Salud mental

El sufrimiento del roncador pasivo: así está minando tu salud que tu pareja 'respire fuerte'

Los hombres roncan más que las mujeres
El problema de vivir con un roncador. Redacción Uppers
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Dormir al lado de alguien que ronca no solo interrumpe el descanso: puede poner en riesgo la salud física, mental y emocional de quien comparte cama. Así lo advierten los expertos de HIS, que han acuñado el término “roncador pasivo” para describir a todas esas personas que, sin padecer apnea del sueño ni trastornos respiratorios, terminan desarrollando síntomas físicos y cognitivos por culpa del ronquido ajeno.

“El cerebro de quien duerme al lado de un roncador se mantiene en modo vigilancia. Aunque logre dormir varias horas, no descansa realmente”, resume José Ignacio Marmolejo, CEO de HIS. El fenómeno, advierte, se ha convertido en una suerte de epidemia silenciosa. Cada vez es más habitual que haya pacientes que no roncan, pero terminan la noche exhaustos, irritables, con ansiedad y fallos de memoria. Muchos no entienden qué les pasa, hasta que preguntamos por su pareja”, añade.

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Fragmenta el sueño profundo

El impacto del ronquido constante sobre quien duerme a pocos centímetros es tan real como subestimado. Según datos recientes, el 75% de quienes comparten cama con una persona que ronca reconoce que esto afecta de forma significativa a su descanso. Más aún: el 77% afirma que repercute directamente en su bienestar durante el día.

El problema, subrayan los especialistas, no es solo el ruido, sino el tipo de sueño que no consiguen alcanzar. Estudios como el publicado en European Respiratory Journal demuestran que los compañeros de cama de roncadores tienen más despertares nocturnos, menor eficiencia del sueño, y ven reducido drásticamente el tiempo que pasan en las fases profundas y reparadoras, conocidas como N3 y REM. “Eso genera una acumulación de déficit de descanso muy difícil de compensar durante el día”, señala Marmolejo.

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Esta privación parcial del sueño, que no resulta tan evidente como el insomnio crónico, pero es igualmente dañina, interfiere en procesos vitales como la consolidación de la memoria, la regulación hormonal o la capacidad del cuerpo para reparar tejidos y fortalecer el sistema inmunitario.

Apnea del sueño

El daño colateral del ronquido

El término “roncador pasivo”, inspirado en el del “fumador pasivo”, no es una exageración. Quien convive con el ronquido constante sufre a largo plazo una elevación sostenida del cortisol, la hormona del estrés, y una mayor activación del sistema nervioso simpático durante la noche. Esto, documentado por múltiples estudios clínicos, provoca lo que se conoce como “hipervigilancia nocturna”, que es una alerta inconsciente que impide alcanzar el descanso real, incluso cuando se duerme ocho horas.

A nivel clínico, las consecuencias se traducen en una lista creciente de síntomas: fatiga diurna, irritabilidad, bajo estado de ánimo, ansiedad, dificultad para concentrarse, presión arterial elevada, reducción del deseo sexual e incluso aumento del riesgo cardiovascular. Así lo recoge también una investigación sobre el impacto indirecto de la apnea del sueño en la salud de los convivientes.

El problema es que no se sospecha que el origen de sus síntomas pueda estar roncando justo al lado. No hay conciencia de que dormir con un roncador puede ser tan dañino como tener insomnio crónico. En muchos casos, además, el deterioro del descanso repercute en la dinámica de pareja debido al mal humor, las discusiones y la falta de energía compartida. 

Qué puedes hacer

Lo primero, coinciden todos los expertos consultados, es romper el tabú. El ronquido no es una rareza ni una broma, sino que puede ser síntoma de una afección respiratoria grave, como la Apnea Obstructiva del Sueño (AOS). Según la Sociedad Española del Sueño, más del 80% de los casos de apnea no están diagnosticados. Por eso es importante animar a la pareja a hacerse un estudio del sueño, ya que no solo le beneficia a él o ella, sino también a quien duerme a su lado.

Para mitigar el impacto, los especialistas recomiendan estrategias como usar tapones de silicona o dispositivos de cancelación de ruido, utilizar máquinas de sonido blanco que camuflen el ronquido, seguir rutinas de sueño más estrictas (sin pantallas antes de dormir, habitación oscura y silenciosa, evitar cenas pesadas).

Y, en casos extremos, dormir en habitaciones separadas. Esta última opción, que muchas parejas viven como un fracaso, puede ser en realidad un acto de autocuidado y respeto mutuo. Lo importante es no resignarse. Dormir al lado de alguien que ronca puede terminar enfermándote sin que te des cuenta.