Qué debes saber antes de aceptar un descuento por fidelización: ¿ahorro o gancho comercial?
"Por ser tú”, “cliente preferente”, “exclusivo para miembros”... Tras estas fórmulas comerciales se esconde una estrategia calculada al milímetro
Por qué hacer una lista de la compra te puede ayudar a ahorrar hasta un 30% al mes
En la jungla de precios y promociones que nos rodea, los descuentos por fidelización se presentan como un aparente oasis para el consumidor recurrente. “Por ser tú”, “cliente preferente”, “exclusivo para miembros”... Detrás de estas fórmulas de cortesía comercial se esconde una estrategia calculada al milímetro que busca mucho más que tu lealtad. Por eso, es importante plantearse si realmente estás ahorrando cuando aceptas estos descuentos, o si simplemente estás cayendo en una trampa comercial demasiado bien diseñada.
El imán del ahorro (y la letra pequeña)
Los programas de fidelización ofrecen descuentos progresivos, regalos, acumulación de puntos o promociones privadas. Según datos de Zendesk y TrustedShops, más del 70% de los consumidores están dispuestos a repetir compras si hay una recompensa clara. Esta lógica explica por qué cadenas de supermercados, plataformas digitales, compañías aéreas o bancos lanzan propuestas cada vez más sofisticadas en este sentido: quieren asegurarse de que vuelvas… y no mires a la competencia por el camino.
Pero no todo lo que reluce es ahorro. En muchos casos, estos descuentos no son tan transparentes como parecen. Algunos se aplican solo si superas ciertos umbrales de gasto. Otros hacen que el beneficio dependa de comprar más de lo que habías comprado históricamente. Además, la letra pequeña puede esconder condiciones limitantes, compensaciones, fechas de caducidad o incluso la cesión de tus datos personales a terceros con fines publicitarios.
¿Cómo saber si es un buen trato?
El primer paso es aplicar una mirada crítica y hacer números. No basta con dejarse seducir por un 20% de descuento. Hay que saber si ese descuento se aplicará sobre todo lo que compremos, o solo sobre ciertos productos. ¿El “envío gratis” requiere un mínimo de gasto que no teníamos previsto? ¿Se pide una permanencia por el descuento? ¿Qué pierdes si te sales del programa?
Un caso frecuente es el del supermercado online que ofrece un 10% menos a quienes se comprometen a comprar una vez al mes. Puede parecer una buena oferta, pero si tu consumo no es suficientemente regular o si dejas de comprar por estar de vacaciones, sin ir más lejos, puedes perder el acceso al descuento o incluso pagar penalizaciones. Lo mismo ocurre con tarjetas de fidelización en las que se acumulan puntos: si no se llega a un mínimo anual, pueden perderse o bajar de nivel, con lo que recibiríamos menores ventajas. De esta manera, los beneficios por fidelidad se convierten en medidas de presión alconsumo.
Esto es lo que en economía se conoce como “fidelización artificial”, en la que no compras porque prefieras el producto, sino porque no quieres perder tus puntos o beneficios. En sectores como la telefonía, el comercio o las plataformas de contenido, este fenómeno está muy extendido. Ofertas personalizadas, precios escalonados y promociones exclusivas te hacen sentir privilegiado, pero en realidad actúan como un cerrojo comercial.
Cuidado con tus datos (y con tus expectativas)
Más allá del aspecto económico, aceptar un descuento por fidelización implica normalmente compartir datos personales: nombre, email, hábitos de consumo, e incluso preferencias de navegación. Empresas como PwC advierten que estas promociones deben ajustarse a normativas de protección de datos como el RGPD en Europa. Sin embargo, muchas marcas no informan con claridad sobre el uso que harán de esa información.
Y no menos importante: la psicología del consumidor. Las promociones generan expectativas, y si un cliente percibe que su fidelidad no se recompensa de forma justa, puede reaccionar con frustración. De hecho, un estudio señala que el 57% de los consumidores se siente decepcionado si no recibe reconocimiento tras meses de fidelidad.
Entonces, ¿qué hacer? La recomendación de los expertos es clara: valora si ese programa de fidelización se ajusta a tus hábitos de consumo reales. No aceptes descuentos que te obliguen a gastar más de lo que necesitas, ni promociones que se apoyen en la urgencia o la escasez. Y, sobre todo, no confundas fidelidad con dependencia.