La historia de Angelo, de saltar la valla de Ceuta a dormir bajo un puente en Sevilla mientras estudiaba la ESO: "No podía rendirme"
Angelo dejó Camerún buscando un futuro mejor, logró saltar la valla de Ceuta y sobrevivió meses durmiendo en las calles de Sevilla
Hoy, con la situación administrativa regularizada, cursa un Grado Medio, cuenta con un precontrato laboral y sueña con traer a su familia
SevillaAngelo Sylvio Noutié Tchana tenía 22 años cuando decidió que ya no podía seguir viviendo en su Camerún natal. "Necesitaba un futuro mejor", recuerda.Taxista en Duala, padre de una niña de cuatro años y marcado por la inseguridad del país, se aferró a la única posibilidad que veía real para cambiar su destino. Tenía que salir de allí, emigrar. Así que tomó una una decisión que marcaría su vida para siempre. Iba a saltar la valla de Ceuta, una de las fronteras más vigiladas y peligrosas del mundo.
La valla, formada por varios niveles de alambradas, concertinas y un despliegue permanente de fuerzas de seguridad, supone una prueba extrema de resistencia, de miedo y de suerte. "Fui yo solo, aunque me encontré con otras dos personas saltando", explica. "Es muy difícil que no te pillen y muy peligroso, pero tuve la suerte de poder saltar". Otros muchos no lo consiguen. Muchos resultan heridos. Muchos se quedan en el camino.
Ese salto fue la única oportunidad real de cambiar su destino. Cuando cayó al otro lado, exhausto y con las manos rotas, sabía que había sobrevivido a algo que para muchos terminaba mal, y ahora comenzaba otra pelea por la supervivencia. Al llegar y pisar tierra española, fue trasladado al Centro de Internamiento de Inmigrantes de Ceuta, donde empezó sus primeras clases de español y donde comenzó una nueva vida que para nada iba a ser fácil.
Una vida nueva en Sevilla
Aunque parezca imposible, lo peor estaba por llegar. Dejó Ceuta y fue trasladado a Sevilla, donde, tras solicitar protección internacional, fue acogido durante tres meses por CEAR. Pero en noviembre de 2022 su petición fue denegada. De un día para otro, Angelo se encontró sin papeles y en la calle, solo y sin red. "He dormido debajo del puente de Triana muchas noches", relata. Aun así, nunca bajó los brazos. "Si había llegado hasta aquí, no podía rendirme. Tenía que seguir estudiando y preparándome", y así lo hizo.
Una persona lo llevó al Centro Miguel de Mañara, donde pudo permanecer seis meses y terminó un curso de mecánica impartido por la Fundación San Vicente de Paúl. Allí también obtuvo el carné de carretillero y el certificado de manipulador de alimentos. Pero tras su salida, volvió a quedarse en la calle.
Pasó brevemente por el albergue de Nuevo Hogar Betania, antes de regresar al sinhogarismo. Sin embargo, siempre tuvo una motivación más fuerte que todas las dificultades, su empeño de obtener el título de Educación Secundaria para Adultos.
Una rutina imposible para la mayoría: estudios, duchas en Triana y comedor social
Mientras vivía en la calle, cada mañana acudía a la asociación Elige la Vida, en Triana, para ducharse y recoger sus materiales guardados en una consigna. De allí pasaba a la Fundación San Vicente de Paúl para recibir clases de refuerzo educativo. Almorzaba después en un comedor social y, por la tarde, caminaba hasta el CEPER Polígono Norte para continuar estudiando. "Yo confío en mí", dice sin arrogancia. "Es muy duro salir de tu casa, jugarte la vida y después dormir en la calle. Pero si quieres un futuro, tienes que seguir".
Ahora todo ese esfuerzo ha sido reconocido por el Ayuntamiento de Sevilla y lo ha premiado en los actos de la Semana de las Personas Sin Hogar. Aunque para él el verdadero premio fue llegar a Accem, y con ellos entrar en un piso de acogida a finales de enero de 2024. Allí logró regularizar su situación a través del arraigo formativo, matriculándose en un Grado Medio de Instalaciones Frigoríficas y Climatización.
Del puente al aula: un brillante expediente y un precontrato laboral
Su comportamiento fue tan impecable que, tras terminar la ESO y avanzar en el Grado Medio, fue derivado a otro recurso habitacional gestionado por SAMU Social, donde vive desde abril de 2024.
En su primer curso de Formación Profesional obtuvo muy buenas calificaciones, al tiempo que trabajaba ocasionalmente. Pero hay más, la empresa en la que realizó sus primeras prácticas quedó tan satisfecha con su trabajo que le ofreció un precontrato laboral, lo que ha sido indispensable para solicitar la autorización de residencia y trabajo.
En julio de 2024 obtuvo también el carné de conducir, gracias al apoyo económico de la Fundación San Vicente de Paúl y de su jefe. Hoy domina perfectamente el español, además del francés nativo y el inglés.
"Aquí también hay dificultades, pero es mejor que lo que dejamos atrás"
Puede que haya vivido demasiado para su edad. Se ha visto cumplir algunos sueños, pero también romper otros. Ahora le queda el más importante, el de traer a su hija y a su pareja desde Camerún y tener "una vida estable y útil".
Mientras, se conforma con ayudar con su testimonio a quienes pasen por lo mismo que él ha pasado. "No podemos rendirnos, aunque no tengamos donde dormir o comer. Hay que seguir luchando", reconoce.
Tampoco quiere olvidar a todas las personas que en Sevilla le han tendido la mano: "la mayoría de las personas nos dan apoyo porque les mostramos respeto y confianza. Otros no nos conocen lo suficiente como para ver que somos buena gente", dice. Él tiene una vida nueva, y piensa aprovecharla