiene un impacto muy positivo en su salud mental, según un estudio de la Asociación de Psiquiatría de EEUU (APA).

Un vínculo de apego seguro

"El perruno es un vínculo emocional y de bienestar transformador. Es incondicional, reparador y silencioso. Un perro no te juzga, no te decepciona y no te abandona. Es lo que en psicología se llama vínculo de apego seguro. Tu perro se convierte en una figura de seguridad, de estabilidad emocional y de pertenencia", nos explica la psicóloga Lara Ferreiro.

Este vínculo puede ser especialmente importante a partir de los 50, una fase vital que es de redescubrimiento personal y reordenación emocional. "Es la etapa en la que muchas personas se preguntan '¿ahora para quién vivo?' ¿Qué me llena de verdad?' El perro aparece entonces para aliviar la soledad y construir tu sentido vital", indica la experta.

Beckham y los perros

Rellenando el nido vacío

Uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos en esta etapa es el llamado 'síndrome del nido vacío'. Que los hijos abandonen el hogar familiar puede generar sentimientos de vacío o pérdida de propósito. El perro puede ayudar a llenar ese espacio emocional. "Cuando los hijos se van de casa no solo hay una ausencia física, sino que también se desestructura toda una red emocional. Muchos padres que han perdido su rol vuelcan esa identidad de crianza en los perros, que cumplen una función reparadora", afirma Ferreiro.

Son muchos los estudios que demuestran que convivir con un perro mejora el estado de ánimo y previene la depresión. Según la autora de ‘¡Ni un capullo más!: El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta’ , "el contacto físico cuando lo acaricias durante más de 10 segundos hace que segregues oxitocina, la hormona del amor y del apego, y reduce el cortisol, la hormona del estrés. Es un anestésico natural".

Un renovado sentido de propósito

Además, cuidar del animal otorga un renovado sentido de propósito y responsabilidad. "Es un factor protector frente a la depresión; segrega dopamina, la hormona de la felicidad, y serotonina, del placer, con lo que disminuye la sensación de soledad" y el aislamiento social.

Muchas personas a partir de los 50 se relajan y empiezan a darse al sedentarismo. En ese sentido, tener un perro obliga a mantenerse activo, ya que hay que dar paseos diarios y jugar con él. Esto tiene un impacto positivo en la salud cardiovascular, pero también en la función cognitiva, ya que deteriora menos la memoria, y abre la puerta de entrada a nuevas conexiones sociales.

"Al final tener una presencia constante rompe el aislamiento emocional, te ayuda a conectar. Tienes una compañía auténtica y reforzante que te ayuda a todos los niveles. Es un sustituto emocional que no compite sino que complementa", explica Ferreiro, que incide también en la función simbólica. "Adoptar a un perro a los 50 es un nuevo comienzo que viene a decir 'todavía tengo amor para dar, puedo conectar y vivir con alegría".

El duelo, la parte dolorosa de tener una mascota

Con los hijos fuera del hogar y una economía más desahogada, muchas personas disponen en esta etapa de las condiciones para brindar un mejor cuidado a su mascota, lo que incluye visitas al veterinario, alimentación de calidad y más tiempo para dedicarles atención. La parte triste del asunto es el duelo que sigue al fallecimiento del animal, que puede ser tan doloroso como el de un familiar o un amigo, pero así es el ciclo de la vida.

Según un estudio de la Universidad de Hawai, el 30% de los dueños sienten dolor durante al menos seis meses o más, aunque el proceso ni es lineal ni tiene un tiempo determinado. "Es un duelo invisible, muy complejo, que pasa por varias fases. Para afrontarlo hay que validar el dolor, ritualizar la despedida, hablar del vínculo y reorganizar rutinas", finaliza la experta.