Atentados

El horror de los atentados de París en 2015: del Stade de France al infierno en la sala Bataclán

Imagen de la sala Bataclán, donde fueron asesinadas 90 personas el 13 de noviembre de 2015. Mohammed Mosteghanemi
Compartir

Hace 10 años, París vivió una de las noches más oscuras de su historia. El 13 de noviembre de 2015 comenzó como un día cualquiera, de música, fútbol y terrazas llenas. Pero a las 21:20 horas, el sonido de las explosiones en el Stade de France rompió la rutina y dio comienzo al mayor ataque terrorista perpetrado en suelo francés desde la Segunda Guerra Mundial.

En cuestión de minutos, nueve hombres armados y suicidas del grupo Estado Islámico sembraron el terror en distintos puntos de la capital francesa: el estadio de Saint-Denis, varias cafeterías del este de París y la sala de conciertos Bataclán.

PUEDE INTERESARTE

Un total de 130 personas fueron asesinadas, más de 400 resultaron heridas y dos supervivientes se quitaron la vida años después, incapaces de superar el trauma. Aquella trágica jornada cambió para siempre la vida de los parisinos, y con ella, la historia de Francia.

PUEDE INTERESARTE

Inmolaciones en el Stade de France: el ruido que anunció el infierno

El horror comenzó en los alrededores del Stade de France, en Saint-Denis, donde tres suicidas se inmolaron tras no poder acceder al recinto durante el amistoso entre Francia y Alemania. Entre los 80.000 espectadores se encontraba el entonces presidente François Hollande.

Las explosiones se escucharon en directo, incluso durante la retransmisión del partido, que continuó para evitar el pánico en las gradas. Los atacantes, que portaban chalecos explosivos, mataron a un transeúnte y causaron varios heridos.

Su intención era detonar las bombas entre el público, provocando una masacre. No lo lograron, pero abrieron la puerta a una noche de terror que, en cuestión de minutos, se extendería por todo París.

Las calles y cafeterías: el ataque a la vida cotidiana

Poco después, la violencia se desplazó a las calles. Grupos de hombres armados comenzaron a disparar con fusiles automáticos contra las terrazas y locales de los distritos 10 y 11 de la capital. En Le Carillon y Le Petit Cambodge, los clientes cenaban al aire libre cuando los terroristas abrieron fuego desde un coche en marcha.

Minutos después atacaron las terrazas de À la Bonne Bière y la pizzería La Casa Nostra, y más tarde el bar La Belle Équipe, donde 21 personas fueron asesinadas mientras brindaban al final de la semana. En Le Comptoir Voltaire, uno de los yihadistas se inmoló, sin causar más víctimas.

En apenas veinte minutos, 39 personas murieron en esos ataques. Eran jóvenes, parejas, amigos que charlaban al aire libre en una noche templada de otoño. Los atentados golpearon el corazón de la vida parisina: los lugares de encuentro, las calles iluminadas, el ruido de las risas que se convirtió en silencio. París comprendió entonces que ningún espacio cotidiano estaba a salvo.

Bataclán: el infierno en una sala de conciertos

A las 21:47 horas, el terror alcanzó su punto más brutal. Tres hombres armados con fusiles Kalashnikov irrumpieron en la sala Bataclán, en la zona de boulevard Voltaire, donde la banda estadounidense Eagles of Death Metal ofrecía un concierto ante unas 1.500 personas. Entraron disparando sin mirar a quién, en un asalto que duró más de dos horas y que dejó 90 muertos. Muchos de ellos eran jóvenes de entre 20 y 35 años.

Los testigos relataron escenas dantescas: disparos a quemarropa, decapitaciones, rehenes ejecutados delante de otros, gente saltando por las ventanas y cuerpos apilados en el suelo. Los atacantes gritaban consignas yihadistas y acusaban a Francia de bombardear Siria e Irak, según informaron medios internacionales. Dispararon a la multitud entre 10 y 15 minutos y remataron a los que sobrevivieron.

