El emérito Juan Carlos, cinco años después de su 'exilio' a Abu Dhabi: "Su imagen es la de un rey anciano, aislado y ajeno"
Este 3 de agosto se cumple un lustro desde que el padre del rey Felipe decidió abandonar el país que había reinado durante casi cuatro décadas por el bien de la Corona
Nos hemos puesto en contacto con el experto en marca personal José Noblejas para conocer cómo ha cambiado la imagen del exmonarca
Cinco años. Ese es el tiempo que lleva el rey emérito Juan Carlos lejos de España. Un lustro desde aquel 3 de agosto de 2020, cuando la noticia sacudió España: el padre del rey Felipe abandonaba el país en plena tormenta mediática y judicial. Lo hacía por "el bien de la Corona". Pero también arrastrado por los escándalos, las investigaciones fiscales, las cuentas opacas y un desgaste institucional que parecía no tener freno. Se marchó "fuera de España" sin despedidas oficiales. Sin honores. Sin saber si volvería. Así se lo hizo saber ese día a su hijo mediante una carta. No se conoció su destino hasta dos semanas después: Abu Dhabi, un lugar tan lejano como simbólicamente útil para pasar desapercibido.
Su 'exilio' estaba rodeado de la expectativa de una ausencia temporal: se suponía que regresaría tras el verano. Nunca fue así. Lo que en principio fue una marcha provisional, ahora se ha convertido en su principal residencia. Este domingo se cumplen cinco años de aquello. Y este 2025 no es un año cualquiera para Juan Carlos I: vuelve a estar en juego su imagen, su historia y, por primera vez, se conocerá su respuesta.
Desde la web de Informativos Telecinco nos hemos puesto en contacto con el experto en marca personal José Noblejas para conocer cómo ha cambiado la imagen del exmonarca en este lustro, cómo se le percibe en España y cómo afecta su proceso judicial con Miguel Ángel Revilla y la publicación de sus memorias a su figura.
"El paso del tiempo no ha borrado todo lo que querría haber dejado atrás. Hoy, sigue generando debate, su estado físico refleja el peso de los años y de las decisiones tomadas, y el anuncio de unas memorias inminentes pone de nuevo a prueba su narrativa, su legado y una previsible crisis en la Corona", avanza el experto a este medio.
El "deterioro físico"
En cinco años, el cambio físico de Juan Carlos ha sido "más que evidente", según Noblejas. "La imagen de un rey vital, enérgico y carismático ha sido sustituida por la de un hombre mayor, más delgado, encorvado y dependiente de apoyos para caminar", un deterioro que no solo responde al paso del tiempo, sino que también al "desgaste emocional e institucional que ha vivido".
Tal y como analiza, el cuerpo del emérito transmite "cansancio y cierta resignación". "Ya no es el símbolo de fortaleza de una transición, sino el reflejo de un reinado que acabó entre pitos más que entre aplausos. Su cambio físico no solo afecta a cómo se le ve, sino a lo que representa: el fin de una era".
La percepción actual en España
La estancia del emérito en Abu Dhabi fue una salida para preservar la institución. Allí fue acogido por su amigo, el jeque Mohamed bin Zayed, y se instaló en una exclusiva villa junto al Palacio Presidencial, comenzando un nuevo capítulo de su vida: más discreto y alejado del foco político y mediático mientras su hijo intentaba recuperar la confianza de los españoles en la monarquía.
Ahora, en contraste con Felipe VI, la figura de Juan Carlos I "ha dejado de ser unánime". "Durante años, fue intocable: el rey de la democracia, el pacificador, el artífice del consenso, el monarca campechano... Pero hoy, su imagen está fracturada en la memoria colectiva. Para algunos pocos, sigue siendo una figura histórica que merece respeto y comprensión. Para otros, es el ejemplo perfecto de privilegio mal gestionado y de una monarquía a la que se la exige mayor transparencia", sostiene Noblejas.
"Lo más llamativo es que su figura ya no genera ni admiración ni escándalo: genera distancia emocional. Ha dejado de importar. No hay fervor a su favor, pero tampoco hay clamor por su vuelta. Se ha instalado en una zona gris: la irrelevancia", continúa.
Es por ello que su imagen física es la de "un rey anciano, aislado y ajeno" y la de alguien que "no supo gestionar el final, que eligió el exilio en lugar de la explicación, el silencio en vez del perdón".
El proceso judicial
Aunque legalmente no fue condenado, las investigaciones judiciales, las regularizaciones fiscales voluntarias y la opacidad de sus finanzas han dejado una huella imborrable. En el terreno legal, el rey emérito "consiguió salir indemne". Pero en el terreno moral, su reputación "no se ha librado del juicio popular más devastador", indica el experto.
Su "huida" al extranjero y el "silencio" de la institución reforzaron, de acuerdo a Noblejas, la idea de que "no había voluntad de rendir cuentas ni de apaciguar los ánimos contra él".
Y parece que la situación no va a quedarse ahí. No desde que decidió emprender acciones legales contra Revilla por injurias y calumnias y vulnerar su derecho al honor, una batalla judicial sin precedentes para un exjefe del Estado español. "Ha cometido errores notables como su demanda, ya que Revilla es alguien muy querido por la sociedad, y al meterse con él, agrava su propia crisis personal".
Las memorias
El próximo mes de noviembre verá la luz su esperado libro de memorias, titulado 'Reconciliación', y publicado por Planeta. En él, Juan Carlos quiere contar su verdad. Desde su llegada al trono en 1975, pasando por la Transición, el 23-F, la abdicación y su exilio. Quiere reivindicar lo que considera su papel en la historia de la democracia española. Y también explicar sus errores, aunque sin entrar en detalles escabrosos.
"Es probablemente el último intento de Juan Carlos I de moldear su legado. No es un movimiento inocente. Con ellas, busca recuperar el relato, humanizarse, reivindicarse", manifiesta el mentor de marca personal. Pero también defiende que el abuelo de la princesa Leonor corre un enorme riesgo: "Si no asume errores, si no hay autocrítica real, si todo se reduce a una defensa ególatra, será un tiro por la culata".
"Si las memorias se leen como un ajuste de cuentas o una justificación emocional, el efecto será nulo. Pero si muestran a un hombre consciente de su luz y de su sombra, de lo que aportó y de lo que falló, podría cerrar el círculo con cierta dignidad, pero a años luz de la imagen que tenía antaño", concluye.