La carta al Rey Baltasar de una familia sevillana: "Te pedimos una cabalgata inclusiva para que mi hija pueda veros"

Juanma Moreno sostiene la corona del Rey Baltasar. Fundación Antonio Guerrero
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SevillaLa carta salió de casa una noche de noviembre, doblada con cuidado y con la misma mezcla de ilusión y urgencia con la que los niños dejan sus zapatos en la víspera del 5 de enero. No sabemos si ya ha llegado a su destino, pero sí que está en camino, avanzando entre miles de cartas que estos días viajan hacia Oriente en busca los Reyes Magos. Solo que esta no pide juguetes, ni bicicletas, ni muñecas. Pide algo más profundo.

Janet la escribió junto a su marido, Sergio, cuando la casa ya estaba en silencio y Ángela, su hija de 10 años, dormía sin saber que su historia estaba a punto de convertirse en súplica pública. La carta iba dirigida al Rey Baltasar, pero a uno muy concreto, el que se subirá en la carroza de la Cabalgata de Reyes de Sevilla, Juanma Moreno, el presidente de la Junta de Andalucía. Un rey que, a diferencia de los otros, tiene capacidad real para cambiar cosas.

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"No pedimos un imposible. Solo queremos que nuestra hija pueda ver la cabalgata de su ciudad por primera vez", explica Janet, con la misma ilusión que tendría cualquier niño tras enviar la misiva más importante del año.

Diez años sin poder ver la cabalgata de Sevilla

Desde que nació, sus padres supieron que algo no encajaba. "Vimos que su desarrollo no era el esperado y empezó la lucha de médicos, terapias y pruebas", cuenta Janet. Pero la respuesta llegó hace apenas un año: "tiene un trastorno del neurodesarrollo vinculado a un gen que altera muchas áreas de su vida", dice. Autismo, problemas de sueño, hipotonía muscular, dificultades sensoriales… una lista que convierte cualquier actividad cotidiana en un desafío.

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Y ver la cabalgata de Sevilla, para Ángela, es imposible. "No tolera el ruido, ni los empujones, ni las esperas eternas. No puede estar de pie rodeada de tanta gente. Para ella, lo que es fiesta se convierte en angustia", explica su madre.

Por eso nunca lo han intentado. Para que Ángela pueda ver cabalgatas, la familia acude a pueblos como Coria del Río, donde el Ayuntamiento habilita espacios controlados y accesibles. Allí, sí. Allí Ángela puede ver pasar la magia sin colapsar. "Si se puede hacer en un municipio pequeño, ¿por qué no en Sevilla?”, se pregunta Janet.

Una ciudad que deja fuera a muchos niños

Lo han intentado todo. "Llevamos dos años escribiendo al Ateneo de Sevilla (entidad organizadora) y llamando por teléfono, pero nunca hemos recibido respuesta", lamenta la madre. Y sin embargo, aseguran, Sevilla sabe perfectamente cómo hacerlo.

Para ellos, queda demostrado cada Semana Santa, cuando la ciudad instala palcos vigilados, accesibles, regulados y adaptados. "No pedimos una revolución, pedimos cambiar el chip. Espacios seguros, acotados, donde nuestros hijos puedan estar con nosotros sin peligro ni agobio. Nada más", resume Janet.

Muchas familias viven la cabalgata como un ritual colectivo. Otras, como la suya, desde fuera. Niños con movilidad reducida, con hipersensibilidad sensorial, con trastornos que les impiden esperar horas rodeados de multitudes… niños que nunca llegan a ver a sus Reyes Magos. "Nuestros hijos merecen vivir la magia como todos los demás", dice Janet.

La carta que pide un hueco en la magia

En las letras que enviaron a Baltasar, Janet y Sergio se intuye la desesperación de quienes ya no pueden esperar más. Explican que, aunque la cabalgata es uno de los grandes símbolos de la ciudad, también es un lugar del que muchos menores quedan excluidos por falta de adaptación. "Majestad, hay niños que no pueden veros, no porque no crean en vosotros, sino porque la ciudad no está preparada para recibirlos", escriben.

La carta describe a los pequeños que van en silla de ruedas y quedan atrapados tras muros de gente; a quienes tienen autismo o hipersensibilidad sensorial y no pueden soportar los altavoces estridentes; a quienes, como Ángela, no toleran las largas esperas ni los empujones.

Es una petición escrita con ternura. En ese tono abogan porque existan zonas reservadas y accesibles donde las familias con necesidades especiales puedan situarse sin miedo; que se habiliten tramos más amables, con menos ruido, donde los niños neuro divergentes puedan ver pasar las carrozas sin sobresaltos; que la cabalgata deje de ser un obstáculo y se convierta en un espacio verdaderamente inclusivo, en definitiva, "una cabalgata inclusiva".

"Queremos que el legado de su reinado no sea solo tirar caramelos, sino que, por primera vez, ningún niño de Sevilla se quede fuera de la magia", aseguran. "Ojalá esta carta sirva para algo. Solo queremos ver la cabalgata de nuestra ciudad con nuestras dos hijas. Nunca hemos podido hacerlo", concluyen Sergio y Janet con la esperanza de que su Majestad cumpla su deseo.

Una reflexión más allá del 5 de enero

"Los niños con discapacidad lo son los 365 días del año", dice Janet a modo de reflexión una vez que ha terminado de explicar sus inquietudes y deseos. "Solo pido que se les tenga más en cuenta siempre, no solo en Navidad, y que, por ejemplo, se doten de más recursos a los centros educativos, porque de verdad los necesitan.” Esto lo dice porque los dos, Sergio y Janet, son maestros, y saben que siempre se puede aportar un poco más para atender las necesidad especiales de los más pequeños.

La carta está en camino. La magia, también. Ahora solo falta que se encuentren.