Judit Giró, la española creadora de un método para detectar el cáncer de mama sin salir de casa

Judit Giró.. Cedida
  • La joven española consiguió diseñar una tecnología capaz de detectar el cáncer de mama desde casa, sin dolor

  • Su creación se llama The Blue Box, y es un dispositivo electrónico que funciona con una pequeña muestra de orina

  • Desde la web de Informativos Telecinco hablamos con ella sobre su proyecto

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Con apenas 29 años, Judit Giró Benet (Vallmoll, Tarragona, 1996) ya ha conseguido lo que para muchos parece inalcanzable: diseñar una tecnología capaz de detectar el cáncer de mama desde casa, sin dolor, sin pruebas invasivas, sin esperas eternas. Y lo hace a través de The Blue Box, un dispositivo portátil, controlado por inteligencia artificial, que permite detectar la enfermedad utilizando una simple muestra de orina.  

Remontándonos a su infancia, Judit se describe a sí misma como una niña "muy curiosa", de esas que desmontaban cualquier objeto solo por el placer de ver cómo funcionaba. "Me fascinaba desmontar cosas, entender cómo funcionaban, y me pasaba horas leyendo sobre ciencia o viendo documentales", cuenta la joven en una entrevista con la web de Informativos Telecinco. También era buena estudiante, aunque, más allá de las notas, lo que la impulsaba era el sentido de propósito: "Aprender para hacer algo útil".   

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Ese propósito lo encontró en la adolescencia, a los 17 años, cuando en una feria universitaria en Barcelona descubrió la carrera que, sin saberlo, marcaría su vida y la llevaría al éxito profesional. "Descubrí la Ingeniería Biomédica y me enamoré de la idea de unir tecnología y salud para mejorar la vida de las personas", dice. 

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El diagnóstico de cáncer de su madre  

Años más tarde, se topó en su camino con una publicación de la revista 'The Lancet' en la que se contaba cómo los perros son capaces de detectar el cáncer con su olfato. Para Judit, esto fue una inspiración. "Me impactó la sencillez y la potencia de la naturaleza. Si un perro podía detectar el cáncer solo con el olfato, es porque hay una señal química clara. Solo necesitaba construir la tecnología adecuada para captarla. Si la biología puede hacerlo, ¿por qué no podríamos replicarlo con sensores e inteligencia artificial?", se preguntó.    

Sin embargo, no fue hasta el último año de carrera cuando esa idea se convirtió en proyecto. Sobre todo, después de recibir la noticia de que su madre padecía cáncer. "Cuando a mi madre le diagnosticaron cáncer, esta visión cobró un significado muy personal. Por suerte, ella superó la enfermedad. Pero esa experiencia me dio el empujón necesario para crear una herramienta que pudiera facilitar un diagnóstico más temprano y accesible para todas las mujeres", revela.  

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Así, esta joven, que por entonces tenía 22 años, consiguió crear una inteligencia artificial que reconociera patrones en la lectura de la orina y los correlacionara con el cáncer de mama. "Investigando, vi que algunos grupos de investigación en Europa ya estaban trabajando en crear 'narices electrónicas', es decir, dispositivos que leen el olor de una muestra de orina. Y me lancé a desarrollar esta idea".   

Así funciona The Blue Box  

Así dio lugar a su creación, The Blue Box, un dispositivo electrónico que funciona con una pequeña muestra de orina. El dispositivo calienta la muestra durante aproximadamente 30 minutos para liberar compuestos volátiles que son analizados por sensores químicos. "Estos datos son enviados a la nube, donde una inteligencia artificial entrenada con miles de muestras analiza los patrones y determina si hay indicios de cáncer de mama. El resultado llega en alrededor de 40 minutos. Todo esto, sin necesidad de personal médico especializado, sin rayos X, sin dolor, sin agujas, y se puede usar incluso fuera del hospital", explica la ingeniera biomédica. 

En la actualidad, una de cada tres mujeres en España que tiene cáncer lo padece de mama y, si bien son muy frecuentes las mamografías de prevención, estas sólo se realizan a mujeres mayores de 40 años. Sin embargo, esta enfermedad cada vez afecta a personas más jóvenes, tal como destaca un estudio de la Sociedad Española de Oncología, que asegura que de cara a 2040 se duplicarán las detecciones de cáncer de mama en mujeres menores de 50 años.   

