Fue en 2011, durante los primeros días de apertura de la estación de esquí ‘Killington Resort’ de Vermont (EE UU). Nadie Price, una excursionista, fue una de las múltiples paseantes que en esos días se acercó a la estación a dar un pase en la cabina, uno de los pocos servicios que por el momento habían abierto.
La casualidad quiso que ese día empezara a hacer muy mal tiempo, lo que obligó a la estación a cerrar antes de la hora, justo 15 minutos después de que Price se montara en la cabina para subir a la montaña y pasear. El responsable de estas cabinas no se preocupó de ver si había alguien subido, paró el aparato y se largó.
Cinco horas pasaron hasta que fue rescatada por los servicios de emergencia, un tiempo en el que, tal y como explicó su abogado a través de un comunicado, “en la oscuridad que la envolvía casi perdió el conocimiento, lo que probablemente habría terminado con su vida”.
Por su parte, la mujer afirmó que fueron las cinco horas más angustiosas de su vida y que la causó un estres post-traumático que le impide conciliar el sueño desde entonces. Por eso demandó a la estación y reclamó 500.000 dólares. Afortunadamente, el jurado popular ha estimado que era poca cantidad y ha subido la cifra hasta los 750.000, es decir a 150.000 dólares la hora.
En cuanto a la estación de esquí, parece que están conformes con la situación, y han admitido que "el procedimiento de cierre no fue seguido correctamente". Todos conformes.