Testimonios

La historia de Luis Lozano, una vida dedicada a cuidar a su madre con Alzheimer: "Dejé de viajar cuando enfermó"

Luis junto a su madre, enferma de Alzheimer. cedida
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Con solo 26 años, Luis Lozano convive con la realidad de cuidar a su madre de 68 años, enferma de Alzheimer. Así, mientras otros a su edad piensan en viajar, en proyectos laborales o en formar una familia, Luis se entrega en cuerpo y alma a cuidar de la mujer que lo crio. Su mayor propósito en la vida es luchar por mantener encendida una memoria que, inevitablemente, se va apagando día tras día.

Quizá por ello, su rostro dibuja una sonrisa que no aparta en ningún momento durante la entrevista con Informativos Telecinco. "Siempre me he llevado muy bien con mi madre y con mi padre, soy hijo único. Ahora la verdad que me haría falta un hermano o hermana que me ayudaran", confiesa sonriente.

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El Alzheimer de su madre no se manifestó de la noche a la mañana, sino en pequeños detalles que fueron encendiendo las alarmas. "Perdía las llaves, la cartera, perdía dinero…", recuerda.". Sin embargo, el primer episodio que lo sacudió fue hace un año y medio, cuando tras pasar un día en un chalet de la familia, su madre no recordaba haber salido de casa. "Ese fue el primer golpe de realidad", asegura.

Meses después, ocurrió lo impensable: "Me fui a la cama y entró mi madre a la habitación y me dijo que había un señor en la habitación de al lado y que no sabía quién era. Yo me asusté. Me levanté y vi que era mi padre", relata Luis.

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Tras 45 años de matrimonio, su madre ya no reconocía al hombre que había sido su compañero de vida. "A partir de ese día, nunca volvió a ser la misma. Se olvidaba de quiénes éramos".

El dolor más profundo

Para Luis, lo más doloroso no es que su madre lo confunda a él, sino que ya no sepa quién es su padre. "Me han criado los dos solos toda la vida, y ver cómo mi madre no conoce a mi padre, es lo que más me duele".

El sufrimiento de su padre es inmenso. Él mismo se lo confesó a su hijo: "Mi padre me ha llegado a decir que ojalá hubiera muerto en 2021, cuando se contagió de covid y tuvo una neumonía, para así no haber conocido a mi madre en el momento en el que está ahora", cuenta con crudeza.

Renunciar a la juventud

El Alzheimer ha obligado a Luis a renunciar a una parte de su juventud. Apasionado de los viajes, recuerda con cariño sus escapadas por Europa y aquel inolvidable viaje a Japón con su novia. Hoy, esos recuerdos pertenecen al pasado. "Irme de casa más de un día es muy complicado. Mis padres están solos y si pasa algo tengo que estar yo. Al final, vives en tensión todo el rato porque pueda pasar algo", dice.

Y aunque confiesa estar mentalmente preparado, sabe que la enfermedad puede prolongarse durante décadas. "Yo ahora tengo 26 años y yo no sé si mi madre va a durar cinco o veinte años más. A nivel mental, pensar que puedo estar hasta los 50 años cuidando de mi madre, sin poder tener mucha vida, es algo que afecta. Yo estoy preparado mentalmente, pero nunca estás preparado del todo. Al final ya sabes qué es lo que hay. Y tienes que aprender a vivir con una cuenta atrás".

Un amor que se sostiene en pequeños gestos

En el caso de la madre de Luis, la enfermedad también trae consigo episodios de agresividad. Son momentos difíciles, en los que el cariño se convierte en la única herramienta. "Cuando se pone agresiva es muy complicado de gestionar. Hay que tener calma y paciencia. Yo he estado horas a su lado mientras me insultaba, hasta que se ha tranquilizado. Hay que decirle que estás ahí para lo que necesite. Acariciarle la mano. Que se sienta querida. Son pequeños gestos que son claves. Hace más un gesto que mil palabras", comenta.

Ese amor incondicional es lo que sostiene a Luis cada día. Porque incluso en el dolor que conlleva el olvido, encuentra la razón que lo colma de sentido: "Pienso que esto sirve para demostrar el amor que le tengo a mi madre y que, en otra circunstancia, nunca se lo habría transmitido".

Paradójicamente, como si el destino lo quisiera preparar para desempeñar su labor, Luis empezó a trabajar hace años en la Fundación Pasqual Maragall, dedicada precisamente a visibilizar y estudiar el Alzheimer. "Soy jefe de equipo y me dedico a visibilizar la enfermedad. Es un trabajo que me llena mucho", asegura.

Visibilidad en redes sociales

Desde hace años, Luis ya tenía cierta presencia en redes sociales, donde compartía sus viajes. "Cuando mi madre enfermó y dejé de viajar, pensé que podía ser buena idea subir la realidad de lo que pasaba en mi casa". El primer video fue un éxito inmediato: "Hice el primer video y se hizo muy viral. Consiguió un millón de visitas en un solo día".

En apenas cuatro meses pasó de 2.000 a 138.000 seguidores en su cuenta de Instagram. "Antes era un influencer frustrado y de repente, al subir la historia de mi madre, gané muchísimos seguidores de golpe", cuenta.

Desde entonces, recibe mensajes diarios de apoyo, gratitud e identificación. Algunos de ellos lo han marcado especialmente, como el de un hombre de 50 años que no sabía cómo afrontar el Alzheimer de su mujer. Otros le escriben aunque ya hayan perdido a sus familiares: "Esas personas me siguen aún, aunque su familiar ya no esté, y eso es muy bonito". También hay quienes, sin vivir la enfermedad de cerca, encuentran inspiración en su testimonio.

Lecciones de vida

Luis ha aprendido a mirar la vida de otra manera. A valorar los momentos simples, a agradecer lo que se tiene, a vivir con calma. "Creo que lo importante en la vida es apreciar lo que tenemos. Al final no somos nadie mejor que nadie por tener más dinero o más seguidores. Yo solo soy un chaval que cuenta su vida y hace lo mejor que puede. Y si eso ayuda a la gente, yo más que agradecido".

Y si hay una enseñanza que este joven quiere transmitir, la resume con una frase que resuena con fuerza en lo más profundo: "Aunque tu madre olvide hasta tu nombre, lo importante es que tú nunca olvides lo que es ella para ti".

Su madre, a pesar de los olvidos, sigue disfrutando de los vídeos que graba junto a él. "A ella le encanta salir en los videos, ella es la primera que me dice: hazme una foto".

Luis sabe que la enfermedad es una cuenta atrás, pero también una oportunidad de demostrar ese amor incondicional. Y mientras tanto, seguirá allí, firme, junto a su madre. Porque aunque cada día ella pueda verlo como alguien distinto, él nunca dejará de verla como lo que siempre ha sido: su madre.