La policía tardó más de dos horas en irrumpir en la sala. Dos terroristas murieron al detonar sus explosivos y un tercero fue abatido. Entre los supervivientes estaba Arthur Denouveaux, quien logró escapar arrastrándose entre los cuerpos. “Recuerdo arrastrarme sobre gente que fingía estar muerta. Algunos lo estaban, otros no”, ha relatado esta semana a 'Asociated Press'. Denouveaux, hoy presidente de la asociación Life for Paris, asegura que el trauma lo acompaña todavía: “El décimo aniversario está aquí y las emociones están por todas partes. Cuando sobrevives a un ataque terrorista, te desconectas del resto del mundo. Haces tres duelos: por los que murieron, por la persona que eras y por la imagen que los demás tienen de ti”.

Las víctimas: cicatrices que no desaparecen

10 años después, las heridas siguen abiertas. Muchos de los supervivientes padecen estrés postraumático, ansiedad o depresión. Algunos nunca pudieron volver a trabajar. “El tiempo ayuda, pero hay cicatrices que no se cerrarán nunca”, confiesa Catherine Bertrand, otra superviviente del Bataclán. Las asociaciones de víctimas, como Life for Paris o la Asociación Francesa de Víctimas del Terrorismo, han sido fundamentales para acompañar a los afectados.

También lo fue el juicio histórico que, entre 2021 y 2022, llevó al banquillo a 20 acusados. El único miembro sobreviviente de los comandos, Salah Abdeslam, fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Pero el nombre de Abdeslam ha vuelto a los titulares en los últimos días.

La Fiscalía Nacional Antiterrorista (PNAT) imputó esta semana a Maëva B., una expareja del terrorista, por haberle entregado en prisión una memoria USB con propaganda yihadista y por planear un supuesto atentado en territorio francés. La mujer, detenida en Vendin-le-Vieil, ha reconocido haber introducido material extremista en el dispositivo y dárselo al reo durante una visita. Los fiscales hablan de una “clara radicalización y fascinación con la yihad”. Mientras tanto, la abogada de Abdeslam, Olivia Ronen, ha afirmado que su cliente está valorando abrir un proceso de justicia restaurativa con las víctimas. “Pidió disculpas durante el juicio y quiere explicar su situación, quizás hablar con quienes lo deseen”, explicó la letrada en declaraciones a 'France Info'.

Un país transformado por el dolor

El 13 de noviembre de 2015 marcó un antes y un después para Francia. Los atentados de París se sumaron a los perpetrados meses antes contra Charlie Hebdo y un supermercado judío, que dejaron 17 muertos, y precedieron al ataque en Niza de 2016, con 86 víctimas. El Gobierno decretó el estado de emergencia durante tres meses, reforzó la presencia militar en las calles y lanzó bombardeos contra el Estado Islámico en Siria e Irak bajo la operación Chamal. “Fue un acto de guerra”, declaró el presidente François Hollande. La sociedad francesa, sin embargo, respondió con unidad y resistencia: plazas y calles se llenaron de velas, flores y mensajes de paz, símbolos de duelo y esperanza.

El país conmemora este jueves el décimo aniversario de los atentados, los más mortíferos en suelo europeo desde el 11-M en Madrid. Desde el pasado 8 de noviembre, los parisinos depositan flores, velas y notas en la plaza de la República en recuerdo de las víctimas, los supervivientes y los equipos de rescate. Las ceremonias oficiales comenzarán frente a las placas conmemorativas de 2016 y culminarán en el Jardín 13 de Noviembre, junto al Ayuntamiento de París, en la plaza Saint-Gervais. Diseñado junto a familiares y sobrevivientes, el jardín evoca los seis lugares atacados aquella noche y lleva grabados los nombres de las 130 víctimas. “Queríamos un lugar que recordara a los muertos, pero también que fuera hermoso, que diera serenidad”, explicó Arthur Denouveaux, presidente de la asociación Life for Paris. La inauguración coincidirá con el homenaje del presidente Emmanuel Macron y la alcaldesa Anne Hidalgo, retransmitido por TF1 y France 2, mientras una pantalla gigante en la plaza de la República permitirá seguir los actos desde el centro de París.

Durante esta semana, la capital acoge exposiciones y conciertos sobre aquella noche: fotografías, obras de artistas presentes aquel día y una muestra de los futuros fondos del Museo-Memorial del Terrorismo, cuya apertura está prevista para 2029. En los Archivos de París se exhiben los homenajes recopilados tras los atentados, testimonio del dolor compartido y de la voluntad de recordar. Diez años después, Francia sigue mirando hacia adelante sin dejar de mirar atrás, consciente de que aquella noche dejó cicatrices que el tiempo aún no ha logrado borrar.