Además, los métodos actuales de detección -principalmente la mamografía- no siempre son efectivos. En el caso de mujeres jóvenes o con tejido mamario denso (una condición presente en cerca del 40% de la población femenina), la eficacia de la mamografía disminuye. "El tejido mamario va cambiando con la edad, por lo que la fiabilidad de la mamografía es limitada", apunta Judit.    

Ahí es donde The Blue Box marca la diferencia: es eficaz a la hora de detectar el 77% de casos de cáncer en estadio inicial y hasta el 95% de los avanzados. "La tecnología basada en imagen no siempre detecta el cáncer a tiempo, especialmente en mujeres jóvenes. Nuestra propuesta es democratizar el acceso al diagnóstico y hacerlo más fiable para quienes más lo necesitan", afirma.  

Actualmente, The Blue Box está impulsada por un equipo pequeño. "Ahora somos seis personas a tiempo completo; la mayoría, ingenieras y científicas, además de un comité asesor formado por médicos, científicos e ingenieros de primer nivel", cuenta Judit. Además, colaboran con hospitales tanto públicos como privados para garantizar que esta tecnología cumpla con los estándares científicos y éticos. "De momento, estamos trabajando para que The Blue Box llegue pronto al mercado y a los centros sanitarios, y ojalá, también a las farmacias", añade. 

Oportunidades fuera de España 

A pesar de su talento, Judit tuvo que buscar fuera de nuestro país el impulso para poner en pie su idea. Lo hizo gracias a Wayfinder, una incubadora de innovación tecnológica de la Universidad de California, Irvine, donde Judit estudió su máster. "Entré en la incubadora y allí aprendí que la transferencia de una prueba de concepto a producto para ser usado en el mundo real es factible. Fue una experiencia increíble", exclama.

Una idea que, en España, quizá no hubiera sido lanzada debido a la falta de cultura tecnológica. "A veces nos falta creérselo", reconoce. "Tenemos talento y ciencia puntera, pero nos cuesta apostar por nuestras propias innovaciones. Aunque, por suerte, poco a poco esto está cambiando. Lo vemos cada día con el nacimiento de muchas otras startups, sobre todo en el ámbito médico".  

Gracias a su talento, Judit ha recibido varios galardones internacionales, tanto en metálico como en forma de reconocimiento. Entre ellos, el prestigioso James Dyson Award a la innovación, que impulsó definitivamente la proyección de The Blue Box. Además, Judit goza de ser una de las 100 jóvenes de menos de 30 años que figuran en la nueva edición de la ya famosa serie de libros 'Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes' (Estrella Polar, 2023).  

A día de hoy, a pesar de su proyección internacional y poder vivir en el extranjero, donde su reconocimiento como bióloga es mucho mayor, decide vivir en España, entre Barcelona y Vallmoll, su pueblo natal. "Me encanta estar cerca de mi familia y de mi equipo, así que, aunque viajo mucho por trabajo, mi base sigue estando aquí. Eso es también una muestra de que se puede construir una empresa global desde cualquier lugar", dice. 

Las barreras de ser mujer y científica 

En su camino, Judit también ha tenido que hacer frente a un sector tradicionalmente dominado por hombres. "Al principio, ser joven y mujer fue una barrera. Pero aprendí a verlo como una oportunidad para romper estereotipos", dice. Ahora, aspira a que más niñas se vean reflejadas en su historia: "Ojalá más niñas crezcan sabiendo que pueden liderar un laboratorio, una empresa, o una revolución científica". 

Asimismo, defiende que la edad tampoco debe ser una traba a la hora de conseguir logros profesionales. "La edad puede condicionar la experiencia, pero no debe limitar las oportunidades. Lo importante es dar espacio a quien tiene una visión y el coraje de perseguirla. Es verdad que la edad típicamente define la cantidad de experiencia que una persona tiene, pero no debemos asumirlo sin antes dar una oportunidad a esa persona", comenta. 

Cuando se le pregunta qué ha aprendido en este viaje, Judit no duda: "He aprendido que emprender es una montaña rusa. Y que la clave está en rodearte de gente que crea tanto como tú en una propuesta". 

El éxito, dice, no es una meta, sino una forma de avanzar. "No esperes el momento perfecto: empieza, equivócate, aprende. Lo importante es moverse con corazón, con cabeza… y con mucha constancia". 

Así, Judit Giró no solo ha creado un dispositivo, sino un método revolucionario que no empezó en los grandes laboratorios, sino en la mente inquieta de una niña que se preguntaba cómo funcionaban las cosas. Hoy, esa niña está construyendo respuestas que pueden salvar vidas. 

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