Sus padres detectaron que el niño estaba más violento, más irritable y que no queria ir a clase. Sospechaban que algo le pasaba en el Centro Público de Educación Especial en el que está matriculado, por eso decidieron esconder entre sus ropas un dispositivo de grabación. Lo que escucharon les llevó a denunciad a varios trabajadores del centro. Burlas, amenazas y malos modos que de momento han llevado a un juzgado de Getafe (Madrid) a abrir diligencias.