En el municipio de Alcalá la Real, en Jaén, se celebran las fiestas de la Candelaria de una forma muy particular. Disfrazan a unos palomos y, a veces, utilizan pegamento para que no se caiga la ropa y luego los atan a unas tablas para la procesión. ¿Es esto maltrato? La asociación animalista Pacma ha conseguido, con la Ley de Bienestar Animal, que la fiesta sea diferente este año.
A los palomos disfrazados, inmovilizados les han sustituido este año muñecos y flores. Los vecinos no están muy contentos. "Se han cargado una tradición de hace 400 años", dice uno. "A mí se me han caído los palos del sombrajo cuando no he visto a los palomos", dice otra vecina. "Con lo bien que se trataba a las palomas", dice otra. "Le daba mucha elegancia y prestancia a este día de la Candelaria", dice otro.
Los animalistas celebran poner fin a esta tradición. Este año se ha puesto fin a los palomos escoltando a la Virgen de las Mercedes durante La Candelaria. Este año cumplen, el año pasado se la saltaron. "Simplemente nos ha tocado adaptarnos a la ley, y lógicamente nosotros la cumplimos como está mandao", señala Luis SanJuan de la Cofradía de Nuestra Señora de las Mercedes.
En las cofradías y entre los vecinos de Alcalá la Real siguen negando el sufrimiento de los palomos. Las cofradías, de hecho, siguen defendiendo que esta celebración no genera en los palomos ni estrés ni sufrimiento, pero los animalista se apuntan otro logro en su carrera por abolir el maltrato animal en España aunque creen que la amenaza de multa de 60.000 euros ha sido clave.
La Junta de Andalucía ya sancionó en 2023 con una multa de 2.001 euros --la mínima establecida por la Ley de Protección Animal de Andalucía para infracciones consideradas como muy graves-- a la cofradía que utilizó palomos disfrazados, tras una denuncia animalista similar a la de ahora. Para Pacma, la práctica de mantener a las palomas inmovilizadas durante el evento “les genera estrés y sufrimiento, habiendo resultado en la muerte de algunos ejemplares en años anteriores”.
El lanzamiento de la cabra desde un campanario o la pava de Cazalilla. Los gansos que acababan degollados en Lekeitio ahora son de plástico, igual que los patos de Sagunto, la batalla de ratas en El Puig, los marranos en el barro en Ceutí se ha terminado prohibiendo. Los animalistas seguirán denunciando fiestas como la carrera de gansos de El Carpio de Tajo o Las Luminarias.
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