"Los campamentos de verano pueden ser una gran opción para los más pequeños, y además facilitan la tarea de conciliar la vida laboral y familiar", comenta Ana Herrero, psicóloga y coordinadora del grupo Brains International Schools, que apunta además que "fomentan la creatividad, permiten a los más pequeños conocer otras actividades e impulsan el aprendizaje de valores". Eso sí, antes de matricular a tu hijo o hija, es recomendable analizar si está realmente preparado para pasar parte de las vacaciones fuera de casa y bajo las normas de los monitores.
Si tu hijo insiste en que quiere ir de campamento, esto será un buen indicador para saber si está preparado. Ahora bien, en algunas ocasiones, cuando están en las primeras fases de la infancia, pueden no estar preparados para adaptarse a un espacio nuevo y desconocido. Lo mejor en estos casos es que acudan acompañados de un hermano mayor o un amigo que asista al mismo campamento, además de empezar con campamentos que hagan posible que el niño vuelva a casa para dormir.
En los campamentos no hay padres y por tanto habrá niños más revoltosos que aprovechen para agitar al resto y darle algún que otro dolor de cabeza a los monitores. Si por el contrario tu hijo acostumbra a respetar las normas, será más fácil tanto para él como para los responsables y los compañeros la convivencia. So sigue las rutinas en casa será más probable que su comportamiento sea el adecuado a la hora de ir de campamento en verano.
Es fundamental que le guste relacionarse, de lo contrario, podría pasarlo mal. Por lo general los niños disfrutan compartiendo juegos con otros amiguitos, pero si tu hijo prefiere jugar por su cuenta y no acostumbra a interactuar demasiado, quizá sería excesivo para él pasar un tiempo alejado de casa y rodeado por otros niños las 24 horas del día. Las habilidades para socializar son esenciales para el desarrollo intelectual y emocional de los pequeños, por eso si tu hijo es independiente un campamento también podría ser positivo para trabajar en ellas.
Cierto nivel de autonomía es importante para su bienestar. No consiste en saber hacer todas las tareas solo, para eso están los monitores, pero si requiere de ayuda para cosas muy básicas como vestirse o recoger su plato después de comer, quizá no esté preparado para pasar una temporada fuera de casa.
Es habitual que desde bien pequeños pidan dormir en casa de sus amigos o sus primos. Si tu hijo lo ha hecho en alguna ocasión y la experiencia ha sido buena, lo más seguro es que dormir fuera le cueste menos. Si por el contrario nunca ha dormido fuera de casa, una buena opción será invitar a un amigo a dormir a casa para que después le devuelvan la invitación y poder comprobar cómo afronta la noche fuera.