La estrategia para ahorrar con el Black Friday, según una economista: "Lo más probable es que se gaste más"
El ahorro verdadero solo aparece cuando existe una planificación previa, no cuando se compra guiado por la emoción
Las compras por impulso pueden empujarnos a gastar más de lo que podemos y necesitamos
El Black Friday es ya uno de los momentos de mayor consumo del año en España. Las tiendas preparan campañas agresivas, los escaparates se llenan de descuentos llamativos y muchas familias esperan estas fechas para adelantar compras de cara a la Navidad.
Sin embargo, detrás de la emoción del momento se esconde un patrón que se repite cada año: la diferencia entre comprar con planificación o dejarse llevar por los impulsos.
La idea de que se trata de una oportunidad universal de ahorro es engañosa si no se parte de un análisis previo y de un presupuesto claro que marque los límites de gasto antes de empezar.
El riesgo de creer que siempre se ahorra
Para entender por qué muchas personas terminan gastando por encima de lo previsto durante estas campañas, es importante analizar cómo se comportan los consumidores frente a los descuentos.
La economista Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de Estudios de Economía y Empresa de la UOC, señala que “si no hay presupuesto ni previsión, lo más probable es que vamos a gastar más”. La razón es que el comprador se deja influir por la sensación de oportunidad inmediata, en lugar de analizar si realmente necesita aquello que está adquiriendo.
La experta remarca que el nivel de impulsividad también influye en el resultado final de la experiencia. Tal como explica, “si tendemos a ser impulsivos, vamos a gastar más. Si controlamos nuestros gastos y tenemos planificación, vamos a ahorrar”.
Este comportamiento se ha observado tanto en compras online como en tiendas físicas, especialmente en usuarios que buscan “gangas” sin una intención de compra definida.
En qué casos puede ser realmente útil
Aunque existe un riesgo evidente de gastar por encima de lo necesario, también es cierto que el Black Friday puede ofrecer ventajas si se aborda desde una perspectiva racional.
Ruiz-Dotras destaca que “lo primero, se debería tener un presupuesto de cuánto queremos gastar”. Para ella, el consumo responsable empieza siempre por fijar un límite y no salir de él.
Una de las claves más importantes para aprovechar estas fechas es la comparación de precios, “deberíamos comparar precios antes del Black Friday y, si en Black Friday el precio es inferior, comprarlo”.
Sin embargo, advierte que no todos los comercios actúan de la misma manera, ya que algunos cumplen con descuentos reales y otros aprovechan la campaña para inflar precios previamente. “Hay comercios en los que vale la pena esperar y otros se aprovechan incluso subiendo los precios”, indica.
Cómo detectar si una oferta es realmente buena
El concepto de “oportunidad” durante el Black Friday puede ser engañoso si no se analiza con detenimiento. Es recomendable observar la evolución de los precios durante las semanas previas, ya que es la única forma de confirmar que un descuento es auténtico. Para Ruiz-Dotras, la fórmula es sencilla: “comparar precios en distintos comercios y comparar precios antes y durante Black Friday”.
Esto permite evitar caer en estrategias de marketing que hacen creer al usuario que está obteniendo un descuento excepcional, cuando en realidad se trata de un precio habitual o incluso superior al de semanas anteriores.
El consumidor informado tiene, por tanto, más posibilidades de identificar verdaderas oportunidades y rechazar compras que no aportan valor real.
Cómo explicar que no se está ahorrando
Para quienes compran de manera compulsiva, puede resultar difícil aceptar que el Black Friday no siempre implica ahorro. “Si estoy comprando solo por comprar, como en las rebajas, se acaba adquiriendo cosas que no se necesitan, entonces esto es un problema y el gasto es mucho mayor”.
La experta subraya que el ahorro verdadero solo aparece cuando existe una planificación previa, no cuando se compra guiado por la emoción. Un ejemplo claro sería si alguien que decide en septiembre que quiere un sofá puede esperar a estas ofertas y si ha comprobado previamente que el precio es menor.
Pero en el caso opuesto, cuando el comprador se expone a descuentos sin intención previa, el riesgo aumenta. “Comprar por comprar porque el producto tiene un descuento, a menudo supone perder dinero”, concluye.