San Isidro apunta maneras: Puerta Grande para Talavante en la primera de abono, con susto en la confirmación de Clemente

Imagen del primer festejo de abono de la Feria de San Isidro, con el cartel de 'no hay billetes'.. @antoniogiltv
Antonio Gil (@antoniogiltv)
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Comienza la Feria de San Isidro, en Madrid. Y que el primer festejo sea con toros de Victoriano del Río y de Cortés es ya una apuesta de partida. Buena camada, hijos de la pandemia, bien armados, mejor presentados. Y delante, una terna a la altura, con Talavante, Ortega y Clemente, que confirmaba en un escenario con el primer 'No hay billetes'. El primero, seguro, de muchos.

El de Burdeos tuvo que medirse a un Forajido que hizo honor a su nombre. El muy malaje no paraba de mirarle. Y en un pase enganchó al galo menudo que obligó a San Isidro a emplearse a fondo con semejantes pitones. Salió ileso y crecido. Pero agotó ahí su suerte y un par de estocadas tan profundas como caídas le dejaron con el único premio del saludo a los aplausos de un público, una temporada más, hambriento de triunfos.

El segundo de la tarde salió alegre, pero se perdió en la suerte de varas. Lástima para un Alejandro Talavante que sólo pudo lucirse con el capote.

Capote que volvió a blandir sobresaliente en el quite al tercero, con respuesta de Juan Ortega a la altura. El sevillano, olvidado, casi, el plantón nupcial del año pasado, iba con ganas de hacer cosas. Y puso trabajo, buenos pases y aplomo ante el viento que comenzó a animarse, más frío que fuerte, a la par que algún espectador vocinglero y faltón. El toro tampoco ayudó. Ni una estocada superlativa hubiera salvado la faena. Pinchó. Y a la segunda poco se rasca.

El cuarto, segundo del lote de Talavante, Misterio de nombre y sorpresa de apodo. Porque parecía que iba a pasar sin pena ni gloria, pero en la muleta demostró casta para aburrir. Trapío y fuerza como los aplausos que con mucha torería Alejandro levantó del respetable. Por un pitón y por el otro, haciendo fácil lo que no es, encadenando pases a cuál mejor. Enormes tandas de muleta y enorme espadazo. Dos orejas y primera puerta grande de este 2025. La sexta que abre en Madrid. Y ovación a Misterio en el arrastre. Merecida. Una vuelta al ruedo se podía haber dado también al soberbio animal al que incluso, puestos a pedir, el pacense pudo extraer todavía un poco más.

Tras el clímax, mucho le tocaba remar a Juan Ortega. Y estaba el ambiente raro, como el cielo sobre Las Ventas. Más de uno seguía juzgando que si la segunda oreja a Talavante suponía un exceso para el listón que debe tener la capital, aunque la petición había sido mayoritaria. No se estaba en lo que se celebraba. Y eso acaba contagiando. Toro incómodo. Ningún margen. Y estoque esquivo, muy esquivo, de perder la cuenta de tanto intento. Oportunidad perdida.

Del sexto, poca crónica. Mejor no estirar. El final de tarde se descafeinó hasta diluirse del todo. Clemente, voluntarioso. Querer y no poder. Mal regusto para la ilusión que se deposita cuando te confirmas en tan insigne lugar.

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