Enfermedades

Puede parecer Alzheimer, pero no lo es: señales de alerta de que padeces una enfermedad con los mismos síntomas

Enfermedades neurológicas, recurso. Pexels
Compartir

MadridLas enfermedades de deterioro cognitivo y en especial el Alzheimer siguen siendo un reto para la comunidad científica, quien señala la importancia del diagnóstico diferencial y precoz ante el aumento de casos en la población.

En datos recogidos por la Sociedad Española de Neurología (SEN) el Alzheimer afecta ya a más de 800.000 personas en España y 57 millones en todo el mundo. En territorio nacional más del 50% de los casos de Alzheimer que aún son leves están sin diagnosticar, el retraso medio entre los primeros síntomas y el diagnóstico supera los 2 años.

PUEDE INTERESARTE

Los números sobre la demencia podrían doblarse en los próximos 25 años debido al envejecimiento de la población. Pero no todo lo que puede parecer una demencia lo es, así lo explica el doctor Enrique Arrieta Antón, secretario del Grupo de Trabajo de Neurología SEMERGEN, a través de una ponencia en la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA).

El especialista explica la necesidad de herramientas de cribaje para una detección precoz del Alzheimer y la importancia de la Atención Primaria en ese primer paso.

PUEDE INTERESARTE

Arrieta puntualiza que la demencia —un conjunto de síntomas comunes— funciona como el “nombre”, mientras que el Alzheimer —una enfermedad ya clasificada— sería el “apellido” del síndrome. Existen varios tipos de demencia, como la vascular, la asociada a cuerpos de Lewy, el Alzheimer y otras causas, aunque en sus etapas iniciales todas suelen compartir un patrón clínico similar, explica. Además de esta enfermedades neurológicas, existen un amplia gama de enfermedades que en las primeras etapas puede llevar al conflicto.

Señales de advertencia

  • Problemas de memoria
  • Desorientación en tiempo y espacio
  • Dificultades para realizar tareas cotidianas
  • Cambios en el lenguaje
  • Desafíos en el pensamiento abstracto
  • Problemas de toma de decisiones
  • Cambios de estado de ánimo y personalidad
  • Desconexión de actividades sociales
  • Dificultades de concentración
  • Deterioro función cognitiva en general

Enfermedades que pueden confundirse

El clínico clasifica en tres grupos aquellas enfermedades que pueden confundirse con el Alzheimer, ya que comparten síntomas iniciales como confusión, fallos de memoria y cambios en la personalidad.

  1. Infecciones y encefalopatías inflamatorias. Como pueden ser aquellas causadas por un virus, el VIH, sífilis y otras infecciones.
  2. Enfermedades metabólicas. Las relacionadas con trastorno de tiroides (hiper o hipotiroidismo), hipoglucemias severas. Enfermedades de déficit como la vitamina B12. Los metales pesados (contaminación), los tóxicos y el alcohol.
  3. Neoplasias y traumatismos. Tumores y golpes repetitivos como pueden sufrir los boxeadores, jugadores de rugby o futbolistas.  

La confusión con la depresión

Adicionalmente de las enfermedades descritas, el doctor Enrique Arrieta hace hincapié en la confusión alrededor del diagnóstico que existe entre la demencia y la depresión.

Las personas afectadas por una depresión suelen presentar síntomas como un enlentecimiento del pensamiento, apatía, retraimiento social, problemas de concentración y frecuentes olvidos que, particularmente, cuando se dan a cierta edad, pueden parecer los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer.

No obstante, el experto recoge que un indicio claro para diferenciarlo serían los tiempos, mientras que la depresión suele ser más o menos rápida, el Alzheimer y su progresión tiene una evolución mucho más lenta.

La importancia de una vida activa y social

Aunque la edad sea el principal factor de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer, casi uno de cada dos casos de la enfermedad es atribuible a factores modificables relacionados con el estilo de vida y los factores de riesgo vascular.

La Sociedad Española de Neurología recomienda evitar el alcohol y el tabaco, realizar ejercicio físico, socializar y mantenerse cognitivamente activo, corregir la pérdida de audición o visión, tener un peso saludable, controlar la diabetes, la hipercolesterolemia y la hipertensión arterial, y evitar los traumatismos cerebrales y la exposición a la contaminación ambiental como medidas para protegernos frente a la demencia.