Cómo responder mejor en los exámenes de la PAU: orden, claridad y repaso final
Esta nueva PAU exige mucho más que saberse el temario, hay que redactar con claridad, estructurar y conectar bien las ideas y cuidar la presentación
Los estudiantes que han sacado 14 sobre 14 en la PAU: así lo lograron
MadridLa Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) marca un antes y un después en la vida académica de miles de estudiantes cada año. Después de dos años de Bachillerato, este examen se convierte en la llave de entrada a los estudios universitarios. Por esto, no solo es fundamental dominar los contenidos, sino también saber cómo plasmar correctamente ese conocimiento durante el examen.
Con los cambios que ha sufrido la PAU impulsados por la LOMLOE y el enfoque competencial que caracteriza a esta nueva prueba, la manera en la que los estudiantes redactan y estructuran sus respuestas tiene más importancia que nunca. La claridad en la expresión, el orden lógico de las ideas, la correcta gramática y una presentación cuidada ahora son evaluadas con criterios más exigentes y homogéneos en todo el país.
Leer bien el enunciado antes de empezar a escribir
Parece algo obvio, pero en un examen con tiempo limitado y mucha presión, muchos errores comienzan por hacer una lectura demasiado apresurada del enunciado. Leer cuidadosamente la pregunta implica entender exactamente qué se está pidiendo, ¿hay que analizar, comparar, argumentar, describir o resolver?
Según los criterios de corrección de la nueva PAU, responder sin ceñirse a lo solicitado puede penalizar de forma considerable, incluso si se aporta información válida. Una lectura crítica va a ayudar a identificar los matices.
También es fundamental comprobar si hay varias partes dentro de la misma pregunta, ya que algunos exámenes integran apartados y cada uno tiene una ponderación específica. Por lo que, saltarse alguno de ellos por un despiste, puede restar varios puntos.
Un consejo práctico sería subrayar o rodear con lápiz las palabras clave del enunciado para tenerlas presentes mientras se redacta y así se mantiene mejor el foco en lo que se está preguntando.
Estructurar las respuestas en orden
Una respuesta bien estructurada no solo ayuda a que se entienda mejor, sino que transmite seguridad y dominio del tema. Los correctores valoran positivamente a los alumnos que organizan su contenido en una secuencia lógica: introducción, desarrollo y conclusión.
En asignaturas como Historia, Filosofía o Lengua Castellana, esta estructura es fundamental. Por ejemplo: se comienza contextualizando el tema o anticipando el enfoque, en el desarrollo, se argumentan los puntos principales de manera ordenada, y para terminar, se puede hacer una valoración, un resumen o una conexión final con el tema.
Usar conectores lógicos como “por tanto”, “sin embargo”, “además” o “en consecuencia” también ayuda a que el texto fluya y gane coherencia. Por eso, se recomienda que se eviten las respuestas desordenadas, que salten de una idea a otra sin que haya conexión, o aquellas que mezclan conceptos sin jerarquía ni progresión argumentativa.
Cuidar la presentación y la caligrafía
Aunque la calidad de las ideas es lo más importante, una mala presentación puede perjudicar seriamente la nota. La corrección ortográfica y gramatical puede llegar a representar hasta un 10% de la nota en preguntas abiertas o redactadas, según los criterios comunes que se han establecido para este año.
Los correctores van a valorar positivamente las respuestas limpias, con letra legible, márgenes respetados y sin tachones innecesarios. No se trata de escribir bonito, sino de facilitar la lectura. Un texto que el profesor pueda leer sin dificultad, va a generar una mejor impresión inicial y favorece una corrección más amable.
Hay que tener en cuenta que no se pueden utilizar abreviaciones informales, como poner “q” en lugar de “que” o expresiones demasiado coloquiales. Se debe tener siempre presente que se está haciendo un examen académico que debe reflejar un registro formal y adecuado.
Expresar las ideas con claridad
La PAU no premia únicamente a quien sabe más, sino a quien comunica mejor aquello que sabe. La claridad en la exposición es uno de los pilares de la evaluación competencial. Esto implica utilizar un vocabulario preciso, sobre todo en materias técnicas o científicas; evitar frases excesivamente largas o confusas que puedan hacer más difícil la comprensión y definir conceptos clave si son relevantes para el desarrollo de la pregunta.
En materias como Lengua, Historia o Filosofía, redactar con claridad significa desarrollar ideas completas, con argumentos bien hilados y sin contradecirse. En asignaturas como Física o Química, la claridad también se puede mostrar en la limpieza del procedimiento, la correcta notación y la justificación de cada paso.
Reservar tiempo para repasar antes de entregar
En los últimos 10 minutos del examen, muchos estudiantes ya están mentalmente agotados. No obstante, esos minutos pueden marcar la diferencia. Revisar el examen minuciosamente antes de entregarlo es una oportunidad para corregir errores, mejorar la redacción o añadir algún detalle que se ha pasado por alto.
Este repaso no se tiene que limitar a la ortografía, sino que conviene comprobar que se ha respondido a todos los apartados de cada pregunta, verificar que los números y unidades en ejercicios numéricos están correctos y también, para detectar posibles repeticiones o incoherencias en el texto.