Los familiares de las víctimas de covid en residencias aún claman justicia cinco años después: "Los dejaron morir"
Cinco años después de la pandemia del covid, los familiares de las víctimas en las residencias aún claman justicia: "Los dejaron morir"
María Villanueva denuncia que sus padres murieron en la residencia donde no se les ofreció "ningún tipo de ayuda, ni hospitalaria ni médica”, “fue un total abandono" asegura
Familiares de 15 fallecidos por Covid en una residencia no recurrirán al no poder asumir los costes: "El dolor no se borra con una sentencia desfavorable"
El dolor de la pandemia no se mide solo en números, pero hay cifras imposibles de ignorar. Hace cinco años, el COVID-19 arrasó con las residencias de ancianos en España, llevándose la vida de 34.000 personas, según datos oficiales. Sin embargo, durante los primeros meses, muchos fallecimientos quedaron sin registrar correctamente, dejando una sombra de incertidumbre sobre lo que realmente ocurrió, informan Silvia Asiain, María Fente y Silvia Armell.
Para María Villanueva Sanz, la tragedia se resume en dos ataúdes con etiquetas blancas y nombres escritos a mano. “Aquí espero que estéis, pero no lo sé”, dice con la voz quebrada. Sus padres enfermaron en la residencia, pero no pudieron ser trasladados a un hospital porque la Comunidad de Madrid ya había activado un protocolo que lo impedía. “No tuvieron ningún tipo de ayuda, ni hospitalaria ni médica”, lamenta. El 6 de abril de 2020 la llamaron para informarle de la muerte de su madre. Dos días después, falleció su padre. “Fue un total abandono, se murieron ahogándose”.
Los familiares de las víctimas siguen pidiendo respuestas y justicia
Concha Quirós, que perdió a su madre en circunstancias similares, es tajante en su denuncia: “Se podía haber hecho mucho y no hicieron nada. Los dejaron morirse porque, como eran mayores, tenían que morirse”. Las familias exigen justicia y cambios estructurales en el sistema de residencias. “Se morían asfixiados. Nunca es igual poder irse con unos paliativos”, reclama.
Ana González aún vive con la incertidumbre. “Sigo como el primer día, con la misma impotencia. No sabemos qué fue de ella, no la pudimos ver antes ni despedirnos”. Tardó meses en recibir unas cenizas que, según la documentación, pertenecen a su suegra. “Me cabe la duda, pero sí me aliviaría muchísimo que nadie más tuviera que vivirlo. Y me gustaría que se investigara”.
Cinco años después, el dolor no se apaga. Las familias de las víctimas siguen pidiendo respuestas, justicia y, sobre todo, que algo así no vuelva a repetirse.